Virgen María salvó a Hostýn ante los tártaros

En el monte de Hostýn, en Moravia Oriental, a 718 metros sobre el nivel del mar, se encuentra uno de los lugares de peregrinación más importantes y concurridos de las tierras checas. Desde el siglo XIII miles de peregrinos se dirigen a Sacro Hostýn para suplicar ayuda a la Virgen María, que según la leyenda, salvó ante los tártaros a los habitantes cristianos de la cercana ciudad de Bystrice.

El peregrino que sube a la cima del monte de Hostýn divisa desde lejos un gran mosaico colocado sobre el portal principal de la basílica de la Asunción de la Virgen. Doscientas sesenta mil piedrecitas coloradas que resplandecen en una superficie de 26 metros cuadrados representan a la Virgen María con el Niño Jesús en los brazos.

Los pies de la Virgen tocan una media luna y el Niño Jesús sujeta un saquito del cual lanza relámpagos.

El mosaico, obra de Viktor Foerster, que era hermano del destacado compositor checo Josef Bohuslav Foerster, recuerda el acontecimiento que dio origen a la tradición de la peregrinación de Hostýn.

En el año 1241 Moravia fue azotada por los ataques de los tártaros. Debido a que los saqueos, robos y asesinatos no cesaban, los habitantes de Bystrice decidieron esconderse en el monte de Hostýn cubierto por densos bosques. En su cima construyeron un muro de arcilla y madera para defenderse.

Cuando se acercaban los tártaros vestidos con ropa colorida y con alfanjes en las manos los habitantes de Bystrice les lanzaban piedras esperando que los conquistadores se retiraran. Pero se equivocaron. Al ver los tártaros que no alcanzarían nada con las armas, optaron por sitiar a los defensores hiciéndoles pasar por hambre.

Alimentos no les faltaban a los habitantes de Bystrice, pero las reservas de agua empezaban a agotarse. Aparte de ello vinieron calores sofocantes. La última gota de agua se la habían bebido y los tártaros permanecían al pie de Hostýn.

Entonces, los desesperados habitantes de Bystrice se pusieron de rodillas empezando a rezar a la Virgen María pidiéndole agua. La Virgen escuchó sus súplicas y en la colina brotó una fuente.

Al cabo de algún tiempo se agotaron también las reservas de alimentos, pero los tártaros no pensaban en retirarse. Otra vez los habitantes de Bystrice se dirigieron con oraciones a la Virgen María y ésta volvió a ayudarles. De repente estalló una tormenta.

Relámpagos caían sobre las cabezas de las hordas tártaras que se formaban para emprender un ataque contra Hostýn. Un relámpago fue a dar en la tienda de campaña del kan y lo mató. Los tártaros se asustaron y se dieron a la fuga. Según el Manuscrito de Dvur Králové fueron derrotados posteriormente por Jaroslav de Sternberk en las cercanías de Olomouc.

Como agradecimiento por su salvación los habitantes de Bystrice construyeron en la cima de Hostýn una iglesia consagrada a la Virgen María y el monte se convirtió en destino de peregrinos.

Se cuenta también que cuando los tártaros sitiaban Hostýn acumularon con sus gorras una colina para ver cuántas reservas les quedaban todavía a los defensores. La colina la llamaban "Colina tártara". Hoy lleva el nombre Bedlina.

Hasta aquí la leyenda. La realidad es un tanto distinta. Ya unos 200 años antes de Cristo poblaron Hostýn los celtas que construyeron en el monte un oppidum para vigilar la importante ruta comercial de ámbar, que pasaba por la Puerta Morava hacia el Mar Báltico.

Pavel Malének
La cima de Hostýn fue rodeada por una valla de 1835 metros de longitud. Sus restos, que se han conservado hasta hoy día, tienen en algunos lugares hasta 9 metros de alto y 23 metros de ancho, explica Pavel Malének, del Ayuntamiento de Bystrice pod Hostýnem.

"La valla está formada por varias capas de piedra y arcilla. Después de ser colocada sobre las piedras, la arcilla se encendió para que se aglutinara. De esta manera se continuó. Al final se edificó sobre la valla una empalizada de madera".

En el siglo XVI se explotaba plata en Hostýn. Para los mineros fue construida una pequeña iglesia de madera. En 1620 Polyxena de Lobkowitz, hija de la noble española María Manrique de Lara, mandó realizar para esta iglesia una pintura de la Virgen María Victoriosa que reflejaba la invasión de los tártaros en Bystrice, la huida de sus habitantes y su salvación por la Virgen María.

El posterior propietario del señorío, el luterano Václav Bítovský de Bítov, ordenó destruir el cuadro, por lo cual le esperó un castigo. Después de la derrota de los estamentos protestantes checos en la batalla en la Montaña Blanca en 1620, Bítovský fue condenado como uno de los mayores rebeldes de Moravia y ejecutado.

Fue el conde Frantisek Antonín de Rottal quien hizo construir en Hostýn una basílica monumental. La realizó entre los años 1721 y 1748 el talentoso constructor Tomás Sturm de Holesov, probablemente según los planes del arquitecto Ignacio Cyrani de Bolleshaus. La iglesia ha tenido un destino bastante turbulento, sostuvo Pavel Malének.

"El emperador reformador José II prohibió las peregrinaciones a finales del siglo XVIII. La iglesia fue privada de su carácter sagrado, de su equipamiento y decoración interiores. Permanecieron solamente los muros de circunferencia. La tradición de peregrinaciones resucitó alrededor del año 1840 cuando volvió a fortalecer el culto Mariano. Desde aquel entonces continúa. Las peregrinaciones fueron reprimidas por el régimen comunista, pero a pesar de las dificultades la gente seguía viniendo".

Curiosamente en plena época del comunismo, en el año 1982 el Papa Juan Pablo II otorgó a la iglesia de Hostýn el título de Basílica Menor.

Al monte de Hostýn conducen dos vías crucis, explica Pavel Malének. La más reciente empezó a construirse en 1912.

"Fue proyectada por el famoso arquitecto eslovaco Dusan Jurkovic que tenía una relación sentimental muy estrecha con Moravia. Salió de la tradición de la arquitectura popular de Valaquia. Lo interesante es que las imágenes de cada una de las estaciones del calvario están hechas de cerámica. Al buscarse un material que resistiera a las condiciones climáticas extremas en Hostýn se puso en evidencia que la mejor opción sería el vidrio colorado o la cerámica. La cerámica ganó debido a que era más barata y resultaba más fácil manejarla".

A la misma Basílica de la Asunción de la Virgen de Hostýn se sube por 250 escalones que empiezan junto a la Capilla de las Aguas, construida en 1700 en el lugar donde hubiera brotado la fuente que habían pedido los defensores de Bystrice.

"Los recursos para la edificación de la escalera se reunieron mediante una colecta pública. Familias, parroquias o individuos pudieron comprarse un escalón. Los nombres de los que financiaron la escalera aparecen al lado de cada escalón desfilando ante los ojos de los peregrinos que los pisan".

El primer estadista que visitó Sacro Hostýn fue el emperador austríaco Francisco José I en 1897. Unas 80 mil personas esperaban su llegada en el monte.

En la actualidad se dirigen a Sacro Hostýn cada año unos 200 mil peregrinos del mundo entero que pueden encontrar refugio en una residencia a pocos metros de la basílica, subrayó Pavel Malének, del Ayuntamiento de Bystrice pod Hostýnem.

"La temporada de peregrinaciones empieza el primer domingo de mayo y termina el segundo domingo de noviembre con la Peregrinación de los Difuntos. Se celebran peregrinaciones para distintas profesiones. Hay una para la asociación de gimnasia cristiana Orel, una para las madres con hijos, para apicultores y cazadores, otra para la Radio cristiana Proglas".

Al irse de Sacro Hostýn vuelvan su mirada atrás para ver una vez más la característica cúpula de la basílica de la Asunción de la Virgen. Tiene la forma de un yelmo tártaro.

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