Monika Zgustová: “Milena Jesenská es una de las últimas centroeuropeas”
La infatigable escritora checa Monika Zgustová vuelve a la mesa de novedades y lo hace en partida doble. En Soy Milena de Praga logra acceder a la profundidad de la notable periodista y traductora; mientras que, en Asesinatos rituales, se dio el lujo de traducir la poesía de Bohumil Hrabal.
Aunque la escritora Monika Zgustová se caracteriza por contar con una energía desbordante, en el último tiempo ha estado incluso más activa que de costumbre: no sólo por las obras que, en los últimos años, ha ido incorporando a su biblioteca personal sino, sobre todo, por la gran cantidad de charlas, conferencias y entrevistas que han surgido a raíz de su flamante novela Soy Milena de Praga (Galaxia Gutenberg).
“Este libro ha tenido quizás una acogida que yo no esperaba, que nadie esperaba. Y se dio desde el principio, cuando todavía no había salido ni estaba distribuido y ya los libreros pidieron tantos libros que, incluso antes de distribuirse, tuvo que hacerse una segunda edición”.
Con el sello de Europa Central
En realidad, no debería sorprender ese interés por parte de un libro que ofrece varios atractivos: la propia figura de la escritora y periodista Milena Jesenská que, en los últimos años, ha despertado la atención que hace mucho tiempo merecía, el siempre convocante nombre de Franz Kafka en el año en que se cumple el centenario de su muerte y, por último, y no por eso menos importante, el hecho de tratarse de una historia profundamente centroeuropea.
“Qué buena manera de verlo. Yo siempre he reclamado que Milena es una centroeuropea, y una de las últimas centroeuropeas como Stefan Zweig. Es un libro sobre Centroeuropa porque es verdad que no se mueve de allí: todo el tiempo está en la cultura, la política y la historia de este ámbito que es Praga, Viena y Alemania”.
En un momento crucial del libro, el propio personaje de Milena dice que “la traducción es la forma más profunda de leer”. Y Monika Zgustová lo reafirma: apenas empezó a desarrollar esa vocación se dio cuenta de que traducir implica, ni más ni menos, que escarbar en las profundidades. En esta novela, en efecto, le dedicó un exhaustivo trabajo de investigación e interpretación a una personalidad histórica tan interesante como repleta de aristas. En ese sentido afirma que, durante la escritura, tuvo la certeza de que, en su libro, no dejaría de precisar que Milena y Margarete Buber-Neumann habían sido pareja.
“Además, me parece curioso de Milena que, si bien se relacionó con tantos hombres, algunas relaciones más largas, otras más cortas; pero su pareja de verdad y con quien realmente estuvo mejor fue una mujer y con la que se encontró en el peor sitio posible: en un campo de concentración, y esa fue la pareja con la que Milena llegó a ser más feliz”.
“Un documento burocrático lo puedes falsear, pero a tu mejor amiga no la engañas”.
Monika Zgustová
El otro tema en el que Zgustová tuvo que tomar una postura clara es la supuesta visita de Milena al sanatorio de Viena, cuando Franz Kafka agonizaba. Su novela desarrolla, al respecto, una escena clave, a pesar de que muchos biógrafos dijeron que no podían estar seguros de la veracidad de ese último encuentro. Zgustová recuerda, sin embargo, que Milena le escribió a Staša, su mejor amiga de todos los tiempos y, dicho sea de paso, la mujer con la que aparece en la portada de la novela, contándole que había ido a visitar a Kafka poco antes de su muerte.
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“Esos biógrafos seguramente miraron aquel día o aquella semana porque Kafka estuvo ahí internado tres semanas, a ver si Milena estaba inscrita, porque todo el mundo debía hacerlo, y por eso yo pongo en la novela que lo hizo con un nombre falso. Yo creo que los biógrafos habrán dicho que como no estaba inscrita no habrá ido, pero yo creo que es mucho más importante una carta que ella escribe a su mejor amiga que un documento burocrático, porque un documento burocrático lo puedes falsear, pero a tu mejor amiga no la engañas”.
Más allá de ese episodio en particular, Zgustová asegura que Milena llegó a lo más profundo de Kafka que, al mismo tiempo, debía ser también lo más frágil. De hecho, recuerda que, en su obituario incluido también en la novela, la propia Milena Jesenská explica que Kafka se enfermó por la sencilla razón de que no podía aguantar tanto dolor en el mundo.
Poeta hasta en la prosa
El escritor argentino Leopoldo Marechal solía decir que todo buen novelista debería ser antes poeta y eso es, justamente, lo que permiten vislumbrar tanto la traducción de los poemas de Hrabal en Asesinatos rituales (Galaxia Gutenberg) como la propia introducción de Zgustová, en la que recorre toda su obra mostrando hasta qué punto la poesía fue clave, incluso en los momentos en que Hrabal se dedicó exclusivamente a escribir relatos y novelas.
“Ser poeta es como lo más grande de ser escritor y creo que Hrabal, en el fondo, era poeta. Y no solo al principio, es que toda su obra es poesía. Y yo creo que él era claramente poeta al principio, pero luego escribió cuentos, nouvelles y novelas, a tal punto que tiene también una trilogía y todo, de hecho, es poesía en prosa porque Hrabal era poeta”.
No es la primera vez que Monika Zgustová traduce poesía, aunque casi siempre lo había hecho en colaboración. No obstante, ya había trasladado al catalán por su cuenta un volumen de poemas de Jaroslav Seifert. Lo cierto es que sintió una gran responsabilidad que, entre otras cosas, la llevó a demorar un poco la entrega de un trabajo que hoy no quiere ni mirar porque está convencida de que aún tendría ganas de seguir retocando. Por otro lado, asegura que durante el proceso experimentó una conexión muy especial.
“Tenía, después de mucho tiempo, la sensación de estar muy vinculada a Hrabal otra vez, como de estar con él, porque después de hacer tantas traducciones y de escribir su biografía, de alguna forma es parte de mí, pero ahora hacía unos seis años que no traducía nada y realmente a través de la poesía estuve muy cerca de él cuando era joven, cuando empezaba. Porque también incluí algunos de los primeros poemas y, de hecho, la poesía que publicamos es lo primero que él escribió”.
Monika Zgustová conoció a Hrabal en sus últimos años de vida y explica que estos poemas lograron el extraño efecto de ayudarla a verlo de un modo inédito, es decir, como un autor algo inseguro pero, al mismo tiempo, muy lanzado a las innovaciones.
Con una gran trayectoria y un espectro de temas muy recurrentes como la figura de la mujer, los totalitarismos del siglo XX y, por supuesto, el exilio; a la propia Zgustová también parecen entusiasmarla los cambios. En medio de una verdadera vorágine de presentaciones, viajes y notas, asegura que, casi por primera vez en su carrera, no tiene idea de qué va escribir en el futuro, aunque sí cuenta con la certeza de que va a ser algo muy distinto y, al mismo tiempo, mucho más íntimo.
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