Diego Amador deslumbra a los checos con su corazón gitano

En concierto

Durante dos conciertos que tuvieron lugar en Brno y en Praga, el más joven de una reconocida familia de artistas flamencos recibió una gran ovación por parte del público checo. El cantaor Diego Amador habló con Radio Praga Internacional de cómo logró convertirse en una de las grandes figuras del flamenco actual sin dejar de inspirarse en otros géneros como el rock y el jazz.

Aunque el cantaor flamenco Diego Amador no sabe con certeza si había estado antes en Praga, sospecha que tal vez pudo haber venido en una gira con Tomatito. Sin embargo, hay algo de lo que no tiene dudas: bastó una breve estadía en República Checa para darse cuenta del poderoso vínculo que une al país con la música, algo que vio plasmado también en la respetuosa calidez que le demostró el público checo durante los dos conciertos que dio el fin de semana pasado, uno en Brno y el otro en Praga.

Diego Amador | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

“Lo poquito que he podido percibir en el aire es que hay muy buen rollo y por ejemplo en mi concierto de anoche percibí el calorcito ese de la gente a la que le gusta escuchar la música, lo percibí desde el principio, la gente estaba con ganas de recibirme y luego en los aplausos tan largos”.

Si bien asegura que cada sitio es diferente, Diego Amador tiene la sensación de que en algunos lugares afines al flamenco el público suele ser bastante más ruidoso. Sin embargo, durante los dos conciertos en República Checa percibió cómo la gente escuchaba con enorme atención y, al mismo tiempo, disfrutaba de la música, algo que le hizo recordar bastante al público de Japón, donde luego de extensos y respetuosos silencios, también lo habían agasajado con largos aplausos.

Un autodidacta relativo

Aunque casi todas las biografías de Diego Amador coinciden en destacar su formación autodidacta, no hay dudas de que el contexto en el que creció ejerció una influencia más que importante. Hermano menor de Rafael y Raimundo Amador, los míticos Pata Negra, el camino hacia la música parecía estar más que allanado.

“Cuando naces en una familia de flamenco, ya no es solo la familia, también el barrio donde te crías, que todo el mundo puede ver ciertas cosas, hay vivencias, hay de todo: peleas callejeras, pollos, las candelas, las cosas de los gitanos y, sobre todo, si hablo ya de mi casa, venían Lole y Manuel, Camarón, músicos americanos, venía Pepe de Lucía, venía todo el mundo a mi casa. Cuando venía Camarón yo era un niño y me sentaba sobre su pierna”.

Diego Amador | Foto: Barka Fabiánová

Agrega Amador que en ese barrio no oficial de Sevilla conocido como Las Tres Mil Viviendas permaneció hasta los 33 años porque asegura que los gitanos son muy familiares y les encanta estar juntos. Y a pesar de que le fascinaba su bohemia, se terminó dando cuenta de que era un entorno bastante complicado para formar su propia familia y hasta para componer. Hoy afirma que, cada vez que decide volver, tiene que tomarse un día entero para poder saludar a todos sus conocidos. Pero además de la inspiración del barrio, hubo un hecho puntual que también lo fue llevando al flamenco: el haber sido algo más que un testigo privilegiado del surgimiento y desarrollo de Pata Negra, una banda verdaderamente pionera en eso de renovar la escena flamenca incorporando, por ejemplo, guitarra eléctrica y batería y hasta a un niño como músico de sesión, tal como sucedió aquel día que él no podrá olvidar nunca.

“Y en el último tema, en el último bis, dice de pronto mi hermano que vamos a subir al niño, vamos a subir al niño. Y yo, que siempre los estaba viendo, quería tocar, me subí y me puse a tocar un tema. Y ese día me levantó la gente como a los toreros, estaba enloquecida la gente porque yo no llegaba ni a los pedales y me puse a tocar la batería”

Disparen sobre el pianista

Al piano | Foto: Barka Fabiánová

Diego Amador tiene también muchos recuerdos de esos antiguos festivales de flamenco que podían durar todo un día y a los que él empezó a ir de muy pequeño. Asegura que en esos festivales solo había guitarras y palmas, y ni de casualidad se llegaba a ver un bajo o un cajón, otro instrumento de mucha identificación con el flamenco que, sin embargo, tiene origen peruano. Lo cierto es que, tal como solía suceder en ese entonces, varios músicos le empezaron a pedir que hiciera las palmas y pese a que él se considera un guitarrista que le saca sonido de guitarra al piano, un día lo hicieron sentir muy mal justamente por mostrar interés en ese instrumento que, por aquel entonces, era bastante ajeno a la ortodoxia del flamenco.

“Yo recuerdo un día que lo tengo grabado en el que un mánager viene y al ver mi teclado me dice: ‘¿Pero esto qué es? Ese instrumento no lo quiero yo aquí, ese instrumento no es flamenco’. Y yo me fui llorando de dolor, pero el tiempo ya me dio la razón de que no era el instrumento lo que era o no flamenco, sino quién lo tocaba”.

Por otro lado, cuenta que al principio su padre no lo dejaba escuchar a Paco de Lucía o a Camarón porque estaba convencido de que si lo hacía no iba a querer escuchar otra cosa. Por lo tanto, intentó que primero se familiarizara con los intérpretes más clásicos del flamenco. Luego, Diego Amador tuvo un período en el que se alejó un poco del género al escuchar a otros artistas como Miles Davis y Bill Evans que también fueron dando forma a su compleja identidad musical, a la que no hay que dejar de sumar la influencia del rock.

“Yo tengo una parte bastante rockera porque al lado de mi hermano he tocado mucha batería, he tocado guitarra eléctrica, he tocado bajo, y viví la noche rockera, que es algo que me encanta, pero de rock duro, y entonces esa parte siempre va a estar ahí, la parte del blues, no solo la parte del jazz, y la parte del rock incluso más también”.

A pesar de que apenas ha cruzado la orilla del medio siglo de vida, el hecho de haber empezado a subirse a los escenarios desde tan joven convierte a Diego Amador en un referente muy experimentado del flamenco que, con discos importantes en su haber y colaboraciones con cada una de las grandes estrellas del género, tiene muy en claro lo que representa esa música que llegó a romper todo tipo de fronteras, aun cuando, como él mismo dice, las personas no siempre suelen valorar lo que tienen y han tenido desde siempre.

El hermano menor de los reconocido flamencos Amador | Foto: Barka Fabiánová

“El flamenco nace de los gitanos, los flamencos siempre éramos perseguidos por la Guardia Civil porque no sabíamos hacer otra cosa que cantar y cambiar un burro por un caballo, o robábamos gallinas, pero claro, después teníamos una cosa muy especial que era el flamenco y que, de una manera o de otra, fue entrando y entrando, y después ya el flamenco es por supuesto de todo el mundo, de todo el que lo quiera hacer”.

El flamante disco de Diego Amador en colaboración con el guitarrista José María Bandera tiene el sugerente título de Paqueando y es un luminoso homenaje a Paco de Lucía que cuenta con diez canciones de las cuales solo la primera es de Diego Amador y la compuso pocos días después de la muerte del maestro en el año 2014. Y aunque asegura que a él Paco de Lucía le gustaba de todos los modos posibles, reconoce que verlo solo con la guitarra y marcando el ritmo con el pie le volaba directamente la cabeza. Y aunque varias veces se había negado a participar de conciertos y tributos, hubo un momento en el que se dio cuenta de que quería hacer algo con todo lo que le provocaba esa pérdida y la única persona con la que estaba dispuesto a encarar algo era José María Bandera quien, además de haber tocado con Paco de Lucía, era también su sobrino.

“Nos pusimos enloquecidos de contentos los dos y de ahí nos llamábamos todos los días y nos mandábamos grabaciones, hacíamos videollamadas, grabábamos por Pro Tools esto y lo otro, y por Instagram hasta preguntábamos a la gente qué repertorio le gustaría, un poco haciendo partícipe al público”.

Explica Amador que la intención del álbum era rescatar, justamente, esa parte más desnuda de la guitarra de Paco de Lucía y no caer en las canciones de siempre, incluyendo, en cambio, temas no tan conocidos y hasta complejos como es el caso de Canción de amor. Y aunque las dificultades en ese sentido eran muchas, afirma con una encantadora sonrisa gitana que, con paciencia y respeto, han logrado realizar un disco que está a la altura de esa verdadera leyenda del flamenco. Nada menos.