Resultados del Proceso de Transición - I Parte
Con este espacio, "Del Totalitarismo a la Democracia", Radio Praga trata de ofrecer un vistazo sobre lo que ha representado el proceso de transición en la República Checa. Este espacio está dedicado a todas las personas interesadas en conocer detalles sobre la transformación checa desde la dictadura comunista hasta la democracia, por lo que creemos que encontraremos muchos radioescuchas en Cuba, donde importantes sectores de la población se preparan también para un proceso de cambio pacífico en la Isla.
Esta vez analizamos algunos de los principales resultados de los diferentes procesos de transición a la democracia, acaecidos en Europa tras el fin de la Guerra Fría. Nos basamos en estudios preparados por el profesor Fredo Arias King. Hoy nos enfocaremos en el tema de la consolidación democrática.
Las reformas de personal resultaron ser más importantes de lo originalmente imaginado en 1989-91 por varios de los reformadores. Algunos insisten en que fueron las reformas decisivas y, en efecto, existe un alto grado de correlación entre la participación de viejas elite y el fracaso de las transiciones. De hecho, ninguno de los países considerados exitosos comenzó el año cero con los ex comunistas en el poder. Sin embargo, todos los países cuya transición es considerada como un fracaso comenzaron ese crucial año con las mismas elites comunistas en el poder. Los analistas occidentales que originalmente habían convencido a algunos reformadores post-comunistas de “perdonar” a sus antiguos torturadores e invitarlos a quedarse en sus puestos de gobierno, ahora admiten que fue un error.
Hasta la Fundación Nacional para la Democracia (NED) en Washington, que es financiada por el Congreso americano y toma posiciones neutrales en varios asuntos, mencionó en su reporte anual que “…el resurgimiento de personajes comunistas [es un obstáculo] para el desarrollo de democracias funcionales”. Al principio, los organismos oficiales como el Banco Mundial, que en sus estatutos son estrictamente apolíticos, rehusaban mencionar las raíces políticas del éxito o fracaso de las transiciones. Esta tarea se la dejaron a académicos independientes, los cuales subrayaron el factor de las elite políticas como el principal determinante del desempeño de las economías en transición, o por lo menos como la “causa raíz”.
Sin embargo, esta renuencia de los cuerpos oficiales y multilaterales ha cambiado últimamente, ya que el tema de las elites es un factor que no se podía ignorar más. Por ejemplo, el Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo (EBRD), que fue creado específicamente para financiar y estudiar las transiciones post-comunistas, mencionó en su reporte anual: “…acontecimientos políticos al comienzo de la transición parecen tener efectos duraderos en la liberalización… un cambio democrático de gobierno, por lo tanto, parece ser una forma de estimular liberalización”.
Calificó específicamente el caso del retorno de los ex comunistas en Bulgaria como un “retroceso”. El Banco Mundial también mencionó en 1996 que “Reformas económicas radicales han comprobado ser más fáciles cuando el cambio político ha sido rápido y fundamental”. De igual modo, un alto funcionario de la Unión Europea públicamente mencionó que la oportunidad de Eslovaquia de ingresar a la Unión Europea se perdería si regresara Vladimír Mečiar al poder. Un vistazo casual a los principales acontecimientos en los últimos quince años en la región son suficientes para notar ciertas tendencias en cuanto a los personajes principales. Aunque dicho grupo ecléctico de gente parece compartir sólo los antecedentes (no haber participado activamente en la dictadura), también obviamente tienen en común la inexperiencia y hasta cierto punto la ingenuidad, y los múltiples errores que pueden acompañarlas.
Pero eso parece ser su principal pecado, en comparación con los líderes ex comunistas. Algunos de ellos usan una retórica algo nacionalista, tales como Koštunica y Antall; sin embargo, no se ha derramado sangre. Los grandes actos de corrupción, de genocidio, las provocaciones internacionales bélicas, el uso de métodos anti-constitucionales para acumular el poder y otros similares no están asociados con dicho grupo de líderes de “sangre nueva”. Los peores escenarios en Europa del Este después de la caída del comunismo fueron las guerras civiles en Yugoslavia y Tayikistán, y las dos invasiones de Chechenia por parte del ejército ruso. Todos estos conflictos fueron provocados por líderes emanados del viejo orden, por ex comunistas. El saldo total de víctimas de estos conflictos puede ascender hasta los seiscientos mil. Un estudio que descubrió que países en vías de democratización eran más aptos de provocar una guerra que las democracias consolidadas o las dictaduras consolidadas, concluyó que el principal factor que explica esto es la permanencia de personal, intereses e instituciones del previo régimen dictatorial, los cuales tienen un incentivo de desestabilizar la situación y obstruir la consolidación democrática.
“Grupos de elites amenazados tienen un incentivo abrumador de movilizar a multitudes simpatizantes según su programa, utilizando cualquier recurso especial que puedan retener… [tal como] habilidades de organización y redes”. La conclusión de dicho estudio es que un país debería “hacerse totalmente democrático o nada”. A las previas elite se las deben mantener “contentas pero débiles”, con ciertas garantías de que no se les aplicará la justicia, pero al mismo tiempo desbaratando o confiscando sus herramientas de poder extra-constitucional. Sin embargo, el principal legado que han dejado las viejas guardias que se perpetraron en el poder ha sido la corrupción, instituciones débiles y mal desempeño económico. Las historias de Ucrania, Rusia, Rumania y Bielorrusia son más o menos típicas en este ámbito.
Ucrania ha tenido a ex comunistas en el poder. Leonid Kravchuk y Leonid Kuchma conjuntamente han presidido uno de los más pronunciados colapsos económicos de la ex Unión Soviética. También se les ha acusado de enriquecimiento personal y a Kuchma de haber ordenado personalmente el asesinato de reporteros investigadores. El ex primer ministro, Pavlo Lazarenko, fue sentenciado a la cárcel en los Estados Unidos por lavado de dinero (se estima que en más de tres mil millones de dólares).