El mundo en una moto

En Montevideo, Uruguay
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A los trece años, gracias a un regalo de su padre, Dominika Gawliczková se subió por primera vez a una motocicleta y, desde entonces, ha quedado tan fascinada que, con poco más de treinta años, lleva recorrida buena parte del mundo a bordo de su Yamaha Tricker 250. Además, suele escribir libros sobre los sitios que recorre, como un diario de su viaje a Latinoamérica, experiencia que considera una de las más importantes de su vida y que, entre otras cosas, recuerda en esta entrevista.

“Cuando aprendía a decir algo en español, de repente llegaba a otro sitio en el que lo pronunciaban de un modo completamente distinto”.
Dominika Gawliczková

Hace poco que Dominika Gawliczková regresó de un largo viaje de seis meses por Oriente Medio, en el que recorrió, sola y en su motocicleta, países como Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Catar y Bahréin. Sin embargo, lo que en la vida de la mayoría de las personas podría constituir un viaje excepcional, en su caso se trata de algo casi cotidiano. Con poco más de treinta años, Dominika ya logró conocer y dar cuenta de buena parte del mundo en una serie de libros que escribió sobre algunos de los destinos que ha recorrido en su inseparable medio de transporte al que, como ella misma cuenta, se subió por primera vez cuando era muy chica y, desde entonces, nunca se ha bajado.

En Tulcán,  Ecuador | Foto: archivo de Dominika Gawliczková

“Yo solía montar mucho en moto con mi padre cuando era niña, él tenía una y yo disfrutaba tanto ahí arriba que él me compró mi propia moto cuando tenía 13 años, una motocross para niños con la que sólo daba vueltas por el jardín. Era muy potente y yo no sabía montarla del todo bien, pero la disfrutaba mucho y, desde entonces, la he mantenido”.

Apenas seis años después de esa experiencia bisagra, cuando solo tenía 19, partió por primera vez en solitario en una moto de 125 cc hacia Portugal y España, en un viaje iniciático en el que recorrió casi diez mil kilómetros durante más de un mes. Hoy recuerda que, a pesar de tratarse de países tan cercanos, esa fue quizás su aventura más riesgosa porque no conocía mucho de viajes y no sabía cómo montar una tienda de campaña ni dónde conseguir comida. Sin embargo, la experiencia resultó tan positiva que, en el verano de 2014, y ya a bordo de su Yamaha Tricker 250, doblaría la apuesta al llegar a Kirguistán, lo cual constituye hasta ahora un verdadero récord: la expedición en moto más larga realizada por una checa.

“El objetivo no era en absoluto batir un récord, ese fue mi primer viaje fuera de Europa y la idea era simplemente volver a encontrar un país al que pudiera llegar sin usar, por ejemplo, un ferry o un avión y enviar la moto hasta allí o alquilarla en el lugar. Así que estaba buscando un destino fácil que fuera, a la vez, un poco más salvaje e interesante”.

Agrega Dominika que, al principio, había planeado ir solo al norte de Kazajistán, pero el hecho de que hubiera allí tanto desierto y tuviera un terreno tan plano fue modificando su idea, sobre todo al enterarse de que en Kirguistán podía llegar a encontrar unas montañas altas, escarpadas y muy bonitas que se verían muy bien desde la moto. Y es que, contra lo que podría suponerse, lo que más atrae a Dominika de sus viajes no es el vértigo de la velocidad sino algo distinto que ella misma logra describir muy bien.

Dominika Gawliczková | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

“Diría que es la libertad, la conexión con el entorno, porque cuando estás en un coche prácticamente no percibes el exterior, quizás un poco los olores, pero en la moto la conexión te lleva a ver todo con otras percepciones. Y eso es algo que, en efecto, me gusta más que la velocidad. Ah, y por supuesto el hecho de no tener que pedalear como en una bicicleta, no tener que esforzarme tanto. Me lo paso muy bien”.

Dos de sus libros en los que cuenta sus viajes a Latinoamérica y Japón respectivamente | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

De hecho, afirma Dominika que, como suele conducir motos pequeñas, su velocidad oscila entre los 100 y los 120 kilómetros por hora. Lo cierto es que, entre sus múltiples expediciones que incluye nada menos que un itinerario en Japón, hubo una en la que disfrutó especialmente esa conexión con el entorno: un viaje que realizó a Latinoamérica entre 2016 y 2017, desde Colombia a Uruguay. Y aunque no faltaron dificultades como la pérdida de su pasaporte y hasta algunos síntomas parecidos a los de la fiebre tifoidea que tuvo en Bolivia pese a haberse vacunado antes contra esa enfermedad, Dominika recuerda ese viaje como uno de los mejores de su vida.

“Sí, esa fue probablemente una de mis experiencias de viaje más placenteras, y de hecho, todavía tengo una gran cantidad de amigos de Paraguay, entre otras partes de Sudamérica. Encontré allí gente muy agradable y agradecida de que alguien viniera de tan lejos a visitarlos. Son personas muy hospitalarias. Además, luego de haber pasado por Bolivia, donde estuve durante mucho tiempo entre montañas muy altas a más de cuatro kilómetros sobre el nivel del mar, de repente encontré mucho verde en Paraguay. La verdad es que me sorprendió y la pasé muy bien porque pude tener una vida agradable y muy cómoda en ese país escondido en el medio de América del Sur”.

En el Monumento de la Mitad del Mundo,  Ecuador | Foto: archivo de Dominika Gawliczková

Recuerda Dominika que, en ese itinerario que compartió con sus lectores en una especie de diario de viaje repleto de fotografías, conoció nada menos que ocho países: Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Argentina, Paraguay y algo de Brasil antes de concluir la aventura en Montevideo, Uruguay. Una de las conclusiones que sacó es que América del Sur tiene mucho para ofrecer y, de hecho, asegura que lo que más la sorprendió fue la gran diversidad de cada una de sus naciones, sin excluir, por supuesto, las diferencias en lo que respecta al idioma.

“De eso también me di cuenta. Yo casi no hablo español, pero percibí esas  diferencias en la pronunciación y algunos términos, tanto es así que cuando finalmente aprendía a decir algo en forma correcta, de repente llegaba a otro sitio en el que lo pronunciaban de un modo completamente distinto”.

“En Sáenz Peña hay muchísimos descendientes de checos, incluso llegué a conocerlos y me trataron maravillosamente”.
Dominika Gawliczková

Entre tantas sorpresas que vivió a lo largo de ese viaje del que recuerda, sobre todo, el optimismo de los uruguayos y la calidez de muchísimas personas en Paraguay, conserva en su memoria una notable experiencia en la curiosa segunda ciudad más poblada de la provincia argentina de Chaco, a la que ella asegura que llegó de casualidad.

“Fui de Bolivia a Argentina y luego estaba considerando a dónde viajar después y decidí ir en dirección a Paraguay. Y suena increíble, pero en realidad me tropecé por accidente con la ciudad Presidencia Roque Sáenz Peña. Y cuando llegué y empecé a ver apellidos checos en distintas tiendas y en todos lados me llamó la atención porque no es algo normal. Así que pregunté y descubrí que hay muchísimos descendientes de checos viviendo allí, e incluso llegué a conocerlos y me trataron maravillosamente y me mostraron los alrededores y me acogieron y fue... fue una experiencia muy hermosa. Creo recordar que tenían un pequeño museo checo y estaban cosiendo los típicos trajes checos, eso me pareció muy divertido”.

Afirma Dominika que los checos deberían conocer ese lugar para poder entender el nivel de pasión y compromiso que tienen esas personas con sus raíces. De hecho,  esas son algunas de las experiencias que le gusta transmitir en sus libros, aunque tiene en claro que no se trata de algo simple. En ese sentido, revela que, al contar algunas vivencias muy importantes para ella, a veces sus interlocutores se mostraron casi indiferentes, mientras que, por el contrario, pueden llegar a deslumbrarse con anécdotas que a ella no le significaron casi nada. Sin embargo, acepta que esos malentendidos son inevitables y, por supuesto, no le quitan fuerzas para tratar de seguir escribiendo todo aquello que vive a bordo de su moto.