Una colección de huellas de palmas de la mano en el Museo del Toque de Cristal
El ex presidente checo Václav Havel, el cantante francés Charles Aznavour, la política norteamericana Madeleine Albright o el jugador de hockey Jaromír Jágr son algunas de las personalidades cuyas palmas de la mano, impresas en cristal, se hallan inmortalizadas en el Museo del Toque de Cristal de Litoměřice.
Personalidades locales pero de trascendencia mundial, como el director de cine Jiří Menzel o el ex presidente checo Václav Havel, pero también famosos del extranjero como sir Nicholas Winton, que ayudó a salvar niños judíos justo antes de la Segunda Guerra Mundial, o el príncipe Alberto II de Mónaco, se prestaron para presionar su mano y dejar para siempre una huella en el cristal.
Estas improntas inmortales pueden ser examinadas y apreciadas por cualquier interesado gracias al propietario del museo y maestro vidriero Jan Huñát. La técnica utilizada necesita de un yeso especial, explica.
“Las manos de mujer se imprimen peor que las de hombre. En este caso tenemos una impronta de mujer, tuvo que presionar mucho, porque la masa estaba rígida. Se tiene que calentar, cuando está caliente ya está blanda. En este caso me olvidé y tuve que usar un secador. Ahora en la huella se vierte un yeso especial que resiste altas temperaturas. Con él voy a la cristalería y lo uso como molde”.
Huñát comenzó usando esta técnica para inmortalizar por encargo manos y pies de niños. De ahí pasó a solicitar a famosos su impronta, y a coleccionar sus resultados, con los que al final abrió el museo. En las piezas los interesados pueden descubrir detalles poco conocidos de personajes que conocían solo a través de los medios de comunicación: rugosidades, anillos, uñas rotas o incluso tamaño inusuales de las manos. Mientras que el director Jiří Menzel tiene unas manos sorprendentemente pequeñas, las del jugador de hockey Jaromír Jágr son más bien enormes.
De todas las palmas reunidas, la que más le costó fue la de Václav Havel, nos cuenta.“Fue difícil acceder al señor Havel. Cuando uno quiere acercarse a una personalidad así, ya tiene que tener renombres. La gente se pregunta qué haré con la huella de su mano después, si la voy a vender por ahí por cinco euros. Convencerles de que no soy un rufián, que queremos hacer una sala de la fama y rendirles homenaje a través del tradicional cristal de Bohemia, fue difícil. Lo de Havel nos ayudó mucho, porque una vez tuvimos al presidente conseguimos a Madeleine Albright y al tenista Ivan Lendl”.
Del museo, que se inauguró a finales de mayo, Huñat destaca su gran luminosidad, que refuerza la presencia cristalina de esta peculiar colección de manos.