Patricia Gonzalo: “Traducir es tratar de ser el mejor lector de una obra”
Aunque reconoce tener cierta preferencia por el eslovaco, la carrera de Patricia Gonzalo de Jesús está también muy ligada a la literatura checa. Sin ir más lejos, en el último tiempo ha traducido tres obras muy importantes y distintas entre sí. En esta entrevista nos cuenta, entre otras cosas, qué significa para ella el arte de trasladar un libro a otro idioma.
Licenciada en Filología Eslava por la Universidad Complutense de Madrid, la traductora Patricia Gonzalo de Jesús asegura tener cierta preferencia por el eslovaco, a tal punto que lo considera su segundo idioma y celebra el interés que empiezan a mostrar algunas editoriales por la literatura eslovaca que, si bien es menos conocida que la checa, también tiene autores muy importantes.
De todas formas, Patricia Gonzalo no pierde contacto con las obras checas y, en efecto, en los últimos tiempos tradujo al español una serie de libros muy distintos entre sí: Teoría de la extrañeza de Pavla Horáková, La fatiga de los materiales de Marek Šindelka y Cómo se hace un museo, el típico libro destinado al público infantil que, sin embargo, también disfrutan los adultos.
“Habla de museos en general, de las galerías de arte, y luego la gracia está en que crea un museo y una exposición ficticia pero casi todo está inspirado en la Galería Morava de Brno”.
Se trata de un libro muy ágil y entretenido que, por ejemplo, afirma que el museo de arte no es un invento tan antiguo como podría parecer y, en definitiva, aborda de manera innovadora un tema que suele ser tratado con solemnidad. Precisamente esa misma modalidad que le atrajo del libro es algo que Patricia Gonzalo encontró en algunos museos que visitó durante su último viaje a Praga.
“La última vez que estuve aproveché para recorrer muchos museos y la Galería Nacional al completo y me interesaron mucho los planteamientos museísticos que tienen: muy innovadores en comparación con otros sitios. En España tenemos una cultura de museos muy desarrollada, pero la mayoría quizás tienen una visión más clásica, más cronológica y una de las cosas que más me sorprendió de la Galería Nacional es que aplican otros criterios para exponer sus fondos”.
Si bien España cuenta con sitios muy prestigiosos y célebres que últimamente empiezan a tratar de renovarse, según Patricia Gonzalo en general no llegan a alcanzar el nivel de innovación de algunos museos checos que suelen ser más didácticos, interactivos y, por lo tanto, entretenidos para el público, algo que justamente aparece también en el libro que tradujo.
“En el libro hay varias partes: primero te cuentan cuál es la historia, cómo surgen las galerías de arte, cómo evolucionan a través del tiempo, quiénes son las personas que trabajan en los distintos departamentos, cómo se conservan las obras y cómo se monta una exposición, y ahí hacen mucho hincapié en que se monta de formas distintas, no solo la cronológica sino también la temática: retratos, paisajes, etc. Dependiendo de la historia que quieras contar, esta organización puede ser totalmente distinta”.
Una Praga expresionista
Respecto a Teoría de la extrañeza, la novela de Pavla Horáková, Patricia Gonzalo celebra que, durante el tiempo que lleva traducida al español, hayan aparecido muchas lecturas positivas rescatando especialmente su ironía y sentido del humor, aunque, en su opinión, se trata de un texto que ofrece varios niveles de análisis.
“En la literatura checa hay una tradición muy grande de literatura psicológica pero la mayoría de los autores de esa tradición son hombres y, de repente, Pavla Horáková lo que hace es tomar esa tradición y la subvierte muy conscientemente desde un punto de vista muy femenino”.
Patricia Gonzalo aclara que con eso no quiere decir para nada que existan temas femeninos y masculinos, sino que, por el contrario, la novela está contada desde una corporeidad femenina a partir de la cual el tratamiento que hace de la menstruación o la maternidad parece demostrar que esos temas, aparentemente femeninos, pueden ser tan universales como cualquier otro.
En cuanto a las dificultades a la hora de traducir asegura que no notó tantas diferencias con lo que experimentó al llevar al español otros libros checos.
“Pues está lo que siempre suele ser dificultoso en las novelas checas: adaptar el contexto cultural y, en este caso, urbanístico de Praga, porque Praga tiene un peso muy grande en este libro para que todo sea inteligible para un lector en español que no esté familiarizado con él”.
Patricia Gonzalo afirma que, como no es partidaria de plagar los libros de citas, intenta realizar las adaptaciones necesarias para que el lector sepa si se habla de una calle, de una plaza o de un barrio sin necesidad de recurrir a Wikipedia. Pero también asegura que el desafío de traducir es volver comprensibles bromas, juegos de palabras y los códigos de vinculación social. Justamente, en el plano de los afectos y su relación con Praga, encuentra Patricia Gonzalo una de las claves de esta novela.
“Pero es curioso que en otros libros en los que se habla de Praga, se habla de forma más histórica, urbanística o arquitectónica, y en el libro de Pavla Horáková lo que hay es como un peso de las vivencias de las personas dentro de ese espacio urbanístico, es decir, cómo pesa la experiencia personal en la configuración de un espacio urbano, se ve la importancia de los afectos y las experiencias personales en cómo se crea la ciudad”.
Esa reivindicación de los afectos en la configuración del espacio muestra, según ella, una clara perspectiva de género. En todo caso, además de traducir la novela, Patricia Gonzalo es capaz de reflexionar profundamente sobre el libro, algo que coincide con su idea acerca de lo que es un traductor: alguien que debe lograr transformarse en el mejor lector posible de una obra para entenderla con todos sus matices y, luego, conseguir los mismos efectos en el idioma de destino, tal como un pianista ejecuta una partitura.
Más allá de los límites del lenguaje
Por otro lado, Patricia Gonzalo también es autora de Raíces aéreas, un libro de poemas, y destaca que parte de su estilo se lo debe también a su trabajo como traductora.
“Por un lado me parece que te da perspectiva, te baja los humos del ego porque te pasas la vida traduciendo autores de un talento asombroso: he traducido dos libros de la poeta norteamericana Adrienne Rich y eso te da mayor filtro, te hace diferenciar lo que es necesidad de escribir de las partes que sí merecen la pena, te da perspectiva y te hace ser más exigente contigo misma como escritor”.
Patricia Gonzalo está convencida de que traducir la saca de la zona de confort en términos lingüísticos, es decir, la obliga a adaptar sus capacidades literarias a las voces del otro, experimentando tonos, estructuras, voces y formas de contar que, tal vez, no le salen de forma tan natural pero quizás son las que cierto libro necesita. En ese sentido, asegura que traducir implica una ejercitación constante y una lucha contra los límites del lenguaje que inexorablemente el traductor lleva a su propia escritura.
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