Los checoslovacos en la Guerra Civil Española

En breve se cumplirán 78 años desde el inicio del conflicto que dividió y radicalizó a la sociedad española. En la Guerra Civil tomaron parte más de mil voluntarios checoslovacos, que lucharon a favor de los republicanos en las Brigadas Internacionales. En los siguientes minutos hablaremos de los motivos, que los impulsaron a participar en el conflicto, así como de sus destinos cuando pasaron de héroes a enemigos del régimen comunista.

La Guerra Civil Española,  foto: Mikhail Koltsov,  Free Domain
La Guerra Civil Española tuvo dimensiones internacionales, puesto que contó con la participación de voluntarios de todo el mundo. En aquel tiempo, muchos de los que veían con temor el creciente poder de la Alemania nazi, se dirigieron a España para luchar contra Franco, y así impedir la expansión de la ideología fascista.

Los voluntarios se integraron en las Brigadas Internacionales, cuyo establecimiento fue impulsado por la Internacional Comunista. En la guerra, sin embargo, participó gente de diversa orientación política, según señala el historiador y traductor, Jiří Nedvěd.



Fuente: Goelro,  Wikimedia CC BY-SA 3.0
“Antes de que la Internacional Comunista interviniera en el conflicto, a favor de la República ya habían luchado miles de milicias antifascistas como las anarquistas, las comunistas, las socialistas o las POUM, el Partido Obrero de Unificación Marxista. Un caso ejemplar es el del escritor George Orwell, que luchó en estas últimas”.

En octubre de 1936 los partidos comunistas de todo el mundo lanzaron con gran éxito una campaña de reclutamiento. A finales de mes ya se contaba con cientos de voluntarios de diversas nacionalidades. A lo largo de la guerra llegaron a ser entre 30 y 40 mil.

Las primeras decenas de voluntarios checoslovacos procedían de milicias antifascistas y se marcharon a España espontáneamente justo tras estallar la guerra, en verano de 1936.

Los checoslovacos en la Guerra Civil Española
El mayor número de voluntarios ingresó en otoño del mismo año, cuando el Partido Comunista Checo estableció el Comité de Ayuda a la España Democrática, y bajo el lema 'En las puertas a Madrid se lucha también por Praga' puso en marcha reclutamientos de voluntarios.

“Según los últimos registros de los años noventa, en el conflicto participaron más de 2.200 personas reclutadas en Checoslovaquia. La mitad de los voluntarios eran de nacionalidad checa, aproximadamente un 20% eran alemanes y eslovacos, y el resto lo formaban rusos, húngaros y polacos. Entre ellos predominaban personas de clase obrera y desempleados, pero se contó también con artesanos, funcionarios y periodistas”.

Adolf Vodička,  foto: Archivo de la Memoria de la Nación
Según la historiografía comunista, el motivo principal de los voluntarios para participar en el conflicto se basó en su convicción antifascista. Ese fue también el caso de Adolf Vodička, un voluntario que dio su testimonio sobre la guerra a la Televisión Checa.

“En cuanto Hitler llegó al poder, los alemanes en Checoslovaquia empezaron a provocar conflictos, que desembocaron en muchas reyertas. Sabíamos que si el fascismo ganaba en España, la próxima vez podría ocurrir en Checoslovaquia. Ese fue uno de los motivos principales por lo que cogí el arma y me dirigí a luchar a España”.

El odio al fascismo, espíritus heroicos, pero también huidas ante persecuciones penales o la aflictiva situación económica surgida tras la Gran Depresión. Los motivos de ingresar en las Brigadas Internacionales fueron diversos, según indica Jiří Nedvěd.

“Muchos de los brigadistas carecían de empleo, al igual que de una visión positiva del futuro. Otro impulso probablemente tuvo que ver con el carácter aventurero de algunos, ya que cientos de brigadistas procedían de las filas del movimiento scout y similares. Sin duda se pueden desmentir las difamaciones que aparecían en la prensa de derechas de Checoslovaquia, y que declaraban que la gente se dirigía a España ante todo para ganarse la vida como mercenarios”.

A diferencia de otras nacionalidades, los voluntarios checoslovacos integraban un grupo políticamente variado. Mientras que las milicias italianas, alemanas o yugoslavas estaban formadas entre un 80 y un 90 % de comunistas, en las unidades checas las personas con esta orientación política eran aproximadamente un 20%, y de estos algunos se veían obligados a marchar a la guerra por orden del Partido Comunista. Durante el transcurso del conflicto su número fue incrementándose, pero los comunistas nunca llegaron a alcanzar la mayoría, habiendo voluntarios de partidos tanto de izquierdas como de derechas.

El ingreso de los voluntarios checoslovacos en las Brigadas Internacionales pronto se vio complicado, dado que la postura oficial neutral de Checoslovaquia impedía intervenir en el conflicto y enrolarse en un ejército extranjero quedaba prohibido por la ley. Por tanto, el Partido Comunista Checoslovaco llegó a ser el blanco de investigaciones policiales y el proceso de reclutamiento atravesó serias dificultades.

“Los interesados en ingresar en las Brigadas Internacionales tenían que pedir pasaportes. Los que no los llegaron a obtener, tuvieron que optar por salida ilegal. El Partido Comunista reunió a los voluntarios en Praga y de allí fueron trasladados a Francia, donde se ocupó de ellos el aparato del Partido Comunista francés”.

Para llegar a España hubo dos caminos, según recuerda el ex brigadista, Adolf Vodička.

“Desde Francia a los Pirineos nos fuimos en autobús. Allí nos advirtieron de que habría que subir a una altura de 2.000 metros y en los últimos 500 metros habría nieve. Los que no se encontraban en condiciones pudieron coger un barco. Yo opté por pasar por los Pirineos”.

La Guerra Civil Española,  foto: Mikhail Koltsov,  Free Domain
Los primeros checoslovacos lucharon en las unidades alemanas y polacas. Al juntarse suficientes hombres, se formaron unidades meramente checoslovacas. Se contó con el pelotón de infantería de Gottwald, el batallón de Tomáš Garrigue Masaryk, una unidad antiaérea y una batería artillera. El aporte de las Brigadas Internacionales fue significativo, según indica Jiří Nedvěd.

“Las Brigadas Internacionales estaban compuestas por individuos muy motivados, que llegaron a España con motivo de luchar y no pasar tiempo en las bases. Por tanto, lucharon en los tramos más dificultosos como en Jarama y Teruel. Allí sufrieron muchas pérdidas. En noviembre de 1936 tomaron parte en la lucha por Madrid donde se llegó a rechazar el ataque de Franco”.

Ernest Hemingway,  foto: Lloyd Arnold,  Free Domain
Adolf Vodička también rememoró su encuentro con Ernest Hemingway durante sus hazañas bélicas.

“Una vez estábamos trasladando a unos heridos, cuando de repente nos adelantaron unos coches. Al vernos, pararon y se presentaron como periodistas de Inglaterra, Francia y los Estados Unidos. El estadounidense era Hemingway. Dejaron los coches para los heridos y mandaron a llevarlos al hospital. Luego se marcharon con nosotros andando y nos pidieron que les contaramos nuestras experiencias”.

En otoño de 1938, conforme la guerra se toríca para la República, el Gobierno español empezó a retirar a los voluntarios internacionales de los frentes españoles, enviándolos a campos de concentración en Francia. En uno de ellos acabó también Adolf Vodička.

El campo de Gurs,  foto: Jean Michel Etchecolonea,  Wikimedia CC BY-SA 3.0
“Nos llevaron a un campo muy miserable y con una comida todavía peor. En dos semanas nos trasladaron al campo de Gurs donde ya dispusimos de casas, camas, mantas y cocinas. Allí ya nos trataron como a personas que atravesaban una situación dificultosa y cuando les contamos sobre nuestras aventuras en España no paraban a felicitarnos”.

Tras la vuelta a Checoslovaquia el destino de los “Španěláci”, como se apodaba a los voluntarios que habían luchado en España, fue muy diverso, según detalla Jiří Nedvěd.

“Justo tras el final de la Segunda Guerra Mundial se les festejaba como antecesores de la lucha contra Hitler. Esa percepción se reforzó en febrero de 1948 tras la llegada de los comunistas al poder y algunos brigadistas incluso llegaron a ocupar importantes puestos en el aparato estatal”.

Adolf Vodička,  foto: ČT24
A principios de los años cincuenta la situación se desbarató a causa del proceso de búsqueda de enemigos internos en el Partido impulsado por el régimen estalinista.

Los ex brigadistas llegaron a ser el blanco más oportuno de las sospechas, ya que durante la guerra se encontraban en España, fuera del control del Partido Comunista, y además en un sitio con presencia de muchos anarquistas, trotskistas y otros enemigos del régimen estalinista. Adolf Vodička entonces trabajaba en el Ministerio del Interior.

“Al Ministerio acudió un grupo de funcionarios que pidieron la expulsión de todos los 'španěláci' y de los judíos. Yo le pregunté a uno qué relación había entre los dos y me contestó que todos eran traidores”.

Juan Carlos I,  foto: Andrus_Ansip,  Wikimedia CC BY 2.0
Los ex brigadistas tuvieron que enfrentarse a acusaciones de ser espías alemanes, británicos o estadounidenses. Al principio de los años cincuenta el régimen puso en marcha persecuciones masivas. Los que antes habían ocupado cargos altos en el Gobierno comunista, se llevaron las condenas más duras.

Al principio de la década siguiente, los ex brigadistas volvieron a gozar de buen nombre al tomar parte en la corriente reformista en el Partido Comunista, que desembocó en 1968 en la Primavera de Praga. Tras la normalización introducida el año siguiente volvieron a ser personas incómodas para el régimen.

El último reconocimiento les llegó en los años noventa, al ser galardonados los veteranos supervivientes por el entonces Rey español, Juan Carlos I.