El violinista Eduardo García Salas se pone el traje de historiador en homenaje a Josef Forbelský
Inspirado por un libro del destacado hispanista Josef Forbelský sobre Baltasar Marradas, el músico Eduardo García Salas aprovechó un viaje de trabajo a Malta para seguir el rastro de una supuesta hija del noble que, al parecer, vivía en un convento de ese país. Además de confirmar el dato y redescubrir su pasión por la historia, García Salas volvió con mucha información y una especie de trama policial que nos presenta en esta entrevista.
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Un claro indicio de que los hispanistas checos están haciendo un gran trabajo es comprobar que la pasión que ponen al servicio del conocimiento trasciende el ámbito de su propio país para empezar a inspirar, incluso, a los propios españoles o hispanoamericanos. Y eso es precisamente lo que consiguió, por ejemplo, Josef Forbelský, destacado traductor e hispanista que falleció el año pasado a los 91 años, y a quien el violinista español Eduardo García Salas recuerda con admiración y agradecimiento.
“El profesor Josef Forbelský fue una persona magnífica, un gentleman en toda regla. Yo lo conocí a través de un libro que precisamente habla de Baltasar Marradas, un libro sobre españoles, checos y Bohemia. Y él, que era hispanista y traducía a Cervantes y los clásicos, en ese hace de historiador porque busca en millones de archivos para investigar la vida de ese soldado que no era muy conocido entonces, que fue de España a Bohemia, convirtiéndose en representante del prior y recibió el castillo de Hluboka nad Vltavou que es el segundo más grande de Chequia. Forbelský hace un trabajo fantástico con los archivos de Madrid y Praga”.
“El profesor Josef Forbelský fue una persona magnífica, un gentleman en toda regla”.
Cuenta García Salas que el propio Forbelský solía decirle que su problema fue que, durante el comunismo, no le permitían viajar para realizar sus investigaciones y, cuando cayó el régimen, ya estaba muy mayor para hacerlo. En cuanto a Baltasar Marradas, lo define como un guerrero que se hizo Caballero de la Orden de Malta en 1587 y llegó a Bohemia a finales del siglo XVI, alrededor del año 1590. Además, fue también mecenas de arte y estuvo, por ejemplo, en la inauguración de los cuadros de Rubens en la Iglesia de santo Tomás en Malá Strana. Eduardo García Salas heredó su interés en este personaje del propio Forbelský, que murió el 14 de noviembre del año pasado, justamente un día antes de un viaje clave que hizo García Salas a Malta. En principio, como músico, aunque lo cierto es que, una vez allí, terminaría aflorando como nunca su propia faceta de historiador.
“Entonces, qué pasa, yo estoy en el avión y tenía un libro que pone que Marradas tuvo una hija monja en un monasterio de Malta, eso es lo que pone Forbelský, pero no quién era ni en qué monasterio. Y, yo digo, si estoy volando a Malta quiero seguir la huella de Forbelský y dedicárselo a él y cuando hablo con historiadores de ahí me dicen que es como buscar una aguja en un pajar, es imposible. Pero no paré de buscar cosas y mientras buscaba a la monja encontraba otros documentos”.
Así fue que, gracias a una notable cadena de colaboradores entre los cuales había, por ejemplo, religiosos y profesores, García Salas terminó enterándose de que, en una lista de monjas del monasterio de Santa Catalina del año 1635, la número 35 era una tal Magdalena Marradas, gracias a un recuento que se había hecho a propósito de una visita pastoral del obispo de Malta. Ese dato venía a confirmar la información de Forbelský quien, según García Salas, se había enterado a su vez por un artículo periodístico de 1924 que citaba el codicilo testamentario de Baltasar Marradas que Salas logró comprar, recientemente, junto a unas cartas de él en un anticuario de Oviedo.
“En ese entonces, en la época del siglo XVII, los caballeros hacían un voto de castidad, entonces, en el testamento, Marradas no deja nada a ningún hijo ni hija, simplemente a su sobrino lo hace heredero universal en el testamento que encontré el 3 de julio. Pero en el codicilo, que es un anexo a ese testamento, sí que sale el hijo bastardo que tuvo con una señora llamada Dorotea en Budějovice, y que se llamaba Gaspar Baltasar Marradas, y también pone que deja 1500 florines a una hija y a su madre que vive una vida retirada y santa en Malta”.
“En Malta quise seguir la huella de Forbelský y encontrar a la hija de Marradas, pero al hablar con historiadores de ahí me decían que era como buscar una aguja en un pajar”.
Aunque esa es, precisamente, una de las cuestiones que está investigando, la hipótesis de García Salas es que la madre también era una monja maltesa, pero otro dato curioso que encontró es que, en 1627, la hija de Marradas se vio involucrada en un proceso judicial por haber intentado envenenar a sor Francesca Mellia con arsénico en un plato de tallarines. En su opinión, ese intento de asesinato podría tener algo que ver con la suma de dinero que le pasaba mensualmente su padre. En todo caso, es muy interesante el proceso mediante el cual el músico y violinista Eduardo García Salas se empezó a convertir, de a poco, en un historiador que compra documentos antiguos, revisa archivos y hasta aprende a leer escritos del siglo XVII, estimulado no solo por el trabajo pionero de Forbelský sino también por algunas curiosas coincidencias que, desde hace tiempo, empezó a descubrir entre España y Chequia, su país de adopción.
“Cuando era joven me acuerdo que la historia me encantaba en mi colegio en Lleida y, estando en la boda de mi prima Soraya en un pueblo en la provincia de Soria, en España, veo que en el altar hay una estatua del Niño Jesús de Praga, pequeñita y policromada, y el sacerdote me cuenta que lo habían encontrado en la sacristía y, luego de limpiarlo un poco, lo pusieron en el altar mayor. El conde que lleva al Niño Jesús de Praga a ese pueblo de mi madre se llama Don Juan Manrique de Lara y Cardona, y este señor es primo cuarto de María Manrique de Lara que trajo a Praga al Niño Jesús: misma familia, mismo tatarabuelo y, aún más sorprendente, su prima se llama Margarita de Cardona y era la mujer de Adam de Liechtenstein de Mikulov, que, de hecho, mandó a enterrar a sus suegros en la catedral de Praga, en la capilla de San Segismundo”.
Uno de los planes de Eduardo García Salas es preparar una exposición, precisamente, sobre la vida de Baltasar Marradas que, en un principio, estaba prevista para el mes de agosto, pero calcula que recién se inaugurará el año que viene. Al mismo tiempo, para homenajear al gran hispanista checo y también ayudar a difundir la vida de Marradas, está planeando hacer traducir tanto al inglés como al español el libro de Forbelský.
“En Lleida hay gente que se llama Marradas aún y, entonces, una vez conocí a una señora que me preguntó dónde estaba nuestro castillo y vinieron aquí e hicieron la ruta Marradas, que fue ir a ver, por ejemplo, el castillo de Hluboká nad Vltavou y la iglesia del Niño Jesús. En la iglesia del Niño Jesús de Praga, que es tan famosísima, tienes arriba el escudo de armas de Baltasar Marradas”.
De hecho, agrega García Salas que ese noble que terminó convirtiéndose nada menos que en gobernador de Bohemia, financió la fachada de la iglesia del Niño de Jesús de Praga donde, además, puede verse, en muchos rincones, la famosa Cruz de Malta. En su opinión, dentro del vínculo entre España y República Checa se trata quizás de la personalidad más destacada aun cuando, según dice, todavía queda bastante por descubrir. A diferencia de muchos otros compatriotas que no logran terminar de hallarse en República Checa, Eduardo García Solas logró consolidar su vida en Praga. Él lo atribuye, por un lado, a que tuvo la suerte de venir a estudiar en 1992, con menos de18 años, y, por otro lado, a un contacto muy temprano que tuvo con checos estando todavía en España.
“Es que yo ya con 14 años iba a un curso en Lleida, mi ciudad, al que venía gente checa de la Academia de Música y Artes Janáček (JAMU) en Brno y con ellos pasaba una semana o unos 15 días yendo a Tarragona en autobús, sin saber nada de checo. Yo aprendí ‘je mi líto’ (lo lamento), ‘nevím’ (no sé), ‘moucha’ (mosca) y ‘je to hezká žena’ (es una mujer bonita), las cuatro cosas que, con 15 años, decía con esos checos con los cuales sigo teniendo contacto”.
Con solo cinco años de interrupción entre 2003 y 2008, Eduardo García Salas vive desde 1992 en Chequia, un país al que considera interesantísimo a varios niveles. Integró durante siete años la Orquesta Filarmónica Checa y actualmente trabaja como concertino en el Teatro Musical de Karlín. De todos modos, reconoce que, a medida que se va haciendo mayor, empieza a echar de menos, además de la familia, tres cosas de España: el clima, la gastronomía y el fútbol. Al menos el problema del frío piensa resolverlo imitando a los antiguos condes checos que, en invierno, según dice, se iban al sur de Italia. En su caso, él fantasea seriamente con irse cada noviembre y diciembre a Malta.