Postřižinské, la cerveza checa que tiene a Hrabal como principal ingrediente
Para celebrar un nuevo aniversario de su nacimiento, visitamos la mítica fábrica de cerveza de Nymburk en la que el genial escritor Bohumil Hrabal pasó su infancia. Además de recorrer los lugares que inspiraron sus libros y averiguar cómo y cuándo esta marca decidió identificarse con la foto de Hrabal y los nombres de sus personajes, nos enteramos de un muy curioso homenaje que el propio autor se encargó de autorizar.
La fábrica Postřižinské de la ciudad de Nymburk tiene para ofrecer, además de su cerveza, una historia fascinante. Desde la década del veinte, fue el lugar donde trabajó durante mucho tiempo el padre del gran escritor checo Bohumil Hrabal, de cuyo nacimiento se cumplieron esta semana 108 años. Hrabal vivió gran parte de su infancia en ese ámbito tan particular lleno de rincones secretos, personajes inolvidables y una poesía de lo cotidiano que inspiró muchos de sus libros: Tijeretazos (Postřižiny), traducida al español por Monika Zgustová como Personajes en un paisaje de infancia, y que cuenta con la famosa adaptación al cine de Jiří Menzel, La ciudad donde el tiempo se detuvo (Městečko, kde se zastavil čas), Una hermosa tristeza (Krasosmutnění) y Los millones del arlequín (Harlekýnovy milióny). Al igual que su admirado Hrabal, Jan Benák, el actual director de ventas de la compañía, también accedió a la fábrica gracias a su padre.
“Mi padre sigue trabajando aquí en la cervecería y, por supuesto, durante toda su carrera él me llevaba con él, así que empecé a colaborar aquí desde que era adolescente en distintos sectores de la fábrica de cerveza y cuando terminé la universidad empecé a trabajar a tiempo completo en este lugar en donde mi padre empezó a trabajar ya en 1986”.
Una cervecería familiar
En la actualidad, su padre es el director de la fábrica de cerveza, mientras que Jan Benák se encarga de trabajar y negociar con las distintas cadenas, restaurantes y clientes en el extranjero. Además de ser hoy una ciudad muy bonita e interesante que mantiene muchos de los lugares que menciona Hrabal en sus libros (los puentes, las murallas medievales, la iglesia gótica de San Giles y muchas de sus calles), vale la pena visitar Nymburk también para recorrer esta mítica fábrica de cerveza a partir de un tour que empieza en la maltería, tal vez el lugar más fascinante, y termina en los depósitos de embotellamiento. Benák dice que lo interesante de los tours es que la gente puede ver por sus propios ojos no solo cada etapa del proceso de elaboración de la cerveza sino también las tradiciones artesanales que mantiene como, por ejemplo, la de elaborar su propia malta, algo que ya no es tan común. Y, por otro lado, recuerda que, antes de la Revolución de Terciopelo, la cervecería había perdido su conexión con Hrabal porque, a diferencia de lo que sucede hoy, durante el comunismo no era un escritor muy difundido.
“Todo empezó en la década del 90 porque los directivos sabían que tenían que cambiar la cara de la empresa y partían de la ventaja de tener una conexión directa con el entorno de Hrabal y entonces le preguntaron si podían usar como nombre una de sus novelas para renovar su imagen y así fue cómo empezó la conexión actual de la cervecería con Hrabal, pero la conexión histórica se debe a que él pasó nada menos que su infancia aquí en la fábrica”.
En efecto, el padre de Bohumil Hrabal fue contador, luego gerente y finalmente director de la compañía, por lo que la familia tenía una vivienda dentro del complejo que ya no existe porque fue demolida, aunque sí queda en pie una propiedad en la que vivieron ya en la década del cincuenta y, de hecho, queda muy cerca de la cervecería. Cuenta Jan Benák que ese contrato de cesión de los nombres de algunos libros de Hrabal y también de sus personajes se firmó recién en el año 1996 por una cantidad de dinero simbólica.
“Él vivió aquí y esa fue la inspiración para Personajes en un paisaje de infancia: las distintas situaciones, la atmósfera, los diálogos entre los trabajadores… Por supuesto era otra época completamente distinta, pero hoy podemos imaginarla gracias a sus libros que son esos grandes tesoros que nos permiten viajar en el tiempo, no solo a la cervecería sino también a la ciudad de Nymburk y a esa época de las décadas del veinte, treinta y cuarenta”.
El lúpulo hrabaliano
La historia de esta fábrica de cerveza se remonta al año 1895 cuando los ciudadanos de Nymburk advirtieron que la cervecería medieval que tenían en pleno centro antiguo no daba abasto y, entonces, decidieron construir una más grande en lo que por ese entonces era una especie de prado en las afueras de la ciudad. Explica Benák que la meta era alcanzar una capacidad de producción de 30 000 hectolitros por año, algo que en su momento parecía mucho, pero en los últimos cuatro años se multiplicó hasta alcanzar los 200 000 hectolitros por año. Sin embargo, más allá de ese interesante comienzo, lo que realmente da identidad a esta cervecería es precisamente Hrabal, cuya inconfundible foto aparece en logos y botellas de esta marca.
“Esa es la conexión con Hrabal y nosotros tratamos de mantener su legado para las nuevas generaciones. Nos damos cuenta de que es una tarea compleja, porque leer libros y ver películas viejas quizás no resulte tan atractivo hoy y es más complicado que tratar de hacer llegar el legado de Hrabal a través de la degustación de la cerveza, es decir, probando la cerveza”.
De todos modos, Benák aclara que, con la excusa de la cerveza, el objetivo es también que las nuevas generaciones descubran que ese nombre remite a una novela y quizás sientan curiosidad por buscar en Google o en Wikipedia y, tal vez, una persona entre diez o entre cien termine leyendo ese libro o mirando la película. Aunque Benák considera que la adaptación al cine de Tijeretazos la vio gran parte de la sociedad checa, afirma que cuando llegan las excursiones de colegios, son muy pocos los estudiantes que saben algo al respecto. Pero más allá de los cambios generacionales y tecnológicos, lo que permanece es el espíritu de esta cervecería en la que el tiempo, al menos en parte, también se detuvo.
“Yo creo que si el propio Hrabal o su padre entraran ahora a la cervecería reconocerían cada sitio con absoluta facilidad, pero también creo que estarían muy shockeados con los cambios tecnológicos. Ahora bien, si les pidieras ir a la bodega, yo pienso que encontrarían el camino”.
El castillo cervecero
Por poner solo un ejemplo, la fábrica ya no cuenta con aquellos manzanos y ciruelos paradisíacos que Hrabal recordaba en muchas de sus historias. Jan Benák afirma que trabajar en ese sitio es como fabricar cerveza en un hermoso castillo de 1300 años de antigüedad pero que, a veces, al querer conectar las tuberías no se sabe dónde empiezan ni dónde terminan, es decir, puede ser tan atractivo e interesante como poco práctico.
Entre las cervezas inspiradas en la obra de Hrabal se destacan, por ejemplo, la “Pepinova desítka” en honor al entrañable tío Pepin que siempre ostentaba su pasado de soldado imperial mientras bebía y bailaba en las tabernas; una cerveza en homenaje al doctor Gruntorád que, en la película, interpretó el gran actor Rudolf Hrušínský, una láger que salió cuando se cumplieron cien años de su nacimiento, pero fue tan exitosa que aun la mantienen en stock; una variedad fuerte que tiene 5,5% de alcohol y se llama Bogan, como el sobrenombre de Hrabal; y una cerveza color ámbar con un dejo a caramelo a la que bautizaron Něžný Barbar en alusión a su libro Tierno bárbaro. Pero, además de todas esas referencias, la fábrica de cerveza cuenta con un espacio físico muy concreto y particular dedicado al gran escritor checo.
“A finales de los años noventa el manager de la fábrica le preguntó a Hrabal si podían construirle una especie de estatua o busto en la entrada de la cervecería para hacer ver a todo el mundo su conexión con la fábrica, pero Hrabal lo mandó al diablo porque no quería nada de eso, aunque luego lo autorizó a hacerle una pequeña placa a una altura a la que los perros la pudieran mear, y se hizo tal como él quería”.
Además de trabajar en la cervecería, Jan Benák colecciona primeras ediciones de los libros de Hrabal, porque su pasión y su trabajo están absolutamente conectados. Por supuesto, le gusta mucho la novela que da nombre a la cervecería, pero reconoce que lo atrae mucho más el libro Domácí úkoly (Los deberes), aunque le cuesta explicar por qué. Solo cree que llegó a su vida en el momento justo y nada más, como si eso fuera poca cosa.
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