Sobre la fidelidad del vencejo y la longevidad del tilo
En la presente edición les presentaremos el “colibrí europeo”: el vencejo común. También les revelaremos desde cuándo el tilo se considera el árbol nacional checo. Las dos especies se adaptaron perfectamente a la vida en la ciudad, al lado del hombre. Y ambas forman parte insustituible de la riqueza natural checa.
Poca gente se puede imaginar que una ciudad gris, con el incesante ruido de automóviles y con las fábricas humeantes, es un importante biotopo para la biodiversidad. Lo explica Dagmar Zíková, del Ministerio de Medio Ambiente checo.
“El ambiente de una ciudad puede a veces sustituir biotopos que desaparecen del paisaje natural, por ejemplo, un área de construcción puede sustituir una estepa. En la ciudad viven aves rapaces, murciélagos o el vencejo común que anida en edificios altos. Por otro lado, la ciudad representa una gran carga para la naturaleza y el paisaje”.
El vencejo común comparte el hábitat con el hombre probablemente ya desde la Edad Media. Es una especie sinantrópica, es decir que aprendió a vivir con el hombre, busca sus cercanías y le conviene.
Esta convivencia, que funcionó durante siglos, se ve perturbada en los últimos veinte años por la masiva reconstrucción y el aislamiento térmico de las viviendas. El vencejo pierde sus nidales, lo cual tiene una repercusión dramática en su población.
Tomáš Viktora, de la Sociedad Checa de Ornitología, señala que sólo uno de cada diez edificios se remodela en Chequia de manera amigable con el vencejo.
“La ley estipula que no se puede destruir ningún nidal. Pero la realidad es otra. Yo no diría que es por mala voluntad, sino más bien por desconocimiento. Cuando se cambia la estructura del tejado, lo cual está dado por la necesidad de aislar bien el edificio térmicamente, los nidos del vencejo desaparecen y no son reemplazados”.
Los ornitólogos aconsejan en estos casos instalar en vez del nido original una caseta para el vencejo. Así lo hizo recientemente el Ministerio de Medio Ambiente, indica Tomáš Viktora.
“Las casetas estuvieron instaladas también en otros edificios en Praga y en otras ciudades, por ejemplo, al norte de Bohemia, en la Región de Pilsen, en la Meseta Checo-Morava y al norte de Moravia y en Silesia. Enviamos a los interesados instrucciones sobre cómo fabricar una caseta. Se encargaron de ello las empresas que realizaron los trabajos de reconstrucción o aislamiento térmico”.
El vencejo anida una vez al año, desde mayo hasta finales de julio. Forma parejas de toda la vida y durante toda la vida pone huevos en el mismo nido.
Una vez que el joven vencejo abandona el nido no llega a parar prácticamente a lo largo de un año.El vencejo puede volar a una velocidad de hasta 116 kilómetros por hora. En promedio, recorre diariamente 800 kilómetros. En el aire come, descansa, duerme e incluso copula.
El número de vencejos que viven en Chequia se estima entre 60 mil y 120 mil parejas.
En 1824 el poeta eslovaco Jan Kollár publicó el poema 'La Hija de Sláva', una de las obras emblemáticas del resurgimiento nacional. En el prólogo glorifica el tilo como “el árbol bendito de los eslavos”. Así nació la tradición que hizo del tilo el árbol nacional checo.El tilo era venerado ya por los viejos eslavos y germanos por su grandeza y longevidad, que el árbol debe a su sistema de raíces que le permite anclarse bien en la tierra.
El tilo más grande de Chequia es probablemente el Tilo de Vejda, en Pastviny, Bohemia Oriental, cuyo tronco tiene un perímetro de 12 metros y 52 centímetros.
Por su parte, el más viejo es probablemente el Tilo de Klokočov, en la Meseta Checo-Morava, cuya edad se estima en mil años. Se le llama también el Tilo de Carlos ya que según la leyenda bajo su corona descansó el emperador y rey checo, Carlos IV.
En la lista de los árboles memorables de la República Checa el 44 por ciento son tilos.