Remodelarán el invernadero de guisantes donde Gregor Mendel sacó su teoría de la genética
Arqueólogos de Brno han decidido recuperar el invernadero donde el católico y botánico Gregor Johann Mendel realizó los experimentos que asentaron las bases de la genética moderna.
Un equipo de arqueólogos ha empezado un proyecto para restaurar los cimientos del edificio, ahora desaparecido, en el que a mediados del siglo XIX Mendel realizó sus experimentos de hibridación con plantas guisanteras.
El invernadero, que está situado dentro de la abadía agustina de la ciudad, será recuperado y modernizado con la intención de abrirlo al público en 2022, con ocasión del bicentenario del nacimiento del ilustre científico.
Este lugar, del que no queda casi nada, fue clave para la evolución de la ciencia moderna, ya que fue donde el botánico revolucionó la comprensión de la herencia genética y desarrolló una teoría que sigue siendo válida 170 años después.
El invernadero en cuestión medía 30 metros de largo por 7 de ancho, y estaba ubicado en los jardines de la abadía. Estos últimos años, los visitantes han podido ver el plano de lo que había sido el edificio en el pasado, pero nada más. Y es que no quedaba casi nada de él; solamente un borde de piedra. No obstante, la arqueóloga jefe de la excavación, Lenka Sedláčková, explica que la desaparición del invernadero es bastante reciente.
“En la década de 1970 hubo una gran tormenta y se comentaba que a raíz de esto el invernadero fue destruido, pero que había estado conservado hasta entonces. No obstante, gracias a la investigación y documentación pudimos encontrar varias fotos del lugar. Vimos que el invernadero estuvo allí hasta la década de 1960, pero en tan malas condiciones que no hizo falta mucho más para que desapareciese”.
Después de esto, el edificio fue enterrado. Gracias a ello, durante las excavaciones los arqueólogos han podido encontrar algunos restos bastante bien conservados. Por ejemplo, partes de vasijas, la pasarela original, los cimientos de las columnas sobre las que se fijaban las estanterías y un depósito de agua de piedra de un metro de profundidad.
Por poco que sea, estos restos arrojan luz sobre los experimentos y la vida del católico y botánico Gregor Mendel. El científico nació el 20 de julio de 1822 en el pueblo moravo de Hynčice, hijo de una familia de campesinos. Por ello, y casi de forma autodidacta, aprendió desde bien pequeño las prácticas agrícolas y la historia natural. Sus estudios en matemáticas y física, pero también en teología y filosofía, lo llevaron al sacerdocio, algo que, por otro lado, no le impidió continuar con su investigación científica.
Sus primeros trabajos con los guisantes tuvieron cierta relevancia en su momento y fueron discutidos en los círculos intelectuales y científicos. No obstante, se necesitó medio siglo más para que se reconociera el significado real de su descubrimiento.
Con ocasión del bicentenario de su nacimiento este próximo año, la orden de los agustinos de la ciudad de Brno organizará varios homenajes al genetista. La restauración del invernadero es una de ellas, y el papa Francisco ya ha bendecido recientemente la primera piedra.
Uno de los arquitectos que participan en el proyecto de renovación, Ondřej Chybík, explica como será el nuevo invernadero después de las obras.
“Tendrá un aspecto totalmente moderno, pero se conservará cierto recuerdo del lugar. Hemos estudiado cuidadosamente los planos históricos y la geometría del invernadero, y, por ejemplo, utilizaremos elementos originales como el techo inclinado en lo que será el proyecto final. El nuevo edificio servirá como sala multifuncional y se empleará para exposiciones, conciertos o conferencias, pero también puede servir como cafetería. Nos estamos planteando abrir el suelo e instalar una gran losa de vidrio para mostrar los cimientos originales”.
El proyecto, financiado con más de millón y medio de euros, está pagado, en parte, por los fondos de cooperación transfronteriza con Austria. El invernadero será, pues, un punto de encuentro sin olvidar su vocación original. Se organizarán eventos científicos, pero también se cultivarán plantas como en la época de Gregor Mendel, con, por supuesto, un espacio privilegiado para los guisantes.