El trotamundos y escritor Otakar Batlicka
En esta edición les hablaremos de Otakar Batlicka, trotamundos y escritor de cuentos de aventura, fusilado por los nazis en el campo de concentración de Mauthausen.
En 1939, una revista juvenil presentaba en los siguientes términos al autor de cuentos de aventura, Otakar Batlicka:
"Como muchacho de quince años huyó de su casa en Praga.Fue grumete, timonel, telegrafista, buscador de oro, pugilista, pescador en barcos británicos y noruegos, buzo en Río de Janeiro, gaucho en el interior argentino, vendedor de sellos en Londres y policía en Shangai."
Otakar Batlicka nació en 1895 en Praga, en familia de un funcionario de una compañía de gas. Desde su adolescencia manifestó un temperamento indomable y una exhuberante imaginación.
Al obtener en 1911 su pasaporte, el adolescente Otakar Batlicka llegó a la conclusión de que una fuga de la casa paterna sería la solución más ideal a sus problemas con el rendimiento escolar. El primer intento de fuga terminó con la detención del adolescente en la frontera. Tras escapar por segunda vez, Otakar fue escoltado por la policía desde la vecina Alemania.
En la primavera de 1914, Otakar Batlicka, en aquel entonces un mozo de 19 años, logró finalmente huir de su hogar, después de haber sustraído dinero a su padre. Otakar viajó con su amigo Josef a las soñadas tierras de América del Sur.
Tras el estallido de la Primera Guerra Mundial, en el verano de 1914, su amigo decidió quedarse en América, pero Otakar Batlicka optó por regresar a Europa, dejándose contratar por el capitán del barco noruego Olaf.
A pesar de navegar bajo el pabellón de un país neutro, Olaf llevaba a bordo un cargamento clandestino de materias primas estratégicas para la industria alemana. En enero de 1915, tras entrar en el Mar del Norte, el barco fue hundido por un acorazado británico.
Faltó poco para que Otakar Batlicka encontrase la muerte en las glaciales aguas del mar. Afortunadamente, los marinos ingleses lo rescataron y Batlicka fue a parar a un campo de prisioneros en la isla de Man.
Y no fuera Batlicka si no intentase fugarse. El aventurero checo escapó a finales de 1917 y vivió algún tiempo en Londres.Terminada la Primera Guerra Mundial, regresó en 1920 a Checoslovaquia.
La tempestuosa juventud de Otakar Batlicka marcó sus posteriores destinos. A pesar de dominar siete lenguas, vivió sólo de empleos ocasionales: sereno, revisor, conductor de tranvía, dueño de una escuela de boxeo. Actuó también en películas.
Batlicka se dedicó desde 1929 a la radiotelegrafía y su carrera literaria tuvo su inicio precisamente gracias a los artículos para radioaficionados que publicaba en la revista juvenil Mladý Hlasatel. Sus dueños se percataron de inmediato de que Batlicka era un autor ideal de literatura juvenil.
Otakar Batlicka empezó a publicar en Mladý Hlasatel en 1939 y en tres años escribió 150 cuentos. El filón de sus temas parecía inagotable. Describía aventuras de hombres de nervios de acero y puños de hierro. Sus protagonistas eran audaces y valientes, y al mismo tiempo sinceros, honestos y justos. Entre los lectores juveniles, sus cuentos siguen siendo populares hasta el día de hoy.
El 15 de marzo de 1939, las tierras checas fueron ocupadas por la Alemania nazi. Otakar Batlicka se incorporó a la organización de resistencia antinazi "Defensa de la Nación". Durante dos años operó un radioemisor clandestino que mantenía contacto con el centro de la resistencia checoslovaca en Londres.
La Gestapo detuvo a Otakar Batlicka el 14 de octubre de 1941, durante la primera ola de terror, desencadenada por el nuevo Protector del Reich, Reinhard Heydrich. A finales de 1942 fue deportado a uno de los más temibles campos de concentración nazis, Mauthausen, cerca de Linz.
La Gestapo había estampado a su expediente las tenebrosas siglas R.U.- Rückkehr unerwünscht- retorno indeseable. Según la notificación oficial recibida por su esposa, Otakar Batlicka fue fusilado en Mauthausen en febrero de 1942. Los testigos declararon posteriormente que los atroces carceleros nazis no habían logrado doblegarle. Terminada la contienda mundial, Otakar Batlicka fue condecorado a título póstumo con la Cruz de Guerra checoslovaca.