4) Markéta Lazarová, la más latinoamericana de las novelas checas
Publicada en 1931 y conocida en la actualidad por la excelente película de František Vláčil, Markéta Lazarová es mucho más que una novela histórica y, tal como explica en esta entrevista la traductora Anežka Charvátová, tiene mucho en común con el universo latinoamericano.
Markéta Lazarová, una de las obras fundamentales de la literatura checa, fue traducida al español por Monika Zgustová quien, en el prólogo, cuenta la génesis del libro: la idea de esta particular novela se le ocurrió a Vladislav Vančura al enterarse de que su familia provenía de una pequeña nobleza rural cuyos miembros se dedicaban, durante la Edad Media, a robar a los viajeros.
Sin embargo, ese no es tanto el tema sino más bien el disparador de una historia que se caracteriza por la desmesura. En efecto, según la hispanista y traductora Anežka Charvátová, Markéta Lazarová no es exactamente una novela histórica o, por lo menos, no en el sentido convencional.
“Porque la novela histórica recrea una cierta época y cuenta historias típicas de la época mientras que este libro no tiene ninguna época precisa: es un tiempo lejano que puede ser la Edad Media, como también el paisaje que se dice que es en Bohemia Central cerca de Mladá Boleslav, pero más bien es un no lugar: un no tiempo y un no lugar que sirve solo de trasfondo para mostrar las pasiones extremas, lo bárbaro, lo salvaje. Y para eso, a lo mejor, la Edad Media permite dibujar bien los personajes pero nunca diría que es una novela histórica porque no cuenta ningún suceso histórico”.
Lo interesante, asegura Anežka Charvátová, es la paradoja de que si bien es considerada una de las obras fundamentales de la literatura checa, Markéta Lazárova no tiene tanto en común con los rasgos típicos de una literatura no muy adepta a los temas vinculados con lo extremo, lo salvaje y lo bárbaro que sí aparecen de manera recurrente en las páginas de este libro.
En todo caso, no hay dudas de que una de las claves de su importancia tiene que ver con la singuralidad de su estilo y el uso de un lenguaje deliberadamente arcaico.
“Vančura recrea un lenguaje arcaico y vuelve a utilizarlo en otro contexto y forma una riqueza increíble tanto desde el punto de vista del léxico como también del estilo, con sus frases largas y bien torneadas, y es algo que hay que leer para saber hablar bien checo”.
“Vančura es muy moderno: la literatura para él no está al servicio de algo, la literatura es algo donde busca una belleza absoluta y no quiere dar ninguna lección moral”.
Como suele suceder con los grandes escritores, Vančura es un autor que cuenta con una serie de admiradores de lujo, como es el caso de Jaroslav Seifert, ganador del Premio Nobel de literatura, y el mismísimo Milan Kundera. El escritor al que hace unos meses le fue devuelta la ciudadanía checa le dedicó un ensayo a Vančura y hasta se dice que se inspiró en su obra a la hora de narrar las pasiones que aparecen, por ejemplo, en su célebre novela “La insoportable levedad del ser”.
Charvátová confirma que, más allá de pertenecer a épocas muy distintas, pueden encontrarse ciertas semejanzas entre ambos autores.
“Se puede ver una cierta cercanía de los dos porque les interesa más que la cosa ética lo estético, y yo diría que en eso Vančura es muy moderno. Como los escritores modernistas latinoamericanos ya no quiere edificar a la sociedad, la literatura para él no está al servicio de algo, la literatura es algo donde busca la belleza sin adjetivos, una belleza absoluta y en esto es muy moderno: no quiere contar una historia sobre el mal y el bien, y no quiere dar ninguna lección moral sino que busca la belleza. Y eso yo creo que le puede gustar a Kundera también”.
“La película está muy buena porque sabe utilizar el lenguaje cinematográfico: no es que imita el libro sino que lo traduce al idioma de las imágenes”.
Charvátová explica que esa particular concepción estética es también uno de los motivos de su notable actualidad. Porque, de hecho, en el contexto de la Primera República cuando se publicó esta novela era poco frecuente escribir de esa forma. No hay que olvidar, advierte Charvátová, que ya antes de la Segunda Guerra Mundial empezaban a surgir los primeros libros de realismo socialista que describían las luchas obreras, algo tal vez en las antípodas del estilo de Vančura que, quizás, sea resultado de una búsqueda tan consciente como deliberada.
“Nació en Silesia, algo también interesante que no se percibe en su estilo porque el checo de aquella región es bastante distinto y se me ocurre ahora que, a lo mejor, su búsqueda de estilo puede tener que ver con el hecho de haber nacido en una región industrial y no tan cultural como Praga, donde él vivió luego y se juntó con los escritores, con todo ese círculo bohemio, como se decía. Pero él tiene una búsqueda de estilo muy típica y sí entró en el partido comunista y los nazis lo ejecutaron en 1942”.
Justamente, las particularidades de esta novela hicieron que, al ser publicada en 1931, recibiera algunas críticas negativas aunque al mismo tiempo, aclara Charvátová, se convirtió en uno de los libros más vendidos de ese año. Y agrega que, en general, a todas sus obras les fue muy bien.
Pero indica Charvátová que tal vez la que tuvo mayor éxito fue “Un verano caprichoso” (Rozmarné léto). Publicada en 1926, cinco años antes que Markéta Lazarová, aquella novela describía un idilio de verano que terminaba siendo muy poco idílico: un libro tal vez mucho más checo en lo que hace a su combinación de ironía y drama que también contó con una adaptación cinematográfica, en este caso de Jiří Menzel. El mismo director realizó también en 1989 una película basada en una de sus últimas novelas: “El fin de los viejos tiempos”, que se burla de la incapacidad de los habitantes de un castillo de Bohemia para adaptarse a la nueva época que nacía con la disolución del imperio austrohúngaro.
Aunque ambas adaptaciones son muy interesantes no alcanzaron, sin embargo, el nivel de trascendencia mundial que sí obtuvo František Vláčil con Markéta Lazarová.
“Pero yo creo que para la mayoría de la gente de ahora Markéta Lazarová se conoce más como película que como novela por el gran éxito en blanco y negro de Vláčil, ese sí fue un exitazo de la nueva ola del cine checo de los años sesenta. La película está muy buena porque sabe utilizar el lenguaje cinematográfico: no es que imita el libro sino que lo traduce al idioma de las imágenes, y lo logró muy bien. Entonces, más que adaptación es una obra inspirada en el libro pero que lo transforma gracias al muy buen director pero también a los actores que son buenísimos”.
Los principales actores de la película que resultó premiada, por ejemplo, en el Festival internacional de Cine de Mar del Plata en 1968 son Magda Vášáryová, Josef Kemr y František Velecký. Y, según Charvatová, la película muestra tan bien como el libro la fascinación por la barbarie y también la belleza del mal despojado de toda mirada ideológica. En otras palabras, la belleza de lo extremo.
Esa es una de las características que, según Charvátová, hace de esta novela algo familiar al universo latinoamericano donde, en cierto modo, abundan los excesos y las grandes pasiones.
“Es una historia de amor, de amor prohibido, salvaje, bárbaro, con el trasfondo no definido de la Edad Media, historias de grandes pasiones, de ladrones, de guerra. Y si lo tengo que comparar, se me ocurre una obra argentina: Ema, la cautiva de César Aira que también es una novela histórica que no es histórica, que remite un poco a la época del Martín Fierro, las guerras con los gauchos, con los indios y recrea un personaje. Pero es algo muy actual, muy contemporáneo con el trasfondo histórico que no es tan importante para la historia del libro”.
Tal vez en esa frase Anežka Charvátová explique no solo la esencia de Markéta Lazarová sino la de todo clásico: dar con una historia o un personaje que, si bien puede asociarse a determinado período histórico, logra, en realidad, trascender todas las épocas.