Se cumplen cien años del nacimiento de Alexander Dubček, el ‘rostro humano’ de la Primavera de Praga

Alexander Dubček

Hace cien años nació uno de los políticos más famosos de la historia checa y eslovaca. Alexander Dubček lideró el proceso de reformas que devolvieron la ilusión a la nación en 1968 y que terminaron provocando dos largas décadas de ocupación soviética.

Alexander Dubček | Foto: Česká televize,  ČT24

Pocos políticos en la historia checa han contado con el apoyo popular del que disfrutó el eslovaco Alexander Dubček, nacido hace ahora cien años en Uhrovec, una pequeña localidad cerca de Trenčin. En enero de 1968 ascendió a secretario general del Partido Comunista Checoslovaco y junto a otros reformistas encabezó unos cambios que inspiraron no solo a la ciudadanía del país, sino que lograron que el mundo entero mirara con asombro la Primavera de Praga.

Intelectuales como el actor Jan Werich, que ese mismo año firmó el manifiesto Dos Mil Palabras que reclamaba la democratización del país, no ahorraba elogios al carisma del líder comunista.

“Tiene los ojos pequeños, se ríe, su optimismo es contagioso y se comporta de manera tan normal como ustedes, tan normal como yo, tan normal como ellos… Es una persona normal, una persona. Y a la gente le gustan las personas así”.

Jan Werich | Foto: APF Český rozhlas

El país confiaba en Dubček y creyó que era posible lograr libertad de expresión y de prensa, una reforma económica, dejar atrás la dictadura y desligarse de Moscú, por mucho que Leonid Brézhnev, que ocupaba por entonces el Kremlin, no se distinguiera precisamente por su manga ancha.

Finalmente, y pese a la confianza del líder checoslovaco en que la URSS permitiría las reformas, los tanques del Pacto de Varsovia se presentaron por sorpresa en Praga en agosto del 68 para aplastar el sueño de libertad de aquella sociedad. Dubček se dirigió a la nación con un discurso entrecortado en la Radio Checoslovaca al borde de las lágrimas.

“En esta dura situación, no nos queda otra que poner todas nuestras fuerzas en superar la ardua tarea que se nos presenta. Pido perdón si escuchan alguna pausa en mi muy improvisado discurso. Creo que podrán entenderme”.

Alexander Dubček y Leonid Brézhnev | Foto: Česká televize

También logró que muchos empatizaran con él con ese discurso, a pesar de marcar el inicio al duro periodo de la ‘normalización’, el fin de las libertades y el establecimiento de las tropas soviéticas en el país de forma permanente.

El surgimiento del Foro Cívico,  Alexander Dubček  (en medio) | Foto: Miloň Novotný

Defenestrado de la dirección del Partido, inició un rápido viaje hacia el anonimato. Primero, por un breve periodo, fue presidente del Parlamento y luego embajador en Ankara, pero después pasó las dos siguientes décadas en Bratislava, retirado de la vida pública y vigilado por los servicios secretos.

Reapareció en 1989, durante la Revolución de Terciopelo, aclamado por las multitudes que de nuevo pedían libertad y democracia en Praga, olvidando, por ejemplo, que aún como presidente del Parlamento, firmó en 1969 la conocida como “Ley de la Porra”, que permitía a las fuerzas de seguridad embestir con violencia a los manifestantes.

Manteniendo su aureola de luchador por el socialismo de “rostro humano” que impulsó la Primavera de Praga, fue elegido primer presidente de la Asamblea Federal de la nueva Checoslovaquia democrática hasta el verano de 1992. Al asumir el cargo, Dubček estableció un vínculo entre aquellos dos movimientos sociales democráticos.

Alexander Dubček y Václav Havel  (1989é | Foto: archivo personal del señor Růžička

“Veo durante estos días revolucionarios también un reconocimiento de cierta continuidad con la Primavera de Praga de 1968 y una satisfacción moral por parte de los cientos de miles de sus participantes activos”.

El historiador Michal Stehlík, de la Universidad Carolina de Praga y del Museo Nacional, sin embargo, se mostró muy crítico en declaraciones a la Radio Checa sobre la figura de Dubček.

Michal Stehlík | Foto: Ondřej Tomšů,  Radio Prague International

“Estaba muy anclado en el sistema de la nomenclatura del Partido Comunista y presionado por la sociedad y otros reformistas muy activos para efectuar los cambios, así como presionado también por Moscú para no llevarlos a cabo. Pero también valoraba el enorme apoyo que tenía entre la gente. Y digamos que no supo llevar el dificil papel histórico que asumió. Yo tengo una postura algo crítica hacia él como alguien que llena a la perfección las páginas de las revistas. Consiguió dar esperanza a la gente, quedaba bien (ante la opinión pública). Pero para mí, Dubček fue un excelente icono, pero un mal político”.

Alexander Dubček murió el 7 de noviembre de 1992 en un hospital de la capital checoslovaca como consecuencia de un accidente de automóvil sufrido en la autopista entre Praga y Brno dos meses antes.

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