El supuesto espía Pablo González dio clases en la Universidad Carolina junto a la opositora rusa Zhanna Nemtsova
El periodista Pavel Rubtsov, más conocido bajo su identidad española de Pablo González, que Moscú ha canjeado recientemente junto a otros agentes rusos, dio clases en la Escuela de Verano de la Universidad Carolina de Praga en los años 2018 y 2019 como persona de confianza de la Fundación Borís Nemtsov. Los organizadores de los cursos recuerdan su amistad con Zhanna Nemtsova, hija del opositor ruso asesinado a tiros en 2015.
El pasado 1 de agosto, Pablo González recuperaba la libertad en el aeropuerto de Ankara dentro del mayor intercambio de prisioneros entre Moscú y países de la OTAN desde el fin de la Guerra Fría. Sobre la misma pista de aterrizaje, subía a un avión del Estado ruso y volaba a Moscú junto a otros agentes del Kremlin, incluido el sicario Vadim Krásikov, condenado a cadena perpetua en Alemania por el asesinato de un antiguo comandante checheno en un parque de Berlín.
Pocas horas después, en el aeropuerto Vnúkovo de Moscú, el presidente Vladímir Putin esperaba a pie de pista y con todos los honores a los agentes canjeados, a los que prometió distinciones estatales. Pablo González bajó la escalera del avión con una camiseta de Star Wars en la que se podía leer en inglés ‘Tu imperio te necesita’ y estrechó la mano del mandatario ruso.
González había pasado más de dos años encerrado en prisión preventiva en Polonia prácticamente incomunicado desde que fue detenido en la ciudad de Przemyśl, cerca de la frontera con Ucrania, acusado de espionaje, aunque los cargos no se presentaron formalmente hasta después del canje de prisioneros.
Se confirmaban así para muchos las sospechas, dadas las informaciones aparecidas durante más de dos años sobre las supuestas actividades encubiertas de Pablo González, que hasta entonces había pasado por periodista y reportero de guerra especializado en todas las regiones en conflicto del espacio postsoviético como Nagorno-Karabaj, Transnistria o la propia Ucrania, desde donde mandaba sus reportajes para medios españoles como La Sexta, Público, la agencia EFE o el diario vasco Gara, pero también para La Voz de América, que ahora ha borrado todos sus artículos de la web.
El rastro de Pablo González en Praga
Por su perfil de reportero de guerra, Pablo González también estuvo en la República Checa invitado como profesor de la Escuela de Verano de Periodismo de la Facultad de Filosofía de la Universidad Carolina de Praga en 2018 y 2019. Si no volvió desde 2020, fue por la pandemia del COVID, y cuando los cursos se retomaron en 2022, González ya estaba incomunicado en prisión.
Tanto a los alumnos, que procedían de todo el mundo, como a los organizadores del programa en la Facultad, se los ganó con su enorme carisma y dotes sociales, como ahora reconocen. La portavoz de la Facultad de Filosofía, Ina Palacká, preguntada por la Radio Checa, rechazó la responsabilidad de la institución académica.
“La Facultad de Filosofía o la Universidad Carolina no pueden desempeñar la función de los servicios de inteligencia o los cuerpos de seguridad. Si estas prácticas ilegales no son detectables a través de fuentes abiertas disponibles, no podemos dejar de considerar que las personas en cuestión son dignas de confianza”.
Nadie sospechó de él, especialmente también porque llegó como parte de un grupo de personas ligadas a la fundación del político opositor ruso asesinado en Moscú Borís Nemtsov. En Praga se le pudo ver a menudo con la propia Zhanna Nemtsova, hija del añorado político ruso, activista y cofundadora de la fundación. Contactada por la Radio Checa, Nemtsova, rechazó dar declaraciones igual que al resto de medios desde la liberación de Pablo González.
Al parecer, debe guardar silencio al respecto por la investigación en curso que está llevando a cabo la justicia polaca y que podría juzgarlo en ausencia.
Por las fotos que publicó en su día Nemtsova en redes sociales, en Praga no solo compartió horas de trabajo con González, sino que también estuvieron en un restaurante del centro llamado, precisamente, El Pablo.
Gracias a esta relación, como señala el medio independiente ruso Agenstvo, especializado en periodismo de investigación, González, que viajó con la fundación dando clases por muchos países además de Chequia, entabló relación con otros importantes opositores rusos, como el propio político Iliá Yashin o el opositor, periodista y cineasta Vladímir Kará-Murzá, que también fueron parte del canje de prisioneros, pero que en el caso de ellos hicieron el viaje al revés, al ser liberados de Rusia, su propio país.
González pudo entrevistar a estos activistas en varias ocasiones y sacar información personal que luego enviaba detallada a Moscú. Iliá Yashin ha recordado una vez liberado que González incluso lo llevó al fútbol en Madrid en una ocasión. Para el diario El Mundo, dice Yashin, eso sí, que ya sospechaba de él desde hacía mucho y que entre sus compañeros opositores, el nombre de Pablo González estaba en las apuestas para formar parte del intercambio de prisioneros.
Según Agenstvo, en el caro ordenador de Pablo González que confiscó la Policía polaca, se encontraron muchos mails e informes de estos y otros opositores, Zhanna Nemtsová, incluida, pero incluso mails de su padre, Borís Nemtsov. Según los medios polacos, Zhanna habría asegurado a la Policía que se los tuvo que robar a ella. “Pablo no tenía ningún cargo en la fundación y no acostumbro a intercambiar correos de mi padre”, dijo al respecto.
"Cómo debe moverse un periodista en lugares con conflictos armados"
En la Universidad Carolina de Praga, califican este capítulo como un “tema desagradable” y también señalan que muchos de los participantes en los cursos siguen a día de hoy en Rusia, por lo que se trata de una cuestión “complicada y peligrosa”.
En la Facultad de Filosofía, donde González impartió una charla llamada precisamente “Cómo debe moverse un periodista en lugares con conflictos armados”, recuerdan que no solo compartía su tiempo libre con las personas de la Fundación Borís Nemtsov, sino que también se iba con los alumnos a los bares, donde le gustaba invitarlos a beber. Y al parecer, bebían mucho, porque luego llegaban tarde a las clases y con resaca, recuerdan. Según el medio opositor ruso Meduza, estaba especialmente interesado en hablar con los estudiantes ucranianos y estadounidenses. De uno de ellos incluso escribió en un informe que sospechaba que podría trabajar para la CIA.