Lada Hazaiová: “Mi destino era estudiar español”
Desde que, al empezar la escuela secundaria, lo eligió en lugar del francés, el español se convirtió en un elemento central de su vida. Además de doctorarse con una tesis sobre el cuento fantástico rioplatense, Lada Hazaiová da clases de español orientado a los negocios y lleva traducidos a una gran cantidad de autores argentinos como Julio Cortázar, Pablo de Santis y Mariana Enríquez.
Aunque antes había estudiado ruso e inglés, hay un momento en el que Lada Hazaiová entiende que decidió su destino y fue cuando, en el colegio secundario, debía optar por una lengua romance y eligió español, pese a que ya tenía un dominio básico del francés. Desde entonces, parte importante de su vida se ha desarrollado en ese idioma: además de doctorarse con una tesis sobre cuento fantástico rioplatense y trabajar en la actualidad como profesora de español orientado a los negocios en la Universidad de Economía de Praga, Lada Hazaiová tradujo textos importantes de la literatura argentina como Historias de cronopios y de famas de Julio Cortázar, La traducción de Pablo de Santis y los cuentos de Las cosas que perdimos en el fuego de Mariana Enríquez, uno de sus géneros predilectos.
“A mí siempre me han encantado los cuentos fantásticos rioplatenses, no solo argentinos sino también de los autores uruguayos como por ejemplo Armonía Somers a quien aquí casi no se la conoce ni se habla de ella. Pero la verdad es que tampoco se habla de Silvina Ocampo, una argentina cuyos cuentos son hasta mejores diría que los de un tal Borges; un sacrilegio, perdón, pero yo prefiero a Silvina Ocampo sobre Jorge Luis Borges”.
“Traducir es intentar pensar como los autores, pero en otro código cultural”.
Lada Hazaiová
Lamenta que esa autora haya vivido, en su opinión, a la sombra no solo de su marido Adolfo Bioy Casares y de Jorge Luis Borges sino también de su propia hermana Victoria Ocampo, que ha tenido mucha trascendencia como promotora cultural. De hecho, dice que le encantaría traducirla, pero por el momento no logra encontrar editoriales checas interesadas. De todos modos no pierde las esperanzas porque, a lo largo de su trayectoria como traductora, la literatura latinoamericana le ha deparado notables y hermosas coincidencias.
“Hice para mí misma años antes de traducirlo para la editorial la traducción de muchos textos de Cronopios y famas de Cortázar y luego, años después, salió publicado. También hice una revisión de Ojos de perro azul de García Márquez que tradujo una vieja conocida que despareció de mi vida y, de pronto, unos quince años después, recibí una oferta para traducir ese mismo libro y lo hice. Entonces ese es otro autor que traduje: García Márquez”.
Lada Hazaiová asegura que ella ve el mundo real de modo fantástico por lo que encuentra muchísimo placer al traducir ese género que la hace sentir en casa y cuyo encanto radica para ella en que las cosas no suelen decirse de manera directa. Por otro lado, asegura que así como muchos sueñan con ser escritores, pintores o músicos, ella soñaba desde niña convertirse en traductora. Por eso mismo está muy agradecida de llevar a cabo ese oficio que, según su modo de ver, se basa sobre todo en la capacidad de interpretación.
“Y en la interpretación ya está incluida la invención porque inventas lo que piensa el autor, aunque, claro, tienes el texto como base, pero no estás metido o metida en su mente. Entonces la primera interpretación, como la Biblia, es la interpretación que hace otro y entonces no es el mismo autor y por eso es tan difícil traducir a los autores porque debes intentar pensar como ellos pero en otro código cultural”
Una de las últimas traducciones que realizó Lada Hazaiová fue la de Las cosas que perdimos en el fuego de la autora argentina Mariana Enríquez, a quien también entrevistó cuando en el año 2019 vino a la Feria del libro de Praga que, en esa edición, tenía como invitados especiales a los distintos países de Latinoamérica. Recuerda que lo que más le sorprendió durante la entrevista fue la fascinación de Mariana Enríquez por el rock, a tal punto que no podía dejar de verla a ella misma como una rockera.
“Yo traduje a Mariana Enríquez unos cuatro o cinco meses después del nacimiento de mi hijo, entonces lo más tremendo para mí era traducir las partes donde se habla de la matanza de los niños; es decir, yo sufría muchísimo porque con todas las hormonas y mi hijo pequeño... y entonces traducir cómo se matan los hijos pequeños… me moría, me moría, era tremendo”.
Respecto a su tesis doctoral, dice Lada Hazaiová que, al terminarla en el año 2006, tuvo algunos problemas de salud porque escribía a fondo y tan concentrada que casi no dormía ni comía, solo se alimentaba a base de café y té verde y no quería salir de su casa. Por ese entonces, como aún no tenía hijos, la tesis era su gran prioridad. Ella explica que la terminó en una especie de delirio, lo cual no deja de tener bastante que ver con el género fantástico que durante tanto tiempo investigó. En la actualidad, los checos tienen la posibilidad de leer un libro basado en esa tesis que lleva como título Skryté tváře fantastična (Las caras ocultas del fantástico).
“El título tiene dos sentidos: primero, la cara oculta de lo fantástico, es decir, es el mundo fantástico, lo oculto en la realidad. Eso que no se ve a primera vista pero igual está aquí, es decir, es el modo de construir los mundos fantásticos de Cortázar, esa manera siniestra de crear el mundo fantástico y hacerlo ver en nuestro mundo real. Ese es el primer sentido del título. Y el segundo son las caras ocultas, es decir, se trata de autores menos conocidos que esas estrellas de lo fantástico como Bioy Casares, Borges, Cortázar y Fuentes, en el caso de México. Y entonces escogí nombres que escribieron mucho, muy bien, pero no se habla mucho de ellos al menos en este país”.
“Los checos somos más cerrados que los hispanos”.
Lada Hazaiová
En concreto, para realizar su investigación Hazaiová recurrió a dos autores del siglo XIX que son Eduardo Ladislao Holmberg y Juana Manuela Gorriti, dos de principios del siglo XX como Horacio Quiroga y Leopoldo Lugones y dos un poco más recientes: Silvina Ocampo y Felisberto Hernández. Por cierto, lamenta que la mayoría de los textos que trabajó en la tesis aún no estén traducidos al checo, aunque no descarta saldar esa deuda en el futuro. De hecho, ella sigue traduciendo y publicando artículos académicos sobre el género fantástico, además de realizar también otras actividades como la enseñanza del español de negocios y hasta clases dedicadas a las diferencias culturales entre hispanos y checos.
“Los checos somos más cerrados, parecemos más fríos y hasta yo diría que lo somos porque nuestra gesticulación y modo de hablar quizás no es algo tan vivo como en el caso de los hispanos. En segundo, lugar me parece que nos guardamos más en nuestras casas, lo cual tiene que ver con que somos cerrados: mi casa es mi castillo como dice el refrán checo y el castillo siempre tiene murallas”.
De todos modos dice Lada Hazaiová que esas características han empezado a cambiar un poco porque muchos jóvenes compatriotas viajan y hasta empiezan a tener bastante experiencia viviendo en el extranjero. Aun así está convencida de que todos los checos siguen teniendo, en el fondo, un castillo en su interior.