Uruguay Cavallery, motociclistas checos que rinden un homenaje a la independencia uruguaya

Ferry, Gustavo y Tomáš en Radio Praga Internacional

Uruguay Cavallery, así se llama un club de motociclistas checos que se enamoraron de la historia uruguaya y la conexión entre su independencia y la libertad que les brinda el vehículo.

"Con Uruguay, sin embargo, podían hablar de grandes luchadores. El general Artigas y esos genios eran capaces de defender el puerto estratégico de Montevideo".
Tomáš Krulich

En 1995, Tomáš Krulich, guitarrista de la famosa banda roquera checa Kabát, decidió armar otro grupo de músicos que pasó a llamarse Uruguay. Como recuerda el guitarrista, en aquel entonces llegó a conocer la historia de la lucha de los uruguayos contra los españoles y los portugueses por el puerto de Montevideo que le impresionó mucho. Sugirió a sus compañeros llamarse Uruguay y componer al menos una canción sobre los uruguayos y su independencia. Esa canción pasó a llamarse Uruguay Cavallery.

Temía que nos llamáramos “Asesinos Negros”

La banda Uruguay tocaba por toda Chequia, asistiendo también a las reuniones de motociclistas. Confiesa Krulich que en estos momentos no se imaginaba que diez años más tarde despertaría en él la pasión por las motos, se compraría una y se sumaría a otros aficionados.

“Se formó un grupo de seis o siete personas y uno dijo: ‘Hagamos un club’. ‘Pero, ¿cómo se va a llamar?’ Y yo otra vez dije lo de Uruguay porque temía que nos íbamos a llamar Black Riders Killers o algo así. Se me quedaron mirando por qué Uruguay y les dije que eso al menos tenía sentido, que cuando les preguntaran por qué son ‘Asesinos Negros’, no iban a decir absolutamente nada. Con Uruguay, sin embargo, podían hablar de grandes luchadores. El general Artigas y esos genios eran capaces de defender el puerto estratégico de Montevideo. La idea ganó y todos los chicos tuvieron que leer cómo Uruguay consiguió su independencia”.

Escudo de Uruguay Brasil | Foto: Martina Kutková,  Radio Prague International

Confirma el presidente del club de motociclistas Uruguay Cavallery, al que le llaman Ferry, que el que quiera hacerse miembro del club, tiene que conocer la historia uruguaya.

Amistades profundas en Montevideo

La pasión por el tema y su divulgación llegó a tal punto que Uruguay Cavallery fue apreciado por el cónsul de Uruguay en Brasil quien otorgó a los motociclistas en Río de Janeiro un premio que se puede contemplar en la casa del club, situada al norte de Bohemia. Y ya que estuvieron en Brasil, los miembros del club continuaron a Uruguay, prosigue Ferry.

"Llegamos al aeropuerto, miramos y ahí nos estaban esperando Hells Angels. Nos quedamos con las bocas abiertas".
Ferry

También visitamos Uruguay. Nos contactó una banda de motociclistas uruguayos preguntando por qué nos llamábamos así. Entonces, les respondimos que tomaríamos un avión para explicárselo. Llegamos al aeropuerto, miramos y ahí nos estaban esperando Hells Angels. Nos quedamos con las bocas abiertas. Tres semanas nos atendieron, viajaban con nosotros y nos tuvieron mucha paciencia”.

Cuenta Ferry que junto a sus amigos del club recorrieron también México, Colombia o Argentina y que consiguieron establecer durante el viaje a América Latina unas amistades muy profundas que continúan hasta el día de hoy, tanto con Hells Angels como con Brasil Uruguay, Harley o Abutre´s. Los planes para el futuro son seguir estableciendo lazos al otro lado del Atlántico.

Anillos de Uruguay Cavallery y Uruguay Brasil | Foto: Martina Kutková,  Radio Prague International

“Volví a encontrarme con el presidente de Hells Angels de Montevideo en París, donde celebraban su 60 aniversario. Cuando nos encontramos, nos abrazamos fuertemente y se nos salieron las lágrimas”.

Confiesan Tomáš y Ferry que el lazo más estrecho entre la historia de la independencia uruguaya y su club de motociclistas es el deseo de la libertad. Explica Tomáš que cuando uno se compra su primera moto, lo hace porque se siente más libre, que eso es el impulso primario. No obstante, cuando más adelante le gusta formar parte de un club, tiene que someterse a algunas reglas internas. Y llegar a ser miembro de Uruguay Cavallery no es nada fácil, dice Tomáš, agregando que no se pueden revelar todos los detalles del funcionamiento del club.

“Llegar a ser miembro para uno significa trabajar dos años en nuestra casa de club y demostrar que de verdad quiere ser uno de los nuestros, que realmente está deseando llevar nuestros colores. No es tan fácil, mucha gente se rinde después de medio año, ocho meses o un año pero otros, por ejemplo, consiguen permanecer un año y medio y demostrar sus ganas sinceras de ser miembros de Uruguay Czech”.

"El que quiera sumarse, tiene que merecerse nuestro corazón. De eso se trata".
Ferry

Cada viernes, los motociclistas de Uruguay Cavallery celebran el “día del club” cuando cualquiera que tenga curiosidad, tanto del público como un potencial miembro, puede venir y preguntar sobre el grupo, las motos, etcétera. Actualmente, el club, que va a cumplir 17 años este noviembre, cuenta con diez miembros. Y Ferry explica por qué el número no es más elevado.

“Ser uno de nosotros es complicado, no es ninguna tontería. Nosotros protegemos lo nuestro. Tenemos una base muy buena, también en términos de propiedad, y si ahora llega alguien nuevo, de repente, la undécima parte de todo es suya. El que quiera sumarse, tiene que merecerse nuestro corazón. De eso se trata, más que de la propiedad”.

Uruguayo en el club

Al Uruguay Cavallery le acompaña en sus viajes también Gustavo Falero Recalde, uruguayo radicado en la ciudad de Praga que confesó a Radio Praga Internacional que cuando supo del club, el hecho de encontrarse con checos que con orgullo llevaban el nombre y la bandera de Uruguay le provocó sentimientos contrapuestos.

Gustavo Falero Recalde | Foto: Martina Kutková,  Radio Prague International

“República Checa, de todos los lugares en los que he vivido en mi vida, que no han sido pocos, fue el que a priori pensé que me iba a ser más extraño y la proximidad con gente de mi país la buscaba en otros sitios a través de otro tipo de actividades más clásicas, la comida, un asado, el fútbol. Nunca me imaginé que este sitio, que era a priori tan extraño, iba a encontrar algo tan cercano y tan vinculado particularmente a lo mío, a una de mis pasiones que es andar en moto”.

"En otros sitios que he vivido fuera de Uruguay no tenía esa posibilidad con un grupo, no he sentido esa hermandad".
Gustavo Falero

Recuerda Gustavo que los motociclistas checos le preguntaron: “¿Qué hace un uruguayo aquí?” Y él respondió: “No, ¿qué hacen ustedes con la bandera de Uruguay?” Reuniéndose y hablando, establecieron una amistad que a Gustavo le supone invitaciones regulares a los eventos del club, aunque no es miembro. Y confiesa que el contacto con Uruguay Cavallery es una de las razones por las que está más feliz viviendo en la República Checa.

“En otros sitios que he vivido fuera de Uruguay no tenía esa posibilidad con un grupo, no he sentido esa hermandad. Hay una hermandad en los grupos de motociclistas que, contrariamente de lo que la gente entiende que es caos, desorden, son muy ordenados para conducir en el tráfico, hay unas reglas, hay un sentimiento de que estamos todos juntos en el camino y eso se agradece mucho porque cuando andas en moto, vas un poco desprotegido, con viento, con el tráfico, entonces esa hermandad en la ruta la he sentido con ellos”.

Escudo de Uruguay Cavallery | Foto: Martina Kutková,  Radio Prague International

Llevando un tiempo en Chequia, Gustavo considera que no hay mucha percepción entre los dos países, Chequia y Uruguay, sin embargo, que ambos tienen muchos rasgos en común que los hacen parecerse.

“La conexión que yo tengo personalmente con ellos es Uruguay y las motos. La conexión que existe más a lo macro, entre este grupo de gente de la República Checa y el país de Uruguay es que ambos son países pequeños, de ambos en el otro lado del océano no se habla mucho, ambos están en medio de los grandes hermanos en toda su historia”.

Recorriendo Argentina y Chile, toda la costa occidental de África y Europa del norte, Gustavo concluye que después de todos estos viajes, su moto es como un miembro de la familia para él y que le da un beso cada vez que la deja en el garaje.

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