Una comedia del Siglo de Oro sobre un mentiroso serial cobra nueva vida en Praga
La directora mexicana Aurora Cano estrenó en el Instituto Cervantes una lectura dramatizada de La verdad sospechosa, la comedia más famosa de Juan Ruiz de Alarcón a cargo de un notable elenco de actores checos.
Aunque asegura que en México aun existe un distanciamiento importante con respecto a los clásicos teatrales, uno de los grandes objetivos que, a lo largo de su destacada trayectoria, viene cumpliendo Aurora Cano es, precisamente, acercarlos, volverlos más tangibles y actuales, ya que ella se considera una directora de teatro que tiende puentes con el pasado pero, a la vez, representa a su propio tiempo.
“Sí, es verdad que, en general, me gusta trabajar paráfrasis que tengan elementos de perturbación moral, un poco distópicos, sobre trabajos clásicos, es decir, me gusta trasladar los clásicos a una realidad contemporánea desde una perspectiva un poco más íntima o personal”.
Pero además de esa impronta personal y, por lo tanto, única, Aurora Cano es muy consciente de que su posicionamiento respecto a los textos clásicos ofrece también una nueva dimensión política y social, es decir, las obras clásicas revisitadas en la actualidad dejan de ser piezas de museo para generar una serie de resonancias que no dejan incólume al lector contemporáneo. Uno de los recursos que pone en práctica para establecer puentes con el espectador iberoamericano y lograr que pueda sentir propia la obra es interceder en algunas formas del lenguaje como por ejemplo suprimiendo el uso del “vosotros”. Pero quizás el ejemplo más claro de ese abordaje puede verse en el trabajo que realizó Aurora Cano con Lady Hamlet, una versión espejo de la célebre obra de Shakespeare que, además de sacudir a los espectadores, puso en evidencia muchos prejuicios y estereotipos culturales.
“Entonces, las mismas palabras de Shakespeare adquieren otro significado cuando se dicen desde otro lado, se modifican, cosas que son “virtuosas” como que una mujer muera por amor como Ofelia, en cuanto es un chico el que no soporta el dolor y decide no seguir viviendo, se lo ve como una debilidad, entonces yo hice ese juego que fue un poco un estudio de género al ver cómo se modificaban los valores de la historia al modificar el género de todos los personajes”.
Cuenta Aurora Cano que esa obra tuvo una gran repercusión y recuerda, por ejemplo, que se comunicó con ella el director de cine y guionista Rodrigo García, el hijo mayor de Gabriel García Márquez, que se interesó mucho por ese juego de inversión. Pero además, Aurora Cano es la directora de Teatro de Babel, una compañía que, desde hace dieciocho años, viene realizando Dramafest, el festival de teatro contemporáneo de la Ciudad de México que fomenta el contacto con artistas jóvenes de la escena internacional. Precisamente, esa vasta experiencia le dio también un plus a lo que fue su trabajo de dirección en el estreno, la semana pasada en el Instituto Cervantes de Praga, de La verdad sospechosa de Juan Ruiz de Alarcón, un dramaturgo que, tal como ella misma cuenta, nació en Taxco, un pueblo mexicano minero y muy aislado, y decidió estudiar y forjarse un nombre en Salamanca, a pesar de algunas dificultades como el hecho de ser jorobado, lo que, al parecer, lo llevó a padecer muchas burlas.
“Él toma las fallas de carácter de los personajes, es muy clásico en términos de comedia, es muy clásico y es más de la vida mundana, es un autor humanista de los problemas del día a día, de los conflictos de los padres con los hijos, de las familias y, sobre todo, trabaja el problema de la falla. Entonces, lo que me interesa de La verdad sospechosa es que se escuche primero la voz de Juan Ruiz porque conozco sus vicisitudes y sus luchas y creo que La verdad sospechosa es su más grande comedia tanto en lo formal como por las características en su manera de hacer los personajes: me parece muy divertida y que tiene un nivel de profundidad en la falla que él elige: el mentir”.
Escrita entre 1618 y 1621, y dedicada al rey Felipe III, esta comedia traducida al checo por Vladimír Mikeš tiene como protagonista a Don García quien, para seducir a Jacinta, la mujer de sus sueños, no duda en poner en funcionamiento una tremenda maquinaria de la mentira que, más que un recurso, se termina transformando en un estigma, a tal punto que él se convierte en la principal víctima de sus propias ficciones. De hecho, revela Cano que lo que más la impacta de la obra es la reacción del padre al enterarse de que el gran defecto de su hijo es el peor posible porque implica nada menos que no poder ser un caballero, carecer de toda dignidad. Pero además de traer al presente esta obra, uno de los grandes desafíos del trabajo de Cano fue, por supuesto, dirigir una versión en checo con un grupo de actores muy grande, encabezado por los reconocidos Milan Hein, Petr Jeřábek, František Skřípek y Anna Stropnická, entre muchos otros.
“El hispanista Cyril Navrátil ha hecho un esfuerzo impresionante por juntar un elenco efectivamente muy grande, yo creo que además de actores solventes, divertidos y de un nivel de profesionalismo absoluto, es super difícil convocar a un elenco de este tamaño que tenga esas características, y sí es una labor de intermediación que ha hecho el Instituto Cervantes a través de este ciclo que están haciendo en el que ya también se ha creado un tejido”.
De hecho, agrega Cano que en otras obras del ciclo Una tarde con los clásicos ya han colaborado algunos de estos actores y, por lo tanto, ya saben qué significa trabajar ese tipo de texto en verso y en lengua castellana y, en algún punto, ella dice haberse beneficiado de esa experiencia anterior. De hecho, cuenta que un detalle revelador fue una curiosa frase que, en respuesta a sus directivas, solía decirle el actor protagonista: “y por qué no”.
“Me encanta la actitud porque de alguna manera engloba el espíritu de los actores, que juegan a crear estos mundos, que juegan a hacer estas ficciones y en lugar de decir estos son versos del siglo 17 dirigidos por una mexicana, dice ‘por qué no’, ¿no? Entonces ha sido un encuentro increíble, yo al principio estaba un poco preocupada porque sí había trabajado afuera pero nunca en el ámbito de Europa Central, aunque entre los actores, como los músicos, te reconoces en cualquier lugar donde te encuentres”.
El equipo que llevó a cabo la lectura dramatizada de La verdad sospechosa (disponible en el siguiente link: https://youtu.be/gHwH72Y0tLE), se completó además con la presencia del violinista Eduardo García Salas y del contrabajista Gonzalo Jiménez Barranco, dos músicos también muy experimentados cuyo aporte, según explica la propia directora, resultó fundamental.
Aunque no hace mucho de su primera visita a Praga, Aurora Cano reconoce que, en esta segunda oportunidad, no solo pudo ver una faceta más primaveral de la capital checa luego de haberla conocido en invierno, sino que, esta vez, además, hubo algo que le llamó especialmente la atención.
“Bueno, una cosa que me ha conmovido muchísimo ha sido ver en edificios e instituciones la bandera de Ucrania, o sea tienen las dos banderas. El último país invitado que tuvimos en el festival fue Rusia, entonces mi relación con los rusos y con artistas ucranianos y bielorrusos que llevamos también a México en los últimos años ha sido muy intensa, para mí es un tema muy sensible y de pronto llegar aquí y ver que los edificios públicos tienen las dos banderas sí me causó una impresión en cuanto a la ciudad, más allá de que en toda Europa hay colectas y solidaridad, sí sentí en Praga esta sensación de empatía por haber sido invadidos, esta cosa de pueblo invadido”.
Agrega Cano que, por más que se lean los libros de historia, muchas veces hace falta llegar y permanecer un tiempo en los distintos lugares para entender de manera más profunda todo lo que implica, por ejemplo, ese verdadero símbolo de poner las dos banderas juntas que, en su opinión, demuestra con total claridad dónde tiene el pueblo el corazón y la memoria.