Trío Dorantes: flamenco natural e innovador en Praga

David Peña Dorantes

El músico flamenco David Peña Dorantes actuó por primera vez en Praga con su trío, dentro del festival Jazz Meets World 2011. Flamenco, pero al piano y sin guitarras, algo que caracteriza el personal sonido de Dorantes, en el que prima la innovación. Sobre el flamenco actual y sobre el de otras épocas, habló Dorantes para Radio Praga.

David Peña Dorantes
El teatro U Hasičů de Praga fue testigo el pasado viernes de una intensa sesión flamenca a cargo del Trío Dorantes. Flamenco innovador, joven y fresco, con múltiples influencias y matices, que convenció a una sala que estuvo lejos de llenarse, pero que disfrutó y agradeció con entusiasmo la actuación.

Un piano de cola Steinway and Sons no es probablemente el instrumento que muchos esperan encontrarse sobre un escenario antes de un concierto de flamenco. Pero ese es el de Dorantes. Con él se ha ganado el respeto y la admiración del mundo flamenco, y también el del jazz, que abierto a nuevos sonidos, le llama para abrir festivales como el de Montreal. Para Dorantes, de hecho, no existen instrumentos flamencos y no flamencos.

“Mi padre es guitarrista y me contaba que cuando era chico, que en las fiestas cuando él cogía la guitarra y los viejos le decían: “Niño, estate quieto con la guitarra, que nos estorbas”. Ellos cantaban en una mesa, que era la percusión, y la voz. Eso era realmente el flamenco. Luego vino la guitarra, un timbre nuevo que tampoco era propio del flamenco. Ahora ya sí. Luego aparecen también los instrumentos de cuerda, los violines, el piano… Son instrumentos que no son del flamenco, pero que acaban siéndolo. Son timbres, sonidos”.

David Peña Dorantes en Praga. Foto: Daniel Ordóñez
El formato de trío en el que actuó en Praga es solo una de las puestas en escena en las que aparece Dorantes. La innovación y la experimentación con instrumentaciones más arriesgadas son una de las marcas de la casa, según cuenta.

“Mi abuela, que es cantaora, me contaba que trabajaba en una fábrica de aceitunas y allí ella cantaba por soleás o por seguiriyas, pero al ritmo de los motores. Y a mí se me ocurrió hacer algo como tipo Béla Bartók, pero flamenco, imitando motores y cosas así. Hay quien lo escucha y dice: “este está loco. Eso no es flamenco ni nada”. Los jóvenes aportamos cosas nuevas, intentamos tirar para adelante, pero siempre hay una parte del flamenco que te dice que no vayas por ahí porque eso no es flamenco. Pero realmente lo es, porque los tiempos, los compases que utilizo y las armonías, los acordes frigios, lo son”.

El conservador mundo del flamenco no siempre recibe de buena gana sus experimentos. Pero el camino que anduvieron figuras como Camarón de la Isla o Enrique Morente, que aparecía en el último disco de Dorantes, hacen que actualmente sea ya un mundo más abierto, dice.

“Camarón se llevó muchos palos. Enrique muchísimos más. Tremendos. Pero son gente que fue fiel a sus pensamientos, a lo que ellos creían o tenían ganas de hacer. Eso es lo que deber ser un artista y hacer lo que se le antoje en cada momento. Hay que conocer muy bien el flamenco, conocer de dónde viene, las raíces, cómo expresarlo, cómo manejarte por los ritmos, y a partir de ahí, hay que volar”.

El flamenco a Dorantes le viene de familia. Forma parte de una auténtica saga en la que sobresalen nombres como el de El Lebrijano, su tío. Por la niñez de Dorantes, parece que lo raro hubiera sido no ser músico.

“Siempre digo que mi familia ha sido un conservatorio natural. También hice el conservatorio clásico, pero para mí el natural es el más importante. Recuerdo de chiquitito, en las fiestas estaba siempre Antonio Mairena, o incluso, me lo han contado porque yo casi no era consciente, la Niña de los Peines. Además, la Fernanda y la Bernarda, que son familia mía también, el Turronero, el Lebrijano, y un montón de gente… Y bueno, un niño chico todo lo absorbe. No estaba siempre escuchando, pero sí jugando alrededor de la fiesta, y de vez en cuando te sentabas un rato, escuchabas y lo ibas absorbiendo todo eso”.

La enseñanzas no eran solamente musicales, continúa recordando Dorantes.

“Sobre todo también la filosofía de vida, la forma de ver la vida. Yo recuerdo verlos llorar mientras cantaban por bulerías, los agridulces. Esas cosas se te quedan para toda la vida y te crea una escala de valores para siempre ya”.

Profundas raíces en una tradición secular, que dan la seguridad a Dorantes para no tener miedo en introducir en el flamenco nuevas influencias de otras músicas actuales, étnicas o del jazz. Pero Dorantes no se considera nada que no sea un músico flamenco.

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