La flamante cerveza checa con corazón argentino
Luego de vivir cuatro años en Buenos Aires, Veronika Vlčková, una de las propietarias de la cervecería artesanal checa Bubeneč, regresó a Praga hace apenas dos meses. Y, para no extrañar tanto, decidió fabricar una cerveza con lúpulo argentino: se llama Patagonia y ya está a la venta. En esta entrevista, hablamos con ella y con el maestro cervecero a cargo de la elaboración.
Aunque se trata de uno de los países con mayor tradición cervecera del mundo, en Chequia acaba de lanzarse una cerveza realizada con lúpulo argentino. El principal motivo es que Veronika Vlčková, una de las propietarias de la cervecería artesanal Bubeneč, acaba de volver de una larga estadía en Buenos Aires y, para combatir la nostalgia, decidió rendir homenaje a la Argentina mediante la flamante cerveza Patagonia.
“Queríamos un lúpulo que pudiera hacernos recordar a la Argentina”.
Veronika Vlčková
“Nosotros vivimos con mi marido Matěj Vlček cuatro años y medio en Argentina, en Buenos Aires, porque mi marido trabajaba allá, él es checo también, y me encanta Argentina, me encanta porque tiene de todo: montañas y los paisajes son increíbles, fuimos a muchos lugares y tengo que decir que extraño mucho esos paisajes. Cuando necesitaba las fotos para la cerveza Patagonia, busqué en mi teléfono donde guardo las fotos y extraño mucho Argentina”.
Hace apenas dos meses que Vlčková regresó a su país de origen y el recuerdo que guarda de Argentina es excelente, aun cuando en esos cuatro años atravesaron el covid que, como en tantos otros países del mundo, implicó muchas dificultades. Cuenta, por ejemplo, que durante diez semanas no pudo salir de su casa con todo lo que eso implica viviendo, además, con dos chicos de cuatro y ocho años que, si bien nacieron en Chequia, ya son un poco argentinos. De hecho, asegura que al más grande le está costando bastante la adaptación.
“Él es como argentino y cuando está hablando grita y articula como un argentino, tiene un acento argentino perfecto, él creció allá y extraña mucho a sus amigos de la escuela porque es una parte de su vida muy importante: desde los cuatro hasta los ocho años, entonces para él fue un poco duro”.
De todos modos, Vlčková reconoce que ella misma se siente, por ahora, un poco turista en Praga: asegura, por ejemplo, que no conoce las calles ni sabe dónde hacer las compras. Nada raro si se tiene en cuenta que, en realidad, estuvieron doce años fuera del país porque antes de ir a la Argentina vivieron en Nueva York. Sin embargo, es cierto que nunca perdieron contacto. De hecho, ella se convirtió en una de las propietarias de la cervecería Bubeneč en el año 2018. Es decir que trabajó para la empresa desde Argentina gracias a que, como ella misma dice, logró reunir un equipo de trabajo en el que confía plenamente.
Made in Patagonia
Aunque es consciente de que la checa es una de las mejores del mundo, Vlčková asegura que el nivel de algunas cervezas argentinas también es muy alto y, al mismo tiempo, tiene la impresión de que la gente se interesa cada vez más en el tema, a tal punto que, de un tiempo a esta parte, se abrieron numerosas cervecerías artesanales. Ella vivía con su familia en el barrio de Recoleta en Buenos Aires y recuerda que muy cerca de su casa había un lugar que vendía hasta treinta tipos de cerveza. Pero aclara enseguida que el fenómeno trasciende el ámbito de la capital argentina.
“Fuimos a Bariloche y visitamos la cervecería Patagonia que es increíble, también la Berlina que tiene una vista increíble de las montañas y siempre queremos traer algún lúpulo de nuestros viajes a la República Checa, algo que pueda hacernos recordar a Argentina, entonces este es el segundo lúpulo que trajimos desde Argentina, el primero había sido Mapuche”.
Aquella primera cerveza de raíces argentinas llamada Mapuche estuvo disponible en Chequia hace dos años. Aunque ya no existe, asegura que tuvo una gran aceptación entre los consumidores checos, a tal punto que algunos llegaron a decirle que era su favorita. Con ese antecedente llega ahora al mercado checo Patagonia y Prokop Jeřábek, el maestro cervecero a cargo de su elaboración, nos explica sus principales componentes.
“Es una cerveza hecha exclusivamente con el lúpulo Patagonia. Principalmente, predominan los tonos frutales de ese lúpulo y hay también un leve tono de ajo”.
Agrega Jeřábek que, hasta el momento, Bubeneč es la única compañía en todo el país en fabricar cerveza con este lúpulo específico que los cautivó por su aroma, su sabor y por tener todos los requisitos necesarios para cumplir el gran objetivo de esta aventura: conectar dos países alejados desde lo geográfico pero que, entre muchas otras cosas, tienen en común la pasión por la cerveza. Veronika Vlčková, por su parte, no hace más que corroborar esa misma idea.
“Le compramos el lúpulo a Silo Cervecero, una empresa de Buenos Aires que vende muchos tipos de lúpulo. Nosotros queríamos algo que creciera en Argentina, entonces la primera vez elegimos el lúpulo mapuche y ahora Patagonia que es original de Argentina. Tienes muchos tipos de lúpulos que no son originales pero nosotros queríamos algo con corazón argentino”.
La flamante cerveza checo-argentina Patagonia tiene 5% de alcohol y ya está disponible en el local de la cervecería Bubeneč en Praga 6, muy cerca de la estación Hradčanská y, casualmente, a casi cinco minutos de la residencia de la embajada argentina.
Cómo se hace una cerveza
Fundada en el año 2016, Bubeneč es una pequeña cervecería artesanal que tiene su fábrica detrás del local y en el sótano. Aunque su especialidad es la típica lager checa, les interesa probar nuevos gustos y matices, incorporando ingredientes de todas partes del mundo. De hecho, cuentan con una serie de cervezas realizadas con lúpulo de origen internacional: además de Argentina, elaboran también productos de Alemania, Francia y muchos otros países, tal como confirma Veronika Vlčková.
“La cerveza Patagonia tiene un predominio de tonos frutales y hay también un leve tono de ajo”.
Prokop Jeřábek
“Trajimos de Canadá un lúpulo gracias a un amigo, queremos experimentar y queremos jugar con los lúpulos. Es importante no cocinar siempre lo mismo: lager y todos esos tipos, queremos experimentar y queremos divertirnos”.
De alguna forma, ese carácter lúdico tiene que ver con que se trata, en efecto, de una empresa pequeña. De hecho, sus productos no se consiguen en los supermercados porque la cerveza que hacen no es pasteurizada ni filtrada, por lo que es necesario consumirla en el término de un mes. Por otro lado, aclara Jeřábek que el único límite que deben imponerle a su creatividad es el tiempo que requiere la fabricación de la cerveza.
“Crear la cerveza toma unas dos horas: me siento con un colega y pensamos un poco, elegimos el lúpulo, la malta y la forma de combinar, pero luego, por supuesto, comienza el proceso de producción que se divide, a su vez, en tres partes: en primer lugar el hervido, luego se revuelve la malta con agua, también hay que hacer que el almidón de la cebada se convierta en azúcar, luego comienza la segunda fase en la que se mezcla el azúcar con el agua, luego se agrega la levadura que fermenta durante, aproximadamente, una semana y todavía hay una última fase en la que la cerveza realmente madura durante un mes o dos meses. Es decir que el proceso de creación no es tan complicado como el tiempo de producción que dura unos dos meses como mínimo”.
El proceso de elaboración de la cerveza Patagonia fue, en ese sentido, bastante estándar aunque tuvo la particularidad de que, al principio, uno de los ingredientes principales era el ajo hasta que se dieron cuenta de que era demasiado invasivo por lo que redujeron unas diez veces su cantidad. También hubo una diferencia en el proceso creativo del diseño de la etiqueta a cargo de Veronika Vlčková quien, gracias a su participación en la cervecería, pudo retomar también su carrera de diseñadora.
“Pusimos en la etiqueta un pingüino de la Patagonia, yo soy la que hace el diseño de las etiquetas para todas las cervezas y siempre cuando estamos pensando sobre nuevas cervezas y etiquetas les pregunto a los maestros cerveceros si me pueden decir algo sobre el sabor, color, o si me pueden dar alguna idea porque es importante que la etiqueta pueda expresar algo sobre la cerveza. Pero aquí tenía que ser el pingüino”.
Es decir que, esta vez, los maestros cerveceros no opinaron demasiado porque, desde un principio, ella estaba convencida de que la etiqueta debía expresar algo esencial del entorno único de la Patagonia. Eso sí: tal vez, una de las grandes diferencias entre ambos países es que, en Argentina, la cerveza suele servirse mucho más fría que en Chequia. El maestro cervecero considera que eso puede atentar contra el gusto y el aroma del producto por lo que advierte que, al menos en ese sentido, su cerveza con corazón argentino se sirve a la manera checa.