Jan Hřebejk: “La mayor habilidad de Miloš Forman es su forma de combinar tragedia y comedia”
El cineasta Miloš Forman habría cumplido este viernes 90 años. Uno de sus discípulos más aventajados en la escena nacional, el realizador Jan Hřebejk, habló para Radio Praga Internacional sobre el autor de Amadeus o Alguien voló sobre el nido del cuco, de su admiración por las dotes naturales para la narración de Forman y de su relación con el ganador de dos Oscar a mejor director.
El 18 de febrero de 1932 nació en la localidad bohemia de Čáslav Miloš Forman, una figura sin la que sería imposible entender la cinematografía checa, pero que, además, fue, sin discusión, una de las grandes referencias a nivel mundial en las décadas de los 70 y los 80.
Cuatro años después de la desaparición del cineasta a los 86 años de edad, su figura y su obra siguen adquiriendo cada vez mayor tamaño, porque sus películas han conseguido algo que es muy difícil de lograr, explicó a Radio Praga Internacional el director Jan Hřebejk.
“Lo mejor es que uno ve estas películas 30 años después y no dejan de gustarte y siempre se descubre algo distinto. No envejecen nunca. Me refiero más a las estadounidenses, porque con sus películas checas depende de la relación que uno tenga con ellas. Por supuesto, entiendo que alguien de 17 años vea Pedro el negro, y le parezca del siglo XV con el blanco y negro y aquella gente que puede sentir distante. Pero si tomas Alguien voló sobre el nido del cuco o Amadeus, podían haber sido rodadas ayer”.
El director de ya clásicos contemporáneos del cine checo como Nidos de peluche (Pelíšky) o El amor en tiempos de odio (Musíme si pomáhat) destacó lo que considera más importante en el cine de Forman.
“Creo que la mayor habilidad de este gran narrador que es Forman, es su forma de combinar la tragedia con la comedia. Sus películas son extraordinariamente divertidas, empezando por las checas, pero también las más famosas. Amadeus y Alguien voló sobre el nido del cuco están llenas de momentos divertidos. Pero también de otras escenas en las que te deja sin respiración o que te quedas helado. Yo creo que él sabía hacer esto como pocos otros a nivel mundial”.
Si hablamos de tragedias, Forman tuvo la desgracia de conocer bien lo que esto significaba. Su propia biografía también te puede dejar helado, ya que sus dos padres murieron en campos de concentración nazis cuando él apenas tenía 10 años.
Si hablamos de tragedias, Forman tuvo la desgracia de conocer bien lo que esto significaba. Su propia biografía también te puede dejar helado, ya que sus dos padres murieron en campos de concentración nazis cuando él apenas tenía 10 años.
En el colegio en el que estudió después internado en Poděbrady, curiosamente tuvo de compañeros de clase a otras figuras que también terminarían trascendiendo a nivel internacional y que, como él, serían grandes nombres ligados a la disidencia al comunismo: por un lado, ni más ni menos que el dramaturgo y presidente Václav Havel, y por otro, los hermanos Mašín, que formarían un importante grupo armado anticomunista y que, como Forman, terminarían huyendo y refugiándose en Estados Unidos.
El alma de la Nueva Ola checoslovaca
Pero mucho antes de llegar a Estados Unidos se produjo la aparición de Miloš Forman en la escena cinematográfica nacional. Junto a sus compañeros de la escuela de cine de Praga, la FAMU, conformó una generación revolucionaria que puso patas arriba el cine checoslovaco, destaca Hřebejk.
“En la época en la que en Chequia se hacían películas en estudio bastante artificiales o rebuscadas, él fue de los primeros creadores de la Nueva Ola checoslovaca que llegó con ese encanto de la cotidianeidad y con esa tragicomicidad en los relatos. Muchos lo imitaron, pero no tenían tanto talento”.
Dice Hřebejk que cada una de las películas de Forman en su etapa checoslovaca, esto es, Pedro el negro, Los amores de una rubia y ¡Al fuego, bomberos!, se cuentan entre las diez mejores de la cinematografía del país.
Fue la última de ellas, que Hřebejk considera la mejor del cine checo de siempre, le trajo innumerables quebraderos de cabeza al realizador por la mala reacción que provocó en el régimen comunista, que nunca se caracterizó por su sentido del humor ni por aceptar bien las críticas o lo que considerara como tales. El Gobierno empezó a asfixiar tanto económica como legalmente a Forman, que finalmente optó por hacer las maletas y emigrar.
Lo cierto es que Forman ya se había hecho un nombre fuera de Checoslovaquia, como queda patente con la nominación a los Oscar tanto de Los amores de una rubia, que también peleó por un Globo de Oro, como de ¡Al fuego, bomberos!
Su carrera en Estados Unidos pudo tardar un poco en despegar, pero cuando lo hizo, se asentó para siempre como uno de los directores de referencia de Hollywood. La película Alguien voló sobre el nido del cuco (Atrapado sin salida, en Latinoamérica), de 1975, cosechó cinco Oscar con un inolvidable Jack Nicholson en un internado psiquiátrico. Después llegaron otros éxitos como Hair y Ragtime.
Vuelta a la Checoslovaquia comunista por la puerta grande
Su fama era tan descomunal que para su siguiente producción, Amadeus, sería el propio régimen de su país natal el que le pondría todas las facilidades para rodarla en la aún totalitaria Checoslovaquia. Ese clásico en el que brillan con luz propia la misma ciudad de Praga o la localidad de Kroměříž, encumbraría aún más al director, después de que se llevara ocho Oscar.
El aplastante éxito internacional de Forman, como suele ocurrir, levantó también ciertas desconfianzas entre los propios admiradores de su primer cine experimental. Jan Hřebejk no fue una excepción, reconoce.
“Os voy a contar una cosa, y es que alguna de esas películas eran tan famosas, y lo siguen siendo, que cuando vi por primera vez vi Alguien voló sobre el nido del cuco en alguna cinta VHS que alguien habría grabado con aquellas malas traducciones, realmente no es que me encantara, no fui capaz de valorarla. Seguramente la reputación que le precedía era mayor de lo que en un principio fui capaz de ver yo en ella. Pero sí la valoré cuando la vi por segunda o tercera vez”.
Lo que le sucedió de nuevo con Amadeus años después, dice.
“Lo mismo me pasó con Amadeus. Había tantas colas en el cine que no había forma de verla. Me decían que todo el mundo se quedaba sentado llorando hasta que se acababan los títulos de crédito. Y cuando la vi por primera vez, no es que me decepcionara, eso no, pero cuando la vi por segunda, por tercera o por cuarta vez, cada vez me gustaba más. Y eso es algo que me pasa con Forman, que puedo ver sus películas una y otra vez”.
En Checoslovaquia se acusaba a Miloš Forman de haberse amoldado a los gustos de Hollywood y haber traicionado su propia esencia como director. A día de hoy, Jan Hřebejk no puede estar más en desacuerdo.
“Que su modo de contar historias había cambiado demasiado era algo que muchos decían, que había tenido que adaptarse completamente. Pues claro que sí. Pero tengo la sensación de que Forman estuvo contando siempre lo mismo en las películas. Pero en Chequia lo hacía en checo, aunque se le entendía fuera. Y luego en Estados Unidos cambió a otro lenguaje, otro modo de narración, porque la dramaturgia anglosajona es distinta, ya que en Europa se presupone que el espectador lo sabe todo, y en Estados Unidos que no sabe nada. Y eso es lo correcto, porque el espectador realmente no sabe nada”.
La primera película de Forman en Estados Unidos, Juventud sin esperanza (Taking off), es una demostración para Hřebejk de esa transformación por la que tuvo que pasar el cineasta.
“Taking off, que es una película que me encanta, me parece que todavía es un filme checo, o europeo, pero en lengua inglesa. Pero Alguien voló sobre el nido del cuco, Ragtime, Hair y, por supuesto, Amadeus, es otra forma de narración. Aunque el tema y la maestría del creador es la misma. Cuando ves una serie en televisión, la mayoría de los directores son intercambiables. Hacen cosas fantásticas, pero a menudo se cambian los directores de un capítulo a otro, cambian hasta los guionistas, y son todos muy buenos. Pero con Forman todo mantiene su personalidad. Sencillamente, las películas de Miloš Forman son reconocibles”.
La época más tardía de Forman, a partir de los 90, ya no supuso un impacto comparable, pero dejó grandes títulos como Los fantasmas de Goya o El escándalo de Larry Flint. Hřebejk, por su parte, se declara un admirador incondicional de Man on the Moon, también de ese periodo.
La casualidad quiso que la última mujer de Miloš Forman fuera una antigua compañera de clase de Hřebejk en la Academia de Cine de Praga. Gracias a ello tuvo la oportunidad de compartir bastantes charlas con su ídolo de juventud. Así recuerda Hřebejk a Forman.
“A fin de cuentas era un excelente narrador y, de la misma forma que en sus películas, cuando contaba algo era increíblemente interesante y, además, tenía una bonita voz. Así que lo recuerdo así, como un excelente narrador con un gran sentido del humor, pero que también sabía escuchar. A mí me preguntaba por lo que se estaba haciendo ahora… Hay que decir que, como pasa con todos los genios, era muy majo cuando quería. Pero cuando estaba de buen humor, era alguien fantástico para conversar y me alegro por cada momento que pasé en su compañía, no porque fuera famoso y por todos los premios y Oscar que le pudieran dar, sino porque era un tipo inolvidable”.
Inolvidable y, a los 90 años de su nacimiento, si lo prefieren, eterno, como sus atemporales películas.
Correos Checos emitió un sello para conmemorar el 90 aniversario del nacimiento de Miloš Forman. El diseño es obra de la artista Eva Hašková. Su valor nominal es de 19 coronas y se han impreso 750 000 ejemplares.