Voces que transportan
Además de ser una de las primeras frases en checo que conocen los extranjeros en Praga, los famosos anuncios en las tres líneas del metro concentran muchas historias que sus locutores revelan en estas entrevistas. Pasen y escuchen que las puertas se están cerrando.
Pero además de pronunciar esa especie de mantra, dichas voces se dedican a nombrar las estaciones de cada trayecto y, por eso mismo, son parte de la vida cotidiana de mucha gente.
Eva Jurinová, Tomáš Černý y Světlana Lavičková son actualmente las tres personas que dan su voz al metro de Praga. Y cada una tiene sus historias y particularidades, tal como empieza a contar Lavičková.
“Yo soy la primera voz de la línea A, nunca nadie había grabado antes que yo en esa línea”.
Pero además su voz tiene un récord: es la que más tiempo se viene escuchando en el metro de Praga. Empezó en 1978: dos hombres fueron a buscarla a su trabajo para hacer una prueba y una semana después le dieron la buena noticia: su voz era totalmente adecuada. Entonces empezaron a grabar los audios en un pequeño estudio ubicado en la antigua terminal de Kačerov.
“Y cada vez que me equivocaba al leer o tenía un error teníamos que empezar de nuevo porque en esa época no había mucha tecnología y aun grabábamos en los viejos casetes. Lo mismo pasaba cuando se escuchaba el ruido de algún tren que pasaba, y otra vez teníamos que empezar desde el principio”.
Muchos años después le consultaron a Lavičková si conocía a otra persona que también pudiera hacer ese trabajo y ella recomendó a Tomáš Černý, un colega que desde 2005 es el locutor de la línea C, que había tenido antes tres voces.Cuando Černý se enteró de que había sido elegido entre cinco candidatos recordó con alegría los tiempos en que, de niño, viajaba con sus abuelos a Praga y se tomaban el metro.
Pero como sus amigos empezaron a hacerle bromas, en una época prefería evitar ese medio de transporte. Hasta que un día logró exorcizar sus inseguridades y le propuso justamente a su colega Světlana Lavičková salir con un micrófono a preguntarle a la gente cómo imaginaban a las personas detrás de esas voces del metro.
“Las respuestas de la gente eran bastante raras... imaginaban diferentes aspectos de las personas, algunos incluso llegaron a decir que las voces procedían, en realidad, de una máquina y no de una persona. Nos divertimos mucho y, sí, por supuesto, eso dejó de molestarme”.
“Fue bastante problemático tener que decir que el hospital Motol era la estación final, por favor salir del tren. Porque, de alguna forma, los estaba mandando a terminar con su vida”.
La alegría de Černý era doble porque además de prestar su propia voz al metro también era compañero de trabajo y amigo de Lavičková, por ese entonces algo así como “la señora del metro”. Entonces se dio cuenta de que podía disfrutar mucho de su lugar como locutor ya que, en general, los usuarios del metro no sabían de quién era la voz. Eso fue lo que le sucedió, por ejemplo, un día que viajaba en la línea C.
“Hay situaciones lindas. Una vez iba sentado al lado de un padre y su hijo. A los niños les encantan estos tipos de avisos y mientras el niño intentaba repetir el anuncio de la estación I. P. Pavlova, creo, el padre le dijo que debería pronunciarlo mejor, como el señor de la grabación. A mí me pareció muy gracioso que justo ese señor estaba sentado al lado y ellos nunca se enterarían”.
Como las estaciones de su línea suelen tener nombres cortos Černý explica que no fue fácil hacer que se entendieran perfectamente bien palabras sueltas como “Opatov” o “Ládví”.Recuerda, entre risas, que una vez lo llamaron de un periódico por este tema y acordaron hacer una sesión de fotos. Él les propuso acercarse a la radio para aprovechar los equipos con los que hacía las emisiones en directo. Entonces la periodista le preguntó muy sorprendida si las del metro eran grabaciones en vivo. El, por supuesto, le respondió que no.
Por último agrega que hace poco le pidieron grabar algunas frases adicionales pero no le resultó fácil hacerlo con el mismo tono de voz del año 2005.
A su compañera y amiga Lavičková le pasó algo similar: luego de la Revolución de Terciopelo algunas estaciones cambiaron o, mejor dicho, recuperaron su nombre. Una de ellas fue Dejvická que durante el comunismo se llamaba Leninova.
“Mientras el niño intentaba repetir el anuncio, el padre le dijo que debería pronunciarlo mejor, como el señor de la grabación. A mí me pareció muy gracioso que justo ese señor estaba sentado al lado y ellos nunca se enterarían”.
Pero ese no fue el único cambio que tuvo la línea A: en 2015 se extendió cuatro estaciones hacia el oeste desde Dejvická al Hospital Motol, lo cual significó un problema para Lavičková.
“Fue bastante problemático tener que decir que el hospital Motol era la estación final, por favor salir del tren. Porque de alguna forma los estaba mandando a terminar con su vida”.
Quien también atravesó muchos cambios en la historia del metro fue Eva Jurinová. Desde 1980 le da su voz a la línea B y asegura que no llegó a conocer todas las estaciones que grabó. Gracias a que ya venía trabajando en la televisión checoslovaca y tenía la voz muy entrenada no le resultó difícil ganar la audición. Jurinová recuerda que le llevó alrededor de dos horas hacer la grabación completa y todo venía muy bien hasta que le hicieron cambiar el nombre de la estación Anděl por Moskevská.
“Cuando recibí la lista y decía Moskevská dudé. Nunca fui miembro del partido y por eso tuve varios problemas. Y cuando tenía que leer Moskevská tenía la opción de decirlo directo o con una entonación de pregunta al final”.Recién en la toma final los camaradas, como ella misma los denomina, se dieron cuenta. Se alarmaron y enseguida la convocaron para grabar de nuevo. Claro que después de la Revolución pudo volver a decir otra vez el nombre original: Anděl.
Jurinová pide que se dimensione lo que significaba para la gente tener que cambiarle el nombre a un lugar tan importante de la ciudad y, de repente, llamarlo con una denominación tan ajena.
Otro de los hitos de la historia de las grabaciones del metro es la palabra prosím (por favor). Ella explica que se sentía realmente mal cuando le pedían que dijera solo “termine de salir y entrar”. Por eso cuenta que fue su pedido personal agregar por favor en esa frase.
“Y ellos me dijeron que no, y además me pidieron que lo dijera más enojada para que ‘esos borrachos que duermen todo el trayecto y llegan a la última estación se levanten de una buena vez y se vayan del metro’”.
Luego de la Revolución de Terciopelo pudo por fin agregar la palabra “prosím” pero además le pidieron que grabase con una voz mucho más cálida y gentil en sintonía con los nuevos valores.
“Ellos me pidieron que lo dijera más enojada para que ‘esos borrachos que duermen todo el trayecto y llegan a la última estación se levanten de una buena vez y se vayan del metro’”.
Jurinová cuenta que hace poco vio a un gran amigo de ella que trabaja con estadísticas e hizo un estudio que revela que las voces del metro son más escuchadas incluso que las de la televisión o la radio. De hecho recuerda que, incluso cuando era la presentadora de uno de los noticieros más importantes de la tele, la gente la reconocía en la calle más por su voz en el metro que por su rostro.
Aunque la experiencia más fuerte y que mejor da cuenta de las trascendencia de ese trabajo le ocurrió en realidad en Viena, a principios de los años 90, cuando viajaron con su equipo de trabajo y los invitaron al Parlamento austríaco.
“Y nos presentaron a tres miembros y sinceramente no estoy inventando esto que realmente me fascinó y me chocó al mismo tiempo. Una mujer del parlamento se acercó y me dijo, perdón pero…‘¿puede ser que usted haya grabado la voz del metro B?’”
Jurinová cuenta que cambiaron toda la agenda de prensa de ese día porque terminaron invitándola a almorzar. En una mesa larga fue presentada ante todos como la mujer que había grabado la voz del metro B de Praga. La situación le causaba gracia hasta que enseguida la hicieron ponerse de pie y repetir en voz alta cada una de las estaciones.Jurinová confiesa que aún se pone colorada cuando alguien le alaba su voz y aquella vez ni siquiera pudo comer.
Más allá de sus diferencias, son notables las semejanzas entre Jurinová, Černý y Lavičková, las tres voces del metro. No solo porque en la actualidad casi no viajan en ese medio de transporte y, por lo tanto, no escuchan su propia voz. Sino más bien porque, al momento de concluir su trabajo, los tres pensaban que a nadie le importaría demasiado y, sin embargo, pronto entendieron que esas voces subterráneas tenían la virtud de salir a la superficie y atravesar las fronteras.