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"La operación "Regreso del salmón del Atlántico" avanza con éxito en la República Checa", "Células de grasa suicidas provocan una inflamación oculta en el organismo humano"- éstos son los asuntos que abordaremos en esta edición.

Regresa el salmón salvaje

Salmón,  foto: archivo de Radio Praga
Hasta finales del siglo XIX el salmón era muy abundante en los ríos checos y solía consumirse con mucha frecuencia. Es una curiosidad histórica que en las pasadas centurias los criados exigían a sus amos que no se les sirviera este pescado más de dos veces por semana.

El salmón del Atlántico remontaba los cursos de agua checos con el fin de desovar, prefiriendo para su reproducción impetuosos torrentes. Los alevines alcanzaban al cabo de un año entre 10 y 15 centímetros de largo y después emprendían el descenso al mar.

Los salmones, ya adultos, volvían para desovar a los cursos de agua donde nacieron. Pero en el siglo XX el hombre llenó de obstáculos las rutas milenarias de los salmones.

La contaminación de los ríos y la edificación de represas y de esclusas provocaron una dramática disminución de la población de salmones en los cursos de agua checos. Los salmones dejaron de remontar los ríos de este país en 1935.

En aquel año fue construida en el río Elba, en la ciudad de Ústí nad Labem, una esclusa que se convirtió en un obstáculo insuperable para los salmones. El último ejemplar fue pescado en territorio checo en 1948.

Hace unos diez años empezó en la República Checa una nueva etapa para el salmón salvaje. Los pescadores y conservacionistas comenzaron a repoblar el río Elba y sus afluentes con alevines de esta especie piscícola. En 1998 soltaron los primeros diez mil ejemplares en el río Kamenice, afluente del Elba.

Desde entonces suelen depositar cada año en cursos fluviales de Bohemia del Norte 300 mil alevines. Los primeros salmones adultos volvieron del mar en 2002.

Los conservacionistas estiman que cada año vuelven al territorio checo del mar varias decenas de salmones adultos. Éstos suelen desovar en el propio río Elba donde las inundaciones del año 2002 limpiaron el fondo, creando condiciones idóneas para el desove.


La grasa puede matar

En las épocas prehistóricas el hombre que tenía más grasa depositada en el cuerpo, sobrevivía. En las condiciones de la sociedad moderna donde prevalece la vida sedentaria, la grasa puede matar.

Sobre todo al tratarse de la grasa acumulada en el interior del abdomen, la llamada grasa visceral, cuyos depósitos cubren en las personas obesas el estómago, el hígado, la vesícula biliar y otros órganos.

La grasa visceral es mucho más peligrosa para la salud del hombre que la grasa subcutánea que se deposita, por ejemplo, en las nalgas.

Los científicos checos participan en las investigaciones que demuestran que el exceso de la grasa visceral provoca en el organismo una inflamación oculta. Las células de la grasa- llamadas científicamente células adiposas- están en permanente estrés porque en las personas obesas tienen que depositar en su interior más y más grasa. El microscopio muestra que tales células están a punto de reventar.

Algunas células adiposas no aguantan la sobrecarga y se suicidan voluntariamente. En el momento en que esto sucede, en torno a las células suicidas se aglutinan los glóbulos blancos cuya misión es eliminar el tejido muerto.

En un cuerpo obeso muere una gran cantidad de células adiposas, lo que provoca una masiva reacción de los glóbulos blancos que liberan al organismo sustancias antiinflamatorias en cantidad excesivas.

El exceso de sustancias antiinflamatorias tiene un impacto negativo en el organismo humano. Disminuye los efectos de la insulina y fomenta la creación de las placas que obstruyen los vasos sanguíneos y dan origen a la arterioesclerosis. Las personas obesas son por eso muy proclives a la diabetes, al infarto del miocardio y al derrame cerebral, advierten los médicos.