Una oda a la amapola checa
Aunque crece también en otros países, la amapola, y en especial su semilla, tiene un lugar destacado en la vida de los checos, que aprovechan sus propiedades en una gran cantidad de platos. En esta entrevista, la historiadora y geógrafa Renáta Šnytová nos explica por qué los españoles suelen confundirla con el opio y hasta qué punto se trata de una flor milagrosa.
Viajar es importante. No solo para conocer culturas ajenas sino también para entender mejor la propia idiosincrasia. Eso fue lo que le sucedió a Renáta Šnytová, quien actualmente está realizando una maestría en geografía e historia, pero que durante una beca Erasmus en Sevilla tuvo un momento de revelación: un profesor de geografía le pidió que diera una exposición sobre su país, la República Checa, a partir de un elemento que ella considerara representativo. Luego de pensarlo un poco junto a sus colegas españoles decidió elegir la amapola o adormidera (mák, en checo), una flor que se caracteriza, entre otras cosas, por su intenso color rojo.
“Y a los españoles les pareció muy curioso porque ellos tienen relacionada esta flor con el opio, que no es algo checo, pero sí se hace de un extracto de amapola o, mejor dicho, adormidera, pero inmadura, y el mayor productor mundial, en este caso, es Afganistán”.
Aunque insiste en que el uso de la amapola en República Checa no tiene nada que ver con la producción del opio, durante aquella conferencia los españoles le mencionaron tanto esa palabra que se puso a investigar al respecto y se dio cuenta de que, en efecto, el opio derivado de la amapola no solo es algo que se conoce en buena parte del mundo, sino que, en su momento, ha generado incluso guerras.
“Como soy historiadora me gustaría mencionar que el opio causó una serie de conflictos bélicos a mitad del siglo XIX: Reino Unido vendía el opio producido en India, su antigua colonia, a China hasta que el emperador chino, que no estaba de acuerdo con su utilización, se opuso y luchó contra eso, pero no tiene nada que ver con la amapola checa”.
Por otro lado, Šnytová recuerda que, durante el mes de noviembre, suelen verse en todas partes réplicas de flores de amapola por tratarse del emblema del día de los veteranos, que se celebra el 11 de noviembre en conmemoración del fin de la Primera Guerra Mundial. Aunque, por supuesto, ese símbolo no es algo exclusivo de los checos, como tampoco lo es la flor, Šnytová afirma que la amapola tiene especial relevancia en su país.
“La amapola se puede ver también en otros países, pero en República Checa tiene un significado más importante tanto a nivel cultural como económico porque somos uno de los países que más produce y exporta las semillas de amapola a nivel mundial”.
Sin lugar a dudas, uno de los ámbitos en donde más puede verse la importancia de la semilla de amapola en la sociedad checa es la gastronomía. Sus nutritivas propiedades se aprovechan para preparar una gran cantidad de platos: antiguos y modernos, simples y elaborados, dulces y salados.
“Las semillas de amapola las puedes usar para varias cosas: primero puedes ponerlas en un yogur o en una ensalada, ya que llevan mucho calcio, pero también puedes preparar tortas y postres usando estas semillas, y es algo que echo mucho de menos en España. De hecho, es la única cosa de República Checa que me falta en España”.
Šnytová revela que tanto las extrañaba que, durante su estadía en España, llegó a averiguar cómo hacer para importar semillas de amapola a través de distintas tiendas online. Sin embargo, no era algo tan sencillo. Al menos considerando la naturalidad con que se consiguen en Chequia y la simpleza del que considera su postre favorito.
“Sobre todo el ‘makovec’, que es un postre antiguo con una receta bastante fácil que requiere mezclar solamente las semillas de amapola, harina, azúcar y poco más y ya lo tienes, pero mi madre hace también las tortas de queso con amapola y son muy ricas”.
Otros postres que pueden llevar amapola son, por ejemplo, el štědrák, un dulce que suele prepararse en navidad, y el frgál, una tarta muy típica de Moravia que, generalmente, lleva también pera. Agrega Šnytová que las semillas de amapola pueden usarse también en panes, aunque, en este caso, aclara que los extranjeros suelen confundirlas con semillas de chía. Por otro lado, se produce también leche de amapola para aquellos que no pueden consumir lactosa, de la misma forma que existe la leche de avena o de almendras.
“Lo importante de esta flor son las semillas de amapola, pero primero hay que molerlas para sacar el sabor y es gracioso porque los hombres checos normalmente no saben cocinar y lo único que hace mi padre en la cocina es, justamente, moler las semillas de amapola”.
Es decir que, además de su trascendencia económica y cultural, las semillas de amapola resultan tan valiosas para los checos porque son capaces incluso de producir grandes milagros, como el que menciona Renáta Šnytová.
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