Superviviente checoslovaco del gulag y veterano de la Segunda Guerra Mundial estuvo implicado en el asesinato de judíos

Michal Krecul

Michal Krecul es un superviviente del gulag, exsoldado checoslovaco y prisionero político exiliado en 1968. La investigación de un historiador ha descubierto que quedó impune por su participación en el asesinato de diez civiles judíos.

Michal Krecul | Fuente: DAZO/cechoslovacivgulagu.cz

El veterano de guerra Michal Krecul es hoy un anciano de 98 años. Su historia se ha popularizado, ya que fue condecorado por su participación en la Segunda Guerra Mundial, sobrevivió al gulag checoslovaco y se marchó al exilio en Europa occidental en 1968. Este personaje está ahora en el punto de mira del historiador Adam Hradilek, del Instituto para el Estudio de los Regímenes Totalitarios de Praga, por su implicación en la muerte de personas judías.

Krecul nació en 1923 en la parte más oriental de la entonces Checoslovaquia, la Rutenia de los Cárpatos. En 1940, cuando tenía 17 años, se le ordenó unirse al ejército húngaro, que por aquel entonces había invadido la región. No obstante, él huyó a través de la frontera hacia la URSS junto a otros miles de ciudadanos checoslovacos. Una vez en territorio soviético fue arrestado y enviado al gulag. Tras su liberación, y junto a muchos de sus compatriotas, se unió a una unidad militar checoslovaca que luchó con el Ejército Rojo contra los nazis. Después de la derrota del Levantamiento Nacional Eslovaco, Krecul se refugió en las montañas Tatra con un grupo de partisanos.

Michal Krecul con grupo de partisanos en las montañas Tatra | Fuente:  VHÚ

Fue en este momento, noviembre de 1944, cuando su grupo robó y luego asesinó a diez judíos desarmados. Este delito nunca fue juzgado como crimen de guerra. Más tarde, Krecul pasó casi una década en las minas de uranio, el gulag checoeslovaco, por haber sido acusado de aceptar pagos para ayudar a refugiados a cruzar el Telón de Acero. Él mismo se marchó del país después de la invasión soviética en 1968, y ha vivido en Canadá hasta día de hoy.

Esta extraordinaria historia ha sido recuperada por Adam Hradilek, y recreada en un artículo publicado recientemente. Según el historiador, la idea de investigar la vida del veterano de guerra surgió cuando la hija del mismo se puso en contacto con él, buscando detalles sobre la experiencia de su padre en el gulag.

Protocolo de gulag | Fuente:  DAZO/cechoslovacivgulagu.cz

"Cuando me dijo que su padre había estado en prisión durante mucho tiempo en Checoslovaquia después de la guerra, y al saber que fue uno de los últimos supervivientes del gulag, me sorprendió que nunca hubiésemos oído hablar de él. Por ello le advertí que podría haber algunos hallazgos desagradables. Es muy inusual que un héroe así no apareciera antes. Inmediatamente me interesé por él, porque sabemos de solo otros tres sobrevivientes del gulag de Checoslovaquia que aún están vivos a día de hoy. Y comencé a investigar el caso".

Hradilek revisó los archivos checos, los ucranianos y también los eslovacos. Y gracias a estos últimos descubrió que estuvo involucrado en el asesinato de diez judíos que vivían escondidos en un bosque en las montañas del Bajo Tatra, en Eslovaquia.

Protocolo de gulag | Fuente:  DAZO/cechoslovacivgulagu.cz

Durante la guerra, aproximadamente 8.000 ciudadanos checoslovacos fueron encarcelados en el campo de trabajo o gulag. El 3 de enero de 1942, los soviéticos concedieron amnistía a la mayoría para unirse a la unidad del ejército checoslovaco con la intención de ayudar a la Unión Soviética a luchar contra los alemanes. Desafortunadamente, la mayoría de los jóvenes que vinieron de la parte más oriental de la federación no fueron liberados, entre ellos Michal Krecul.

Después de cumplir su condena, se unió al ejército y luchó en una de las batallas más duras de la Segunda Guerra Mundial, en la región de Dukla. Luego lo enviaron con otros paracaidistas para ayudar en el Levantamiento Nacional Eslovaco. Después de pocas semanas de lucha, al igual que otros partisanos, tuvo que esconderse.

Fuente:  ÚPN

Terminó en un pequeño grupo dirigido por un oficial soviético en un pueblo, Nižná Boca, en las montañas del Bajo Tatra. Estuvieron escondidos en un granero, y recibieron comida de los lugareños. Al principio, no sabían que muy cerca de este sitio había diez judíos escondidos que intentaban evitar la deportación y la represión, ya que ellos también habían formado parte del levantamiento.

“Los partisanos se enteraron de la existencia de los judíos escondidos en el bosque. Supieron que tenían mucho dinero, oro, para sobrevivir, para sobornar a la gente, para pagar la comida. No sabemos quién inició la desgracia. Pero el oficial soviético que lideraba el grupo de partisanos fue el que decidió comprobar el escondite. Encontraron a tres mujeres y a un hombre. Los interrogaron, les robaron todas sus posesiones. También se enteraron de que había otras personas construyendo otro escondite a varios cientos de metros de distancia. Cuando regresaron a la aldea, el oficial soviético decidió que debían regresar y deshacerse de los testigos de su crimen y matar a los civiles escondidos”.

Familia judía Stein | Foto:  ÚPN

Este caso fue investigado dos veces. La primera comenzó unos meses después de la Segunda Guerra Mundial, en 1945, pero se detuvo a las pocas semanas. No fue hasta 1966 cuando se reanudó el proceso, después de que el servicio secreto comenzara a interrogar a los lugareños y partisanos locales. En ese momento, Michal Krecul vivía en Praga.

El interrogatorio fue amplio, y la policía investigó a 45 testigos y a decenas de personas que vivían en la región. A partir de sus testimonios, los investigadores concluyeron que Michal Krecul estuvo involucrado en el crimen. Él mismo, después de su arresto y durante su primer interrogatorio en la prisión de Ruzyně, admitió que participó en el asesinato. Su excusa fue que lo hizo siguiendo las órdenes del oficial soviético Ivan Titovsky. También dijo que pensaba que las personas que se escondían en el bosque eran nazis y no judíos, explica Hradilek.

Adam Hradilek | Foto: Ústav pro studium totalitních režimů

“Michal Krecul no fue el único investigado y acusado de crímenes de guerra. Había otros tres miembros supervivientes del grupo que también lo fueron. De toda la evidencia recolectada, la policía también encontró joyas de oro entre los lugareños. Todas las personas involucradas admitieron su participación en los asesinatos. Pero al final los investigadores decidieron no acusarlos de un crimen de guerra, sino que concluyeron que fue solo un robo”.

El historiador cuenta que tuvo la oportunidad de hablar sobre todos estos sucesos con el mismo Michal Krecul a través de una videollamada. No obstante, según Hradilek, al tener el veterano 98 años no recordó casi nada. Aun así, su principal intención con el artículo no fue esta sino más bien conmemorar y reparar a todas las víctimas de esta masacre desconocida en las montañas Tatra.