Un método checo que crea metano de desechos biodegradables podría ayudar contra la dependencia del gas ruso
Una técnica patentada en Chequia para convertir desechos biodegradables en metano empieza a sonar para sustituir al gas ruso. Si hasta hace poco no era tenida en cuenta por los altos costes de su elaboración, dados los precios actuales del gas, ahora resultaría incluso barata.
Una patente para transformar desechos biodegradables en metano en un solo paso está registrada para Chequia y toda la Unión Europea desde hace nueve años, pero su utilización con fines prácticos reales no había sido tomada en consideración por los altos costes de producción. Sin embargo, ahora que el precio del gas se ha multiplicado por seis en los últimos doce meses, y que, en cualquier caso, se quiere prescindir del gas ruso, muchos se han acordado de ella.
De hecho, en comparación con otros procesos similares, el método checo es más sencillo y, por tanto, más rentable, explicó a la Radio Checa Pavel Izak, del Instituto de Procesos Químicos de la Academia de Ciencias.
“Hicimos un análisis económico y averiguamos que nuestro método de un solo paso cuesta la tercera parte que el método clásico, que consta de tres pasos. Y es así porque no usamos ningún adsorbente ni añadimos ningún componente que luego haya que limpiar, y usamos el vapor de agua que ya contiene el biogás sin procesar”.
El invento recibió en 2014 el prestigioso premio científico Cabeza Checa y se construyeron dos estaciones en el país para poner a prueba su funcionamiento. Sin embargo, nunca se llevó más allá la producción, cuenta Izak.
“La primera fue una estación de biogás en Valečov que, después de que se llenaran todos los depósitos, fue desconectada porque ya no había donde seguir almacenando biometano. La segunda se construyó en el Ergo-Klaster de Vysočina en Jihlava, que después entró en bancarrota. Por desgracia, hay una desigualdad en las subvenciones que se dirigen a la energía solar y las que lo hacen al biogás, así que no salía a cuenta invertir en la limpieza de biogás y gas natural, porque entonces no había problemas con Rusia y el gas natural era relativamente barato”.
Si hace una década era inviable económicamente el proceso al no contar con subvenciones, ahora incluso sin ellas sería rentable, aseguró a la Radio Checa Jan Štambaský, de la Asociación Checa de Biogás. Pero reconoce que este método solo podría sustituir hasta un 15% del gas natural que se consume actualmente en Europa y, además de esta, habría que buscar más soluciones.
En varios países del oeste europeo se usan ya varios procesos para conseguir metano de desechos biodegradables, pero en Chequia, por el momento, solo hay una planta en Rapotín, en el distrito de Šumperk, en la que desde hace tres años se emplea una tecnología distinta a la presentada por Izak. Esta produce un biometano que cubre el suministro de calefacción, electricidad y gas a unos dos mil hogares del área, aprovechando los desechos biodegradables de restaurantes, cadenas comerciales y domicilios.
Estas tecnologías habitualmente necesitan de tres pasos, pero no la patentada por el Instituto de Procesos Químicos, dice Pavel Izak.
“Aprovechamos que el biogás sin procesar es húmedo y en una membrana osmótica reversible retiramos todos los componentes que sean más solubles en agua que el metano”.
Los crudos tiempos actuales en Ucrania y sus consecuencias sobre el futuro del mercado energético, en el que la Unión Europea busca la independencia de Rusia, representan una oportunidad para métodos como este. Sin embargo, solo se podrían adaptar para la producción de biometano entre una cuarta parte y el 30% de las estaciones de biogás que hay actualmente en Chequia, que son más de 500, dice Jan Štambaský, tanto por cuestiones de infraestructura gasística, como de acceso a los desechos biodegradables, que, al contrario de lo que pueda parecer, ya son bastante utilizados, y no es nada sencillo conseguir más.