Las purgas políticas tras la invasión soviética de 1968
La invasión de las tropas del Pacto de Varsovia del 21 de agosto de 1968 dio inicio a rígidas purgas en todas las capas de la sociedad que sirvieron para expulsar de la vida pública a los enemigos del régimen comunista. Miles de personas eruditas se vieron obligadas a ejercer labores duras y no cualificadas. Con la discriminación se enfrentaron también sus familiares. En esta edición de 'Legados del Pasado', Testimonios del Presente' les ofreceremos declaraciones de personas que vivieron esta humillación en su propia piel.
Aunque los comunistas no volvieron a utilizar métodos persecutivos tan brutales como en los años cincuenta, restablecieron medidas represivas como la censura, la supresión de diversas organizaciones, controles y purgas políticas.
La 'normalización', como se denominaba este proceso de fortalecimiento de relaciones con la Unión Soviética, perjudicó gravemente los destinos de cientos de miles de checoslovacos.
El sueño de la libertad se desvaneció definitivamente durante el primer aniversario de la invasión soviética, cuando las protestas en diversas ciudades fueron brutalmente suprimidas.El periodista Luboš Příhoda recuerda la intervención realizada en la plaza principal de la ciudad de Liberec, Bohemia del Norte, donde el año anterior habían perdido la vida nueve personas.
“Las autoridades recogieron con horcas los ramos de flores que la gente colocaba en la plaza en memoria de los muertos, y los tiraron. Los agentes de la Seguridad del Estado y, sobre todo, las milicias populares intervinieron en la manifestación. Sacaron porras y apalearon a la gente. Hubo muchos heridos, pero las estadísticas no lo muestran ya que la gente tenía miedo de ir al médico para no ser perseguidos. Muchos fueron detenidos y encarcelados”.
La “purificación de la sociedad”
La influencia política del protagonista principal de la Primavera de Praga, Alexander Dubček, fue paulatinamente debilitada y en abril de 1969 el primer secretario fue sustituido por Gustáv Husák, que cumplió con los deseos de los líderes soviéticos, suprimiendo todas las reformas liberales de su antecesor.Otro paso 'normalizador' consistió en la llamada 'purificación de la sociedad'. Los comunistas iniciaron la búsqueda de enemigos en sus propias filas. Se crearon comisiones especiales que revisaban minuciosamente los perfiles de todos sus miembros.
B: Entre las expulsiones o salidas voluntarias, el Partido Comunista perdió casi una tercera parte de sus miembros. Muchos de ellos fueron excluidos simplemente por pasividad y desinterés.
Fuga de cerebros
Las purgas no se realizaban exclusivamente dentro del partido sino también en otras instituciones como sindicatos, asociaciones artísticas, el Ejército y medios de comunicación.Uno de los casos más conocidos de este descenso laboral fue el del posteriormente presidente checo Václav Havel, un importante personaje de la Primavera de Praga y disidente checoslovaco, que tuvo que dejar su labor de dramaturgo para trabajar de obrero en una cervecera. Havel describió esta época con humor en su obra de drama absurdo 'Audiencia' (Audiencia).
Más de 6.000 soldados que condenaron la invasión soviética fueron expulsados del Ejército y más del 80% de los puestos directivos fueron sustituidos.
La destitución de la élite en todas las esferas laborales se reflejó pronto en el funcionamiento del Estado, según recordó para la Televisión Checa el sociólogo Ivan Fišera.
“Por ejemplo, una gran empresa industrial contaba antes de las purgas con unos 2.700 empleados y al final se quedó solo con siete ingenieros. Las autoridades intentaron compensar esta pérdida contratando a otros, que sin embargo no tenían ni idea de ese trabajo. A estos puestos subía mucha gente intelectual o moralmente deficiente”.Los comunistas impidieron a más de 500.000 personas “incómodas y de mente no socialista” ejercer su trabajo trasladándolos a puestos menos atractivos. Dificultaban asimismo la vida a sus familiares, que en muchos casos perdieron la oportunidad de estudiar en institutos y universidades.
Las solicitudes de inscripciones para estudios contenían una casilla de actitud política de los padres, considerada por el régimen como un factor hereditario.Una situación compleja, teniendo en cuenta que el que no trabajaba ni estudiaba podía ser persegudio por parasitismo. La gravedad de la situación obligó a más de 130.000 personas a abandonar su tierra y comenzar una nueva vida en el extranjero.
Ivan Fišera trabajaba entonces en el Instituto Sociológico que tras la despedida de más del 70% de sus empleados tuvo que cerrar definitivamente sus puertas.
“Incluso nos enteramos de que de las 150 personas despedidas sesenta o setenta eran de origen judío. Así que el partido, que atravesó varias olas del antisemitismo y se mostraba como el más humano, volvió a esa actitud racista”.De la redacción a la fábrica
Otro paso importante para recobrar el poder del Partido Comunista consistió en la influencia en los medios de comunicación. Al mencionar los acontecimientos de la invasión soviética, los periodistas tenían que sustituir la palabra 'ocupación' por el término 'entrada de los ejércitos allegados', y al informar sobre los que murieron a tiros, tenían que utilizar el término 'personas fallecidas en circunstancias trágicas'.
Los periodistas que rechazaron servir al régimen fueron inmediatamente despedidos. Así fue el caso de Luboš Příhoda, según recuerda.“Lo peor fue que encontrar entonces cualquier trabajo costaba mucho. Los empleadores tenían miedo de contratar a personas perseguidas por el régimen. Yo estaba buscando cualquier cosa. Me quedé desempleado durante un mes y cuando pedí el paro, me dijeron que por motivos políticos no me concederían nada. Al final encontré un trabajo como obrero auxiliar en la Cooperativa Agrícola Unitaria de la ciudad de Liberec”.
La Radiodifusión Checa registró también una significante reducción de sus empleados. La mayoría de ellos se retiraron voluntariamente y los puestos líderes fueron reemplazados por gente de confianza para el régimen.
El director de sonido, Josef Vomáčka, recordó para la Radiodifusión Checa la brutal entrada de los soldados soviéticos en 1968 en el edificio de la radio, tras la que surgieron las purgas.
“Rompieron a patadas la puerta y nos pusieron contra la pared. En este momento no teníamos ni idea de lo que pasaría. Luego nos dejaron esperar en la recepción y finalmente nos liberaron. La Radiodifusión Checa sin embargo seguía transmitiendo, ya que los soldados no lograron encontrar dos estudios”.En febrero de 1969 Vomáčka fue despedido y acabó trabajando en una lechería praguense.
La época de la normalización se prolongó hasta 1989, cuando el desacreditado régimen comunista cayó definitivamente. Las tropas soviéticas permanecieron en Checoslovaquia durante dos décadas y se retiraron en 1991.