Sergio Pitol regresa a Chequia para quedarse
Tardó pero al final se hizo justicia. Acaba de ser publicado el primer libro de Sergio Pitol traducido al checo, ‘El Arte de la Fuga, en lo que se ha considerado una verdadera fiesta para el hispanismo en este país, por la relación de Pitol, ex embajador mexicano en Praga, con Chequia.
Esa fue una de las razones por las que Anna Tkáčová quiso traducir ‘El Arte de la Fuga’ al checo, libro que fue presentado esta semana en el Instituto Cervantes de Praga, un volumen híbrido, que no es novela ni colección de cuentos ni ensayo, sino de todo un poco.
“Es un libro interesantísimo, divertido, lleno de humor, de ironía, autoironía también, me parece excelente. Además este escritor tiene una relación podemos decir íntima con nuestro país, porque trabajó como diplomático aquí en los años 80, todavía durante la época del comunismo. Y este ambiente le inspiró mucho para escribir la llamada trilogía carnavalesca, en la cual él cambió totalmente su modo de escribir”.Los amantes de la cultura checa no saldrán defraudados. El libro ofrece una novedosa interpretación de ‘Las Aventuras del Buen Soldado Švejk’, una de las cimas de la literatura de este país.
“Dentro de ‘El Arte de la Fuga’ hay un ensayo dedicado al soldado Švejk y lleva opiniones no tradicionales sobre la actitud del soldado, que nosotros los checos, y los intelectuales checos, suelen rechazar. Sergio Pitol ve en la actitud del soldado un instrumento fantástico para destruir el poder, para revelar la tontería que cubre al oficialismo y esto me parece una visión muy original que no solemos aceptar, pero él desde fuera lo vio muy bien”.
Una cosa que le dio muchos dolores de cabeza a la traductora fue el título en checo, ya que fuga tiene varios significados en español, pero no en checo.
“Tuve muchos problemas con el título, porque en español, en lenguas romances, la palabra fuga contiene como tres aspectos, pero al traducirlo es muy difícil y los tres aspectos están planteados en el libro. Primero fuga como género musical. Y me parece que este libro es la fuga literaria porque hay diálogos entre géneros, entre personalidades, uno le entrega la voz al otro”.
Otra acepción que también se encuentra en el libro es la de abandono inesperado, agrega.
“Segundo fuga como huida física del propio autor desde México, cuya situación no le satisfacía. Entonces, él buscaba un escape, huir de la situación política, de los acontecimientos. Y buscaba sitios donde radicarse: Barcelona, Moscú, Varsovia, Praga. En Italia, Venecia, por ejemplo. Muchos países. Entonces fuga como huida física”.
Y todavía hay otra interpretación, sostiene.“Y fuga como escape del mundo real al mundo de fantasía, arte, belleza hecha por las manos humanas. Entonces los tres aspectos están contenidos en este libro. Qué palabra elegir al checo. Muy difícil, entonces traté de buscar los títulos en otras traducciones. Pero me parece que es más complejo el libro que solo escape, entonces elegí fuga y el propio autor me lo confirmó, que al escribir este libro tenía en mente la Fuga de Johann Sebastian Bach”.
Así es. Anna Tkáčová estableció comunicación epistolar con el autor mexicano y él le confirmó que el título que había elegido en checo, Umění fugy, le parecía correcto.
Hedvika Vydrová, una de las hispanistas checas más destacadas, fue muy amiga de Pitol cuando este vivió en Praga.
Por eso, no quiso perderse el lanzamiento de su primera obra traducida al checo, participó en la conferencia celebrada en el Instituto Cervantes, y relató el impacto que causó el mexicano en la Checoslovaquia comunista de los años 80.
“La relación de Pitol con nosotros fue muy especial. Él venía preparado, eso fue lo que primero me sorprendió. Sabía como éramos, sabía cuál era la situación política, y con diplomacia, era diplomático, intentó establecer contactos con la gente que consideró como la más cercana, es decir, primero con los hispanistas, por la lengua, por la cierta comunidad de intereses. Pero se daba cuenta de que no era tan fácil, que nosotros no podíamos tan libremente relacionarnos con los diplomáticos. Actuaba con mucha cautela y con una habilidad realmente increíble”.Lo que más le impactó a Vydrová fue la empatía que irradiaba Segio Pitol, que le hacía muy cercano.
“Cuando se realizó el primer encuentro con Sergio Pitol para mí fue como una revelación, porque era un hombre de una formación cultural increíble, que fascinaba, que sabía contagiar a la gente con que hablaba y transmitir lo que a él le interesaba, lo que le gustaba. Fue increíble. Tenía una sensibilidad enorme, yo diría casi una empatía, para tratar a la gente de otra cultura, de otro idioma. Eso no es muy común, y en los diplomáticos mucho menos”.
Hedvika Vydrová sostiene que Pitol llegó preparado a Praga, ya que antes estuvo en otros países de la entonces Cortina de Hierro.
“Vino acá ya con la experiencia polaca y de la Unión Soviética. Es decir, sabía cómo era la vida en esta parte del mundo pero sobre todo conocía las dos lenguas, eso era muy importante. A través de la lengua adquirió cierta sensibilidad para los rasgos específicos del mundo eslavo y todo eso se reflejaba en el trato que teníamos con él”.
Además, Vydrová destaca la condición de traductor de Pitol.
“Y su experiencia de traductor de la literatura polaca, me pareció algo muy especial y extraordinario, de la rusa igual, era capaz de hablar horas sobre los autores que le gustaban y mucho más sobre los polacos y los rusos, porque a él le abrían otro mundo que los italianos y los ingleses, que también los conocía y los amaba, pero esta fue otra experiencia para él y él sirvió de intermediario para otros hispanos”.
Otro hecho que favoreció la relación con Pitol fue su condición de mexicano, porque con otra nacionalidad no habría sido tan fácil.
“Yo en ese momento no podía salir del país, no podía seguir la carrera científica, por razones políticas. Una de las cosas que Sergio me dijo fue que debería ir a México, y yo me empecé a reír, porque no podía ir ni siquiera a Cuba. Él realmente consiguió que no solo se me enviara una invitación al congreso sobre traducción literaria, sino que me dejaran salir de aquí. Él sabía que aquí existían los estudios hispánicos, sabía también que tenían sus limitaciones, pero hay que decir que la circunstancia de que fuera mexicano ayudaba mucho. Si hubiera sido español, hubiera sido prácticamente imposible, pero con México siempre tuvimos relaciones diplomáticas corrientes y hasta correctas. Existía el intercambio cultural y siendo él embajador de México, facilitaba mucho el trato y la relación con el mundo hispano”.
Aunque Pitol siempre lamentó no haber aprendido bien el checo y no haber podido traducir a sus autores al español, recuerda la hispanista.“Siempre lo mencionaba y se sentía un poco cohibido por no haberlo hecho todavía. Pero yo creo que le absorbía muchas fuerzas su cargo diplomático. Él era concienzudo en este sentido y muy disciplinado. Y también conociendo ya el polaco y el ruso yo creo que le asustó un poco, porque el parentesco no siempre ayuda, porque que las lenguas provengan de la misma familia puede ser un obstáculo más que una ayuda. Entendía algo, podía decir algo, pero para leer en checo y traducir del checo, no era suficiente”.
Una cosa que nunca entendió Hedvika Vydrová fue el entusiasmo de Sergio Pitol por Milan Kundera.
“Conocía a Švejk, en las traducciones alemana y francesa, porque la española vino después, conocía a Kafka, por supuesto, un autor que escribía en alemán. En general, a los autores que ni siquiera nosotros no consideramos como checos, como Musil. Y fue un gran admirador de Kundera. Pero lo conocía de sus libros en francés. Pero realmente entusiasmado, en algo se sentía muy relacionado con Kundera. Incluso yo no compartía ese entusiasmo, no sé, yo respetaba a Kundera pero no entendía tanto, tanto entusiasmo. Es que Kundera sí que entusiasma así a los hispanoamericanos, a Vargas Llosa también, a Octavio Paz, es increíble”.
Y como la traductora de ‘El Arte de la Fuga’, Anna Tkáčová, también Hedvika Vydrová destaca la interpretación que Pitol hace del soldado Švejk.
“A Sergio Pitol le parecía muy interesante esa máscara que se pone el soldado Švejk y que encubre su rebeldía oculta. Lo que los checos en general no leen de esta manera, no lo ven como a un rebelde sino como a un sumiso listo, que sabe aprovecharse de la situación para salir con la piel sana. Es interesante su interpretación”.
Inexplicablemente, hasta ahora no había ningún libro de Sergio Pitol traducido al checo. Hasta que llegó ‘El Arte de la Fuga’, para subsanar esta injusticia monumental. Ahora, Pitol ha regresado a Chequia para quedarse.