Fernanda Ampuero: “Praga es una de las ciudades más literarias del mundo”
Con una voz tan propia como contundente, la escritora ecuatoriana María Fernanda Ampuero logró forjar una promisoria carrera literaria en base a un género no tan comercial como el cuento. La publicación de uno de sus relatos en checo fue lo que motivó su primera visita a Praga.
“Yo lo primero que quiero es que pases miedo, y para pasar miedo hay que economizar”.
Sacrificios humanos es un libro de la escritora ecuatoriana María Fernanda Ampuero y el hasta ahora único cuento suyo que se tradujo al checo en la revista literaria A2. Eso motivó su visita a Praga, en donde acaba de participar de un coloquio en el Instituto Cervantes junto a la prestigiosa traductora Anežka Charvátová quien, además, fue la encargada de trasladar su relato al checo. El evento, que contó también con una dramatización a cargo de dos actores locales, dejó muy en claro la importancia que tiene en la carrera de esta escritora un género que no suele tener la llegada de la novela y, sin embargo, en ciertos casos, puede llegar a forjar una carrera literaria.
“El cuento es como el género fundacional: todos y todas empezamos a leer cuento, es el primer género al que nos acercamos como lectores pero también como oyentes. O sea, una anécdota es como un cuento, un chiste es como un cuento, está ese formato en muchos aspectos de cómo va creciendo nuestra cabeza narrativa. Y también yo crecí durante los años ochenta y noventa con el cuento latinoamericano, que era muy importante”.
La escritora, que reside actualmente en Madrid, agrega que los relatos de autores como Jorge Luis Borges, Horacio Quiroga, Julio Cortázar y García Márquez suelen calar muy hondo en los lectores, aunque, en su caso, desde muy pequeña empezó a interesarse mucho más por otra vertiente literaria.
“Hay una cosa mía de gran fan del cuento de terror, yo no fui una adolescente con acceso a la gran literatura universal, yo a Chéjov y a Cortázar los conocí en la universidad. Mi padre es trabajador, mi madre es ama de casa y no teníamos una biblioteca. Yo soy de Guayaquil, o sea, no soy ni de la capital”.
De hecho, recuerda María Fernanda Ampuero que sus primeras lecturas se las debe a una colección española que llevaba como título Biblioteca Básica del Misterio y el Terror y cuya extrañeza tenía que ver con que en sus tomos convivían, sin ninguna distinción, individuos que publicaban un único cuento y autores tan indiscutibles como Edgar Allan Poe. Es decir, no había ningún filtro ni intelectualización. En todo caso, asegura Ampuero que esos libritos fueron muy importantes para ella porque conformaron su primera biblioteca. Al mismo tiempo, le empezaron a interesar los cuentos de hadas, principalmente por lo que ella misma llama su “contenido tan siniestro”.
“Supuestamente eran cuentos infantiles, entonces yo tenía unos siete años y me apretaba esa cosa tan siniestra. Y luego hay otra cosa y es que recibí formación religiosa, con lo cual estaban los cuentos de la Biblia de un Dios salvaje, de un Dios, sobre todo el del Antiguo Testamento, vengativo y que tenía las peores cosas de los seres humanos”.
Agrega María Fernanda Ampuero que la formación religiosa en varios países latinoamericanos en combinación con el estilo barroco y neobarroco termina resultando bastante gore. Ella pone como ejemplo la decoración de las iglesias con imágenes explícitas de la tortura de Jesús en la Cruz. Lo cierto es que todos esos elementos fueron impregnando lo que hoy constituye su estilo: una literatura tan visceral como contundente que busca generar en el lector todo tipo de emociones, pero en especial una.
“Yo lo primero que quiero es que pases miedo, y para pasar miedo hay que economizar. O sea, una película de miedo es vertiginosa, si no lo es y pasa demasiado tiempo sin que pasen cosas se convierte en algo distinto, quizás más de angustia. Pero realmente generar miedo en la gente es una cosa que debe tener un ritmo vertiginoso, tienen que pasar todo el tiempo cosas. Entonces yo no quiero hacerle a la gente perder el tiempo”.
Justamente ese predominio de la trama es uno de los aspectos que más llaman la atención de los relatos de Ampuero. Ella lo atribuye también a su rol como periodista, un oficio al que se viene dedicando desde que tenía menos de veinte años. De todos modos, afirma que le gusta pensar su estilo como un híbrido entre el músculo que tanto entrenó con el periodismo y el vuelo siempre abismal de la buena poesía.
“Me encanta la poesía. Yo creo que es mi género favorito y no fui poeta porque creo que hay un daño maravilloso en los poetas, un daño como si te atravesara un rayo, aunque suene cursi. O sea, imagínate que te atraviese un rayo: no puedes vivir normal, sea lo que sea la normalidad. Y de esa gente hay muy poca en cada generación humana”.
Ampuero considera que quien hace verdadera poesía brilla y, al mismo tiempo, agoniza. Y agrega que no en vano se trata, en términos estadísticos, de uno de los géneros con más suicidas en su haber. Uno de esos grandes poetas es, en su opinión, el peruano César Vallejo, a tal punto que cuando empezó a leer Los Heraldos Negros afirma que se dio cuenta de que ella no podía dedicarse a lo mismo. Aun así considera que, a pesar de formar parte de la narrativa, el cuento está mucho más cerca de la poesía que de la novela, justamente por aquel principio de la economía.
Kafka sí, ¿Kundera no?
Aunque al menos en cantidad de horas el viaje hasta Praga desde Madrid, donde fue reconocida como una de las personalidades latinoamericanas más influyentes de España, no es para nada cansador, reconoce Fernanda Ampuero que los días tan cortos del casi invierno checo la marearon un poco. Sin embargo, asegura también que las primeras impresiones que le despertó la capital checa estuvieron a la altura de sus expectativas, lo cual es mucho decir.
“Yo creo que para todos los y las niñas literarias del mundo entero esta es una ciudad mítica, arrancando por Kafka. Yo creo que todo el mundo que gusta de la lectura ha soñado alguna vez con visitar Praga, eso es así. Es una de las ciudades más literarias del mundo”.
“Praga es una ciudad mítica, arrancando por Kafka”.
Agrega Ampuero que ella era muy joven cuando se tradujo al español La insoportable levedad del ser y recuerda haber tenido un verdadero deslumbramiento con esa novela, aunque sospecha también que se trata de esos libros que hay que leer de muy joven. Recuerda que luego siguió con La broma, con El libro de los amores ridículos y, así, más pronto que tarde, terminó convirtiéndose en una fan de Milan Kundera. Sin embargo, revela que desde entonces no ha intentado volver a leerlo y no está segura de que sus libros soporten lecturas actuales, como sí está convencida de que sucede en el caso de las obras de Kafka. Aun así, le agradece a Kundera haber tenido una gran relevancia en su formación humana, emocional y literaria.