Petr Stacho, un artista del vidrio inspirado en la naturaleza
Oriundo de Ústí nad Labem, región del país con una enorme tradición en vidrio, Petr Stacho es uno de los artistas más destacados en esta disciplina, tal como demuestran sus exposiciones en gran parte del mundo. En esta entrevista nos cuenta, entre otras cosas, qué le inspira la naturaleza y cuánto tiempo le lleva armar sus impresionantes esculturas de vidrio.
“Todo empezó en la escuela primaria, creo que en sexto grado: mis maestros de pintura les dijeron a mis padres que yo era una persona talentosa y debería continuar dedicándome al arte, ese fue el primer impulso. También recuerdo que en la escuela primaria hacía algunos dibujos para el hospital de aquí, de Ústí nad Labem, y también para algunos de mis compañeros que me daban un poco de comida a cambio”.
Ya al terminar la escuela primaria, Stacho decidió que quería ser artista aunque, por entonces, ni se imaginaba dedicarse al arte con vidrio. Pero como en su ciudad no había ningún lugar donde estudiar arte, lo más cercano que tenía era, a unos cincuenta kilómetros de distancia, la escuela de arte con vidrio de Kamenický Šenov, la más antigua del mundo a tal punto que pertenece a la red UNESCO y fue fundada en 1856.
"Me gusta mucho caminar por el bosque, recoger hongos, quedarme mirando los árboles y las piedras, las cascadas, esa es mi inspiración".
Luego de aprobar un test de ingreso, Stacho realizó en esa institución la secundaria, después trabajó en un workshop con vitraux y luego daría el gran salto al ingresar a la Academia de Artes, Arquitectura y Diseño de Praga, donde se dedicó a estudiar diversas técnicas de pintura y grabado en vidrio, con los renombrados profesores Svoboda y Kopecký.
Pero, por supuesto, siempre se mantuvo en contacto con su lugar de origen. Stacho explica que la región de Bohemia del norte de donde él proviene es un área dedicada al vidrio en la que abundan fábricas, estudios y artistas. Una enorme tradición que tiene que ver con el hecho de que para hacer vidrio se necesita primero madera, y en esa zona de República Checa hay árboles y montañas como Krušné hory y Krkonoše.
Lo mismo, explica Stacho, sucede en la frontera con Baviera, Alemania. Y ese contacto con las áreas naturales es, según cuenta, una de las fuentes principales de inspiración.“Proviene de la naturaleza: me gusta mucho caminar por el bosque, recoger hongos, quedarme mirando los árboles y las piedras, las cascadas, esa es mi inspiración y lo otro es que trabajo de manera intuitiva, hacia adelante: empiezo modelando la arcilla y no sé cuál va a ser el resultado”.
Cuenta Stacho que a veces no se puede dormir y se queda pensando algunas ideas para modelar pero, al día siguiente, termina haciendo algo completamente distinto porque su trabajo es tan dinámico como el agua y asegura que nunca termina de aprender.
Debido a su fama internacional, Stacho suele ser invitado a distintos países ya sea para exponer sus obras o para dar algunas clases, y durante una larga visita a China, por ejemplo, le llamó la atención que, a diferencia de República Checa, habiendo montañas casi no vio árboles. Pero una de las invitaciones que más recuerda fue, por varios motivos, su visita a Medio Oriente.
“Es un orgullo que mi primera clase fue durante una invitación a la Universidad de Artes de Bezalel en Jesuralén donde existe una escuela de verano que empieza en mayo y termina en septiembre o comienzos de octubre y solo invitan a dos artistas del vidrio de todo el mundo por año, y no sé cómo me encontraron pero fui y sentí mucho prestigio”.Stacho cuenta que se trata de un viaje inolvidable porque además de ser su primera incursión en el extranjero, durante esa visita descubrió grandes diferencias culturales como el hecho de que allá los días no laborables son viernes y sábado mientras que, por ejemplo, el domingo sí se trabaja. Lo único que lamenta es que se quedó con ganas de recorrer más la ciudad vieja de Jerusalén debido a las altas temperaturas. Stacho explica que su velocidad para trabajar tal vez sea una de las razones por lo que lo invitan de tantos países.
“Es muy fácil y me invitan porque trabajo rápido, tengo un estilo que me permite modelar en una hora o incluso minutos. Una vez me visitaron de Israel y les pedí que me tomaran el tiempo y solo tardé seis minutos y medio en modelar. En general empiezo a la mañana y alrededor de las tres o cuatro de la tarde termino el trabajo, luego hay que secar el molde porque está lleno de agua, por lo que en total deben ser tres o cuatro días, máximo una semana”.
"El vidrio es celoso y si quieres pensar en otra cosa tienes que ponerlo sobre la mesa e interrumpir el trabajo, hay que poner el foco en eso en un cien por ciento”.
El molde con el que trabaja, explica Stacho, es bastante especial porque está compuesto de silicona y yeso dental, ya que tiene que resistir las altas temperaturas del horno. Y además solo se puede utilizar una vez. Cuando tiene listo el molde, lo llena de pedazos de vidrio, lo mete al horno y, entonces, el tiempo de cocción depende del grosor de la escultura. Pero calcula que una obra, en total, suele llevarle alrededor de un mes de trabajo. Aunque, eso sí, cada encuentro con el vidrio requiere una atención absoluta.
“El vidrio es un material hermoso pero a la vez muy loco: porque cuando trabajas el vidrio o, por ejemplo, cortas el vidrio debes pensar solo en el vidrio, porque si empiezas a pensar en cualquier otra cosa inmediatamente ocurre algún daño, algún corte o algo. El vidrio es celoso y si quieres pensar en otra cosa tienes que ponerlo sobre la mesa e interrumpir el trabajo, hay que poner el foco en eso en un cien por ciento”.
Realmente basta con observar algunas de las obras de este artista para entender el grado de obsesión que requieren. Muchas de ellas tienen nombres vinculados con la naturaleza, con los distintos ciclos del agua, y algunos de esos títulos aluden a ideas complejas como Metamorfosis o El fantasma del desierto.
Es decir que, además del impacto estético que generan sus obras, también parecen ser producto de una profunda reflexión.Lo cierto es que a Stacho le resulta casi imposible elegir solo una porque asegura que cada una es tan auténtica como única.
“Es muy difícil porque amo a cada una de ellas. Pones en las esculturas partes propias y no tengo demasiado problema en vender mis obras pero te desprendes de una parte tuya porque cada trabajo es original y solo lo hago una vez. Cuando alguien quiere una copia le explico que no hago copias, que no tengo un molde como el de las fábricas”.
En tiempos donde en buena parte del mundo se empieza a replantear la relación del ser humano con la naturaleza, a partir de la pandemia del coronavirus y otros acontecimientos que no dejan de llamar la atención, las esculturas en vidrio de Petr Stacho constituyen, sin lugar a dudas, un aporte más que valioso.