Sube la tensión entre Gobierno y sindicatos en vísperas de la huelga de transportes
Se acerca la jornada de huelga de transportes convocada para este jueves y aún no se saben exactamente cuáles serán las dificultades a las que se tendrán que enfrentar los ciudadanos de todo el país. Mientras, políticos y sindicalistas aumentan la presión sobre sus rivales intensificando el fuego cruzado de acusaciones.
El primer ministro, Petr Nečas, aseguró el lunes que las reformas son imprescindibles, pero que aún se puede negociar su aspecto final. La semana pasada sin embargo, dio por cerrado el capítulo de las reuniones con los representantes de los trabajadores, ya que descartaba alcanzar ningún acuerdo.
La respuesta por su parte del jefe de la Asociación de Sindicatos Independientes, Bohumír Dufek, es que pueden volver a negociar, pero la huelga es irreversible, dijo este martes en la Televisión Checa.“La huelga del jueves transcurrirá según lo previsto y finalmente los peces gordos la padecerán en su propia piel. Los Gobiernos en la República Checa empiezan a negociar cuando están bajo presión”.
El Gobierno argumenta que no serán los peces gordos los que sufran la huelga sino los ciudadanos del país. En ese mismo sentido, los sindicatos parece que van cambiando de opinión en lo referente a bloquear el tráfico por carretera en el país, pero es un punto en el que hasta la fecha no han hablado claro.
Con gran dureza se refirió a los convocantes de la huelga este lunes el presidente del país, Václav Klaus. Para él los sindicatos están manipulando a los trabajadores de las empresas de transporte para conseguir sus objetivos políticos. Sugirió incluso que el Gobierno sustituya con empresas privadas el transporte público.“El Gobierno tiene que ser firme en su postura y no ceder. Contratando un servicio alternativo de transporte, se demostraría a los que habitualmente llevan a la gente que no tienen un monopolio eterno, que en un momento dado podrían dejar de ser necesarios”.
La postura del presidente Klaus fue muy criticada por el opositor Partido Socialdemócrata, que apoya la huelga contra el Gobierno. Su vicepresidente, Jiří Dienstbier, aseveró que “el Gobierno y el presidente hacen todo lo posible para avivar el conflicto social en la sociedad checa” y que “no habrá un cambio a mejor hasta que no se celebren nuevas elecciones”. Dienstbier también justificó la posición agresiva de Klaus ya que teme que por culpa de la huelga, los invitados a la fiesta de su 70 cumpleaños no puedan llegar a tiempo.