Mi dulce pueblito: una firma de película para chuparse los dedos

Roberto Jakubek rinde homenaje a sus abuelos checos

Descendiente de checos por parte de padre y madre, el argentino Roberto Jakubek decidió homenajear a sus abuelos con Mi dulce pueblito, un hermoso  emprendimiento a través del cual deleita, no solo a la comunidad checa en su país, sino también a muchas otras personas que quizás ni conocen el nombre de esos dulces que prepara, pero no pueden evitar que, al verlos, se les haga agua la boca.

Mi dulce pueblito | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

Aunque gran parte de su vida se ha desempeñado como ingeniero químico, el argentino Roberto Jakubek cuenta con un súper talento que recién comenzó a compartir en público a raíz de las posibilidades que abrió Expo América ‘92, un megaevento que realizó el por entonces gobierno argentino de Carlos Menem por los quinientos años de la llegada de Colón a América e incluyó un homenaje al fuerte componente inmigratorio de aquel país latinoamericano.

“Fueron varios días de eventos en los cuales mis padres fueron convocados e hicieron una escena teatral acerca de cómo habían llegado a la Argentina los paisanos de la misma colectividad, cómo se encontraban. Cada colectividad armaba un acto y hacía una representación y la colectividad checa en Buenos Aires tiene varias sociedades, dentro de las cuales una se llama Sokol, y mis abuelos, tanto por parte de mi madre como de mi padre, fueron sokolistas, allá y acá. De hecho, el padre de mi papá se convirtió en 1926 en presidente del club Sokol de Buenos Aires”.

Roberto Jakubek y sus deliciosos dulces checos | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

Agrega Roberto que, tal como suele suceder con los clubes checos, Sokol tenía un conjunto de baile muy activo que, a partir de ese mismo evento, volvió a reunirse y a realizar distintas actividades con mucha más frecuencia. Y aunque afirma que, en Argentina, existían ciertos vínculos entre algunos de los clubes checos, él aún no conocía a ese grupo de baile al que también se terminaría uniendo a partir de la inesperada propuesta que le hizo otra descendiente de checos.

“Marta Jančová me dice: ‘Mira, necesito una pareja con trajes típicos, tienen que estar parados porque va a pasar el presidente Carlos Menem por un puente que conecta la Casa de Gobierno con el evento’. Entonces, él venía caminando desde la Casa de Gobierno, pasaba por ahí y todas las colectividades con sus trajes típicos le hacían de escolta. Ella tenía a su hija con el vestido típico de mujer y le faltaba un varón. Yo le dije que sí, me probé el traje típico, me lo ajusté un poco y me paré ahí con esta chica, Miriam, que hoy es amiga mía. Nos paramos los dos, pasó Menem y listo”.

Volver a las raíces

Vista aérea de Buenos Aires | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

Lo que no se detuvo fue, por el contrario, su participación con ese grupo de baile que comenzó a realizar varias giras por distintos sitios de Buenos Aires y otras provincias argentinas. Al mismo tiempo, Roberto tuvo la posibilidad de conocer a un montón de gente que hoy son sus amigos y eran, a su vez, hijos de los amigos de su padre, aunque él ni siquiera los conocía antes del evento. Es decir que, tal como él mismo cuenta, todo se empezaba a entrelazar creándose entre los clubes un gran espíritu de camaradería. De hecho, en esa época empezó a entrar en contacto también con la Embajada checa en Buenos Aires.

Edita Hrdá | Foto: Agencia de RR.EE. checo

“Entonces se empezaron a realizar fiestas de colectividades en el barrio de Palermo, en las que cada colectividad ponía su stand e invitaban a vender sus cosas típicas: artesanías, comidas… lo que fuera. Y nosotros llevamos lo que se hacía en casa, y lo llevabas y se vendía; y entonces empecé a ver que la gente, a pesar de que había unos cincuenta stands, venía a buscar nuestros productos”.

En otras palabras, gracias a esos eventos que empezaron a surgir como resultado de la Feria Expo América 92, Roberto se dio cuenta de que las delicias checas que él había visto preparar durante tanto tiempo en su casa y ahora empezaba a hacer él mismo, eran muy requeridas. Ahí fue que se le ocurrió la idea de empezar un emprendimiento. Sin embargo, recuerda, en ese sentido, un día crucial y fue cuando lo citaron de la Embajada checa en Buenos Aires para tener una reunión y mostrar sus habilidades culinarias. Luego de trabajar con mucho esmero, llevó a ese encuentro varios dulces que, él mismo cuenta orgulloso, terminó elogiando nada menos que la, por entonces, embajadora Edita Hrdá.

“Probó, le gustó. ‘Qué bueno que está’, decía. Y, desde entonces, cada vez que la embajada tenía un evento me llamaba para que le cocinásemos y ahora, luego de un tiempo, sigue siendo así porque, en los últimos eventos que hubo en la embajada, me pidieron perníčky y rohlíčky”.

De generación en generación

“Lo que más se vende es el makovec y, aunque acá no lo conocen, al probarlo se quedan fascinados”.

Como sucede con esas recetas u oficios familiares que se van transmitiendo de generación en generación, cuenta Roberto que, al principio, los que cocinaban los dulces eran sus padres. De hecho, recuerda que, en una época, él se fue a trabajar tres años a Italia y, durante ese tiempo, su madre había logrado pagarse la cobertura de salud con los ingresos que le generaban las delicias checas. En la actualidad, el emprendimiento Mi dulce pueblito lo dirige él mismo y también su esposa que, aunque no tiene raíces checas, de tanto amasar ya se convirtió en una experta. En ese sentido, asegura Roberto que la oferta de productos es tan amplia que una sola persona no daría abasto con tanto trabajo.

Algunas de las delicias de Mi dulce pueblito  | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

“Principalmente las cosas que más se venden, sobre todo porque acá no se conocen, es el makovec y, cuando les explicas que tiene semillas de amapola, no te entienden, pero luego al probarla se dan cuenta de lo que es y se quedan fascinados. Después, el strudel de manzana. También se venden mucho los rohlíčky de vainilla y los perníčky. La torta morava no tanto porque no la promocionamos”.

Torta morava,  una receta personal basada en la torta galesa pero con un toque de slivovice  | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

Esa torta morava es una receta muy particular de Mi dulce pueblito que toma como base la torta galesa, aunque sin dejar de agregar un toque checo distintivo: el relleno de licor de slivovice. Y si no la promocionan no es porque no le tengan fe sino más bien al contrario: como, por el momento, no cuentan con tanta infraestructura, reconoce Roberto que, al menos hasta que hagan una inversión muy fuerte en maquinaria y espacio, no están en condiciones de asumir tantos pedidos.

En nombre de los abuelos

“Mi idea es con esto homenajear a mis abuelos checos, eso es un poco la base de todo”.

Detrás del talento gastronómico de Roberto y su esposa laten años de una vocación familiar que se remonta nada menos que a sus abuelos. Los padres de su madre eran cocineros: él panadero y ella cocinera en Brušperk; mientras que su abuela paterna cocinaba para un noble de Praga. Esa abuela falleció antes de que él naciera y revela Roberto que de su abuelo paterno conserva un único recuerdo y es cuando siendo él muy chico, lo llevaba de una punta a otra de la casa en brazos mientras cantaba y tocaba la armónica. Lo cierto es que sí recuerda mucho más a los padres de su mamá porque, además, vivían en la misma casa con él.

“Mi idea es con esto homenajear a mis abuelos, eso es un poco la base de todo. Y, principalmente a mi abuela, la madre de mi mamá, que es con quien más relación tuve y fue la última que falleció. Era un ángel como persona, era muy particular”.

Brušperk | Foto: Martin Veselka,  Wikimedia Commons,  CC BY-NC 4.0

Esa abuela tan cercana murió a los 92 años y Roberto la define como una persona muy sabia y tan trabajadora que era capaz de ponerse a hacer montones de dulces en cualquier momento del día. Cuenta que además era soprano en una capilla de Brušperk. Él tuvo la posibilidad de visitar el dulce pueblito de sus abuelos en el año 2015 y, con la voz quebrada, solo alcanza a decir que sintió una emoción absoluta. Esa misma emoción es la que siente al preparar las exquisiteces que han elogiado incluso personas que nada tienen que ver con la comunidad checa. De hecho, asegura Roberto que, a veces, los llama gente que él no tiene ni idea de cómo han conseguido su contacto. De eso se trata, justamente, el más que merecido boca a boca.

Vanilkové rohlíčky,  el producto estrella del emprendimiento | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International
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