Petrof, pianos románticos y suaves
A pesar de ser un negocio familiar, Petrof es uno de los mayores productores de pianos de Europa. Los enormes desafíos a los que los miembros de la familia Petrof tuvieron que enfrentarse lo largo de los 158 años desde la fundación de la compañía, no evitaron que el sonido de Petrof siga conquistando el mundo.
La compañía Petrof es uno de los mayores fabricantes de pianos de Europa. Desde su fundación en 1864, Petrof ha fabricado unos 635.000 pianos que se pueden encontrar en 65 países de todo el planeta. Su popularidad se debe, sobre todo, a su sonido suave, redondo y romántico, que convenció a músicos como Paul McCartney, Billie Eilish o Ennio Morricone e instituciones como La Scala y la ópera de Sídney.
Antonín, el fundador
Antonín Petrof, nacido en 1839 en Hradec Králové, provenía de una familia de carpinteros. El sueño de convertirse en fabricante de pianos le entró el día que estaba reparando uno en la casa de uno de sus clientes, según reveló para la Radio Checa Ivana Petrofová, descendiente de Antonín Petrof y directora del Museo Petrof, situado junto a la fábrica en la ciudad de Hradec Králové.
“A los 17 años abandonó el taller de su padre, donde se hizo carpintero. Se enamoró de la idea de ser fabricante de pianos cuando vio uno en la casa de un cliente. Siguió el camino de su tío, radicado en Viena, que le transmitió todos sus conocimientos y experiencias, hasta que lo declaró fabricante de pianos también al cabo de unos 5 años. Antonín, sin embargo, quería adquirir más experiencia, así que se fue a trabajar a las compañías Schweighofer y Ehrbar, los productores de pianos más destacados de aquella época, y se formó en la gestión y la administración de una empresa”.
A los 25 años Antonín decidió convertir su sueño en realidad y en 1864 construyó su primer piano, que hasta la actualidad se puede observar en el Museo Petrof. Al cabo de diez años, en 1874, se pone en marcha la propia fábrica Petrof y su dueño cuenta con los primeros seis empleados. De repente, la compañía Petrof se impone a la competencia vienesa: Antonín introduce un nuevo mecanismo en los pianos; además, la empresa es una de pocas que utiliza ya la máquina de vapor y es la primera en todo el Imperio austro-húngaro que emplea un marco de hierro fundido que se sigue usando hasta el día de hoy, según explicó para la Radio Checa uno de los empleados de Petrof, Jan Plocek.
“La parte acústica incluye la tabla armónica, el marco de hierro fundido y el esqueleto del piano. El elemento acústico se completa en la parte izquierda de nuestro taller. Al mismo tiempo se ajustan los puentes de sonido y se ponen los clavos que ayudan a conducir las cuerdas, porque son muchísimas, unas 220, y cada una tiene que tener su sitio fijo. Cuando la parte acústica está lista, el instrumento llega a nuestras compañeras que ponen las cuerdas. Tienen que poner mucha atención y comprobar que no se cruza ninguna parte del piano, que no rozan. Los espacios en la parte mecánica están definidos, es una labor muy específica y se tarda mucho tiempo, hasta dos años, en aprenderla. Estas mujeres son magas”.
Antonín Petrof empezó a lograr mucho éxito en el extranjero. A finales del siglo XIX fundó dos filiales de su fábrica en Viena y Timisoara. En el año 1899 incluso recibe un encargo por parte del emperador austriaco, que lo nombra fabricante de pianos de la corte.
Cuando la fábrica Petrof cumple su 50 aniversario en 1914, transporta el piano número 30.000 al palacio de Konopiště, cerca de Praga, para regalárselo al príncipe heredero del trono austro-húngaro, Francisco Fernando. El instrumento solo estuvo dos semanas con su nuevo dueño hasta que este fue asesinado en Sarajevo, lo que provocó el inicio de la Primera Guerra Mundial.
Un año más tarde Antonín fallece, sus dos hijos mayores, también Antonín y Jan, tienen que luchar en la guerra y el más pequeño, Vladimír, se queda gestionando toda la fábrica con tan solo 26 años.
La usurpación del comunismo
Entre las guerras mundiales, los tres hermanos se ocuparon del legado de su padre, ampliando constantemente su oferta, hasta que en 1948 los comunistas decidieron nacionalizar la fábrica y despedir a la familia Petrof de su propio negocio. Los mayores de los Petrof tuvieron que trabajar como obreros, mientras que los más jóvenes tuvieron prohibido estudiar. Un día, la Policía comunista realizó un registro domiciliario en la casa de los Petrof y encontró oro, cuadros y otras piezas de valor. Lo que sucedió después lo describió Jan, descendiente de la cuarta generación de la familia.
“A finales de los años 50 del siglo XX sufríamos registros domiciliarios. A los hermanos de mi abuelo, Antonín y Vladimír –el abuelo Jan ya estaba muerto– les encontraron oro, joyas, cuadros y otras cosas de mucho valor. Los comunistas hicieron una exposición de estos hallazgos y los obreros de las fábricas, los niños de las escuelas y el público tuvieron que ir a verla obligatoriamente para tener un motivo de odio, para comprobar quiénes eran los enemigos de la clase obrera. Cada día a las 11 de la mañana, cuando los obreros iban por la calle desde la fábrica al comedor, los siete Petrof tenían que caminar en círculos, acompañados por la Seguridad del Estado, para que la gente no se olvidara de los enemigos”.
La calidad de los instrumentos de la fábrica Petrof disminuyó durante 40 años, cuando el cumplimiento del plan quinquenal era más importante que la precisión del oficio. La familia Petrof, sin embargo, no se dejó robar el sueño de recuperar su compañía, lo que lograron con la Revolución de Terciopelo en 1989.
Nuevos desafíos
Actualmente, la empresa Petrof está gestionada por la quinta generación de la familia. Su directora general, Zuzana Ceralová Petrofová, recordó en entrevista para la Radio Checa cómo fue el proceso de restitución de los bienes familiares en 1990.
“Mi padre pensó: ‘Todos están demandando sus bienes, voy a hacer un proyecto de privatización’. No todos en la familia estaban a favor. Pero mi padre era el impulsor. Todo el proceso duró ocho años y mi padre sufrió bastante. El veredicto nos concedió el 4% de los bienes en la restitución y el 96% restante tuvimos que comprarlo”.
La familia Petrof tuvo que comprar no solo la fábrica de Hradec Králové, sino también sus filiales cercanas a la frontera que antes formaban parte de la empresa nacional Instrumentos musicales checoslovacos y donde se producían pianos de otras marcas.
La directora destaca que, tras la restitución, la familia quería deshacerse de la fama que habían adquirido de instrumentos baratos de Europa del Este y recuperar su imagen de fabricante de productos de alta calidad. Según dice, todo el proceso empieza con la elección de material. Las tablas armónicas se hacen de la madera de pícea de 80 años de edad como mínimo. Después de la compra de la materia prima, la madera tiene que secarse y madurar, por eso, un piano de Petrof, que contiene 7000 componentes en total, tarda entre 2 y 3 años en fabricarse. El 80% del trabajo en un piano es el trabajo manual de los expertos, que se dividen en siete oficios diferentes.
Hoy en día, la fábrica Petrof cuenta con 260 empleados y poco a poco pasa a las manos de la sexta generación. Esta, por lo visto, tendrá que enfrentarse a muchos nuevos desafíos, puesto que el 15% del mercado de Petrof lo ocupa Rusia y Ucrania. Además, el mayor cliente de Petrof, China, todavía está luchando con la pandemia de COVID-19, lo cual reduce considerablemente las ventas de la compañía. La directora Zuzana confía en que el sonido suave y romántico de sus pianos conquiste nuevamente el mercado estadounidense.
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