Veinte años de Luces de Bohemia
Surgido en el año 2004 con el propósito de dar a conocer en Praga a autores de habla hispana, el grupo Luces de Bohemia atravesó distintas circunstancias pero nunca perdió de vista su objetivo: celebrar la literatura en un ambiente lúdico sin ceder profundidad. En esta entrevista, la poeta y traductora Elena Buixaderas hace un repaso de estas primeras dos décadas de vida y adelanta algunos de los festejos que preparan.
“Se trataba de sacar la literatura de las aulas y hacer algo divertido y, a la vez, pedagógico”.
Elena Buixaderas
El grupo literario Luces de Bohemia, cuyo nombre está inspirado en la obra de teatro de Valle-Inclán, tuvo en el año 2004 una especie de Big Bang: Elena Buixaderas conoció a Marta Guerrero y Sandra Castiñeiras que, por ese entonces, enseñaban español en la Universidad Carolina de Praga y, a partir de ese momento, coincidió con ellas en algunas actividades culturales, tal como ella misma recuerda.
“Y así empezamos a hablar de la posibilidad de hacer lecturas más regulares de literatura en español con música y un ambiente lúdico para pasarlo bien y, a la vez, dar a conocer a autores que no se conocían mucho en República Checa o no estaban traducidos. Vamos, que se trataba de sacar la literatura de las aulas y hacer algo divertido y, a la vez, pedagógico”.
Cuenta Elena que, desde entonces, se fueron uniendo más integrantes como, por ejemplo, el escenógrafo Eufrasio Lucena o la hispanista Denisa Škodová por lo que, más pronto que tarde, comenzaron a formar un grupo bastante amplio capaz de resistir el intenso ritmo que requiere organizar una lectura por mes. Por otro lado, ya desde el principio, el grupo debió afrontar una primera prueba de carácter, dado que la propia Elena se vio obligada a tomar un poco de distancia justo cuando el proyecto empezaba a dar sus primeros pasos.
“Cuando empezamos, que fue en noviembre de 2004, yo estaba a punto de dar a luz y cuando hicimos la primera sesión ya tenía una barriga enorme y estaba ya casi con un pie en el hospital. Después di a luz y me tuve que retirar, así que hice la primera sesión y luego les dejé todo a mis compañeras durante un año porque cogí la baja maternal, pero lo hicieron todo muy bien y me reenganché al año siguiente”.
Veinte años después
La idea era y sigue siendo la misma: elegir distintos temas con los que buscan presentar un panorama literario bastante amplio en lo que respecta a geografía, época y géneros. Además de los tópicos y los fragmentos de textos que preparan, para cada evento invitan a un autor, que puede ser local o hispano. Del mismo modo, siempre convocan a un músico para crear un ambiente más distendido. Con el paso del tiempo, Luces de Bohemia fue reduciendo su frecuencia a cinco sesiones al año y esa misma ductilidad puede explicar cómo el grupo llegó a cumplir veinte años de vida, luego de atravesar algunos altibajos y un gran recambio, tanto de público como de organizadores.
“Pues han pasado muchos escritores, traductores y músicos, hemos conocido a gente maravillosa gracias a estas sesiones y yo creo que lo peor que nos ha pasado en estos años ha sido el Covid porque casi acabó con todo esto: todo el mundo estaba en casa e hicimos dos sesiones en línea, pero era bastante complicado y después del Covid como que a la gente le daba pereza volver a salir y entonces perdimos a casi todo nuestro público porque antes éramos más de cincuenta personas siempre y, luego, éramos como diez o doce, pero ahora estamos remontando la actividad y solemos tener unas veinte personas, a veces incluso más”.
A pesar de todos esos cambios, desafíos e inconvenientes, Luces de Bohemia se mantiene en pie. Continúa celebrando la literatura y este mismo viernes van a ofrecer una fiesta con todos sus amigos y seguidores en un lugar muy confortable que vienen utilizando hace ya mucho tiempo: el café Liberál de Holešovice. Más allá de las sorpresas que amerita semejante logro, el entusiasmo que motivó la creación del grupo en aquel lejano 2004 sigue intacto.
“Porque siempre es un encuentro amistoso en un ambiente distendido, la gente que viene, ya sea como invitados, lectores o público nos dice que se lo pasa muy bien, que aprenden mucho, que conocen a nuevos autores y partes de la literatura que no sabían ni siquiera que existían, en parte gracias a las traducciones, y nos gusta mucho escuchar eso”.
Por el contrario, cuenta Elena que, en su opinión, lo que más ha cambiado es la propia conformación del público. No solo por los efectos del Covid, sino también porque, por ejemplo, muchos estudiantes universitarios que solían participar dejaron de hacerlo a medida que se fueron graduando. En el mismo sentido, explica Elena que en el comité organizador que hoy conforma junto a Veronika Štefanová, Carla Mizzau, Denisa Škodová, Mónica Márquez y Anabella Araudo, no hay tantos docentes como antes, sino más bien traductoras y amantes de la literatura.
Con una pequeña ayuda de las embajadas amigas
Una característica muy especial de este grupo es que los artistas invitados reciben un pago por su participación. En ese sentido afirma Elena que, cuando en el año 2004, ella le propuso a la embajada de España colaborar con la financiación, la de Luces de Bohemia era la única actividad cultural que existía en español. Desde entonces, la embajada se ha convertido en uno de los grandes pilares que fueron asegurando la continuidad del grupo.
“Lo que vamos haciendo es evolucionar según la gente que llega, las ideas que traen, siempre estamos abiertas a cualquier sugerencia”.
Elena Buixaderas
“Después, con el tiempo, se sumó el Instituto Cervantes durante algunos años, con los que hemos colaborado haciendo algunas sesiones especiales, después tuvimos también patrocinadores privados como, por ejemplo, La Casa Blů, que estuvo varios años ayudándonos y, para algunas sesiones especiales, hemos tenido financiación concreta de la embajada argentina. Recuerdo que hicimos con ellos una sesión sobre Ernesto Sábato y otra sobre violencia de género. En un momento dado, también colaboramos con la embajada de México para hacer un Día de los muertos y la literatura en torno a este tema, pero la verdad que la que nos mantiene vivos, por así decirlo, es la embajada de España”.
En cuanto al futuro, explica Elena que más que sentarse a barajar distintos planes y objetivos, el espíritu de Luces de Bohemia tiene más que ver con lanzarse a buscar esas oportunidades que suelen aparecer entre los supuestos obstáculos y aquello que trae la propia vorágine de la vida cultural en una ciudad como Praga.
“Lo que vamos haciendo es evolucionar según la gente que llega, las ideas que traen, siempre estamos abiertas a cualquier sugerencia y a colaboraciones con otros colectivos. Así que estamos expectantes a ver qué es lo que pasa, quién se nos cruza en nuestro camino, o algún escritor que, de repente, llega a Praga y hacemos algo con él. Veremos, estamos abiertas a lo que sea”.
En ese sentido concluye Elena que una de las cosas más graciosas y, a la vez, bonitas que han tenido que afrontar a menudo es la necesidad de improvisar. Sobre todo cuando, luego de tener las lecturas preparadas y los lectores elegidos, lo impredecible hace lo propio y, entonces, alguien se ausenta sin previo aviso. En esos casos, suelen ofrecerle el fragmento en cuestión a alguien del público que, muchas veces, asume el desafío de leer en público por primera vez en su vida. De esa forma, mientras logran vencer su propia timidez, realizan ese pequeño acto heroico que implica compartir un texto literario delante de todos y, a la vez, interpretarlo a su manera y bajo las condiciones únicas de ese instante irrepetible.