Aunque la animación checa tiene una larga y sólida tradición, la década de 1990 fue testigo de la llegada de la animación digital mediante el uso de computadoras, algo que cambió para siempre el modo de trabajar e incluso la estética de estas obras.
No importa que hablemos de películas de animación en 2D, en 3D o en rotoscopia, por poner algunas ejemplos, todos estos estilos tienen en común que se han instalado en el mundo de la animación gracias a las nuevas tecnologías.
Los ordenadores ampliaron de formas antes inimaginables las posibilidades de los creadores y, para suerte también de los espectadores, la producción de películas animadas vivió un nuevo “boom”.
En Chequia, y ya antes en Checoslovaquia, la animación alcanzó un gran nivel que la llevó a ser respetada internacionalmente. Nombres como Karel Zeman o Jan Švankmajer traspasaron las fronteras nacionales en una época donde las tecnologías disponibles no eran tan variadas. Por eso mismo, quizás para algunos nostálgicos la animación en esos tiempos requería cierta inventiva y capacidad de organización que echan de menos ahora.
Sobre los puntos positivos y los puntos negativos de las tecnologías en la animación y sobre la nueva era de la animación checa habló para Radio Praga Internacional la directora de cine y animadora Michaela Pavlátová, quien además dirige la cátedra de obras animadas de la Escuela de Cine y Televisión de la Academia de Artes Escénicas en Praga (FAMU).
En opinión de Pavlátová, uno de los grandes cambios lo supuso el hecho de que, con el tiempo, los ordenadores fueron accesibles para todos y la creación de películas animadas quedó al alcance de más gente.
“Gracias a los ordenadores y a las nuevas tecnologías, a partir de los años 1995 y 2000 la animación cambió rápidamente. Por supuesto, en Estados Unidos empezó antes. Al principio, se utilizaban estas tecnologías en los grandes estudios, pero más adelante también de forma individual. Porque ya era posible tener un ordenador propio y no tenías que depender del estudio. Hasta entonces, podías hacer animación porque estudiabas algo relacionado y tenías acceso a las cámaras. Pero después, surgió esta magnífica libertad y afectó al mundo de la animación en todos los aspectos, para lo bueno y para lo malo”.
Cuando los animadores no tenían ordenadores, hay muchos aspectos en los que debían ser más meticulosos que ahora. Si no querían perder el tiempo, necesitaban planear cada detalle desde cero y no había tanto lugar para hacer versiones de prueba. Tal y como apunta Michaela Pavlátová, una de las virtudes de las tecnologías puede convertirse precisamente en algo negativo.
“Personalmente, creo que hay más cosas positivas, pero me gustaría mencionar algo negativo. Una de ellas es el amado botón “deshacer”, para dar un paso atrás. Diseñas algo y puedes cambiarlo, hacer infinitas versiones. Lo que, en esencia, es una ventaja. Pero es una desventaja porque a veces puedes perderte en ello. Antes de tener ordenadores, era capaz de tener toda la película en la cabeza, y esto era necesario. Tenías que pensar todo muy bien, porque no querías animar algo que después no ibas a usar. No podías hacer pruebas, tenías que preparar todo mejor. Esto tenía su magia, y la mayoría de las veces salía bien”.
Michaela Pavlátová sabe bien de lo que habla, pues forma parte de esa generación de creadores de la República Checa que despegó en los años 90 y vivió en primera persona el auge de los ordenadores. Nominada al Óscar al Mejor Cortometraje Animado en 1992 por su corto “Palabras, palabras, palabras”, Pavlátová reconoce que, en términos generales, aprecia estas opciones porque suponen un gran ahorro de tiempo.
“Yo soy partidaria de los ordenadores en el sentido de que la animación es un proceso muy largo, entonces cada segundo que puedas ahorrar es bueno. Yo me dedico principalmente a la animación dibujada, donde antes era necesario escanear las imágenes, pero cuando las tienes ya directamente en el ordenador, la imagen siempre está viva. Te permite entrar en el proceso de forma continua, te ahorra mucho tiempo”.
Sin embargo, el lego en la materia no debería pensar que utilizar ordenadores es sinónimo de encontrarse el trabajo ya hecho. Los dibujos y los diseños siguen dependiendo de la habilidad de los creadores y de procesos que, por ejemplo, en el 3D, cuesta muchísimo tiempo llevar a cabo hasta que cobran vida en nuestras pantallas, añade Pavlátová.
“Por otra parte, me gustaría decir que no es que el ordenador haga todo. Yo sigo haciendo los dibujos para las animaciones, pero las hago en una tableta con un lápiz electrónico, es como si lo hiciera en un papel, solo que el proceso es más rápido. Y sé que para la gente que hace 3D lleva muchísimo tiempo diseñar los modelos, con los que más tarde sí se puede trabajar muy bien. Pero hacer el modelo lleva tiempo. No es poner un punto y ya está hecho”.
La revolución de Pixar
Sin duda, un antes y un después para la animación mundial fue el lanzamiento de “Toy Story” por el estudio de animación estadounidense Pixar en 1995. Se trata de la primera película de la historia animada completamente por ordenador.
Pero el talento checo también tuvo mucho que ver en el establecimiento de Pixar como uno de los gigantes de la animación. El director de animación y guionista checo Jan Pinkava consiguió un óscar para Pixar en 1997 con su corto “El Juego de Geri” (“El maestro de ajedrez” en España).
En los años posteriores, Jan Pinkava participaría en películas inolvidables de la compañía estadounidense como “Bichos”, “Toy Story 2” y “Monstruos, S.A.”. Fue incluso el escritor del guion original de “Ratatouille”, película de la que fue apartado, no sin polémica, por sus jefes. Aunque más tarde fue reconocido como codirector.
Michaela Pavlátová señala que una tendencia interesante al final de esa década era elaborar obras animadas con técnicas más simples. En parte, porque en animación 3D era difícil superar a Pixar.
“Entre los años 90 y el año 2000 ya aparecieron las películas de Pixar, y supusieron una revolución. En esa época, todos los que sabían y tenían los medios, anhelaban hacer animación 3D. Pero todo tiene sus olas, una época donde interesa más y después se enfría un tiempo. Es difícil cuando alguien hace un trabajo perfecto como Pixar, o lo haces mejor, o tienes que buscar otra forma para esconder que técnicamente no es tan perfecto, mostrar que es algo diferente”.
De acuerdo con la directora checa, se produjo incluso una reacción donde los creadores buscaban hacer obras lo más sencillas que fuese posible. Parcialmente porque programas de la época, como Flash, no permitían mucho más, pero también como forma de diferenciarse. Del mismo modo, la llegada de internet a cada vez más hogares facilitó la difusión de este contenido.
“Lo más genial con Flash era que las películas se podían comprimir, no ocupaban mucho, y se podían poner en internet. Es otra de las cosas que trajo la tecnología. Ya no dependes de los festivales. Y aunque la presencia en los festivales es insustituible, así como la inspiración de ser parte de ese mundo, no todos los creadores ni todo el público llegan ahí. Así que esa posibilidad de subir contenido a páginas web se aceleró a partir del año 2000, y abrió este espacio”.
Esa democratización, como lo llama Michaela Pavlátová, acabó influyendo tanto en la estética como en el contenido. Las animaciones sencillas se pusieron de moda hasta tal punto que, en muchas ocasiones, se buscaba a propósito un toque vulgar y primitivo.
El tipo de imágenes más fáciles propiciaban la creación de cortos que, en gran medida, eran de carácter cómico. Esto encajaba perfectamente con el espíritu del público en un internet de masas, donde se busca algo rápido y divertido.
“La influencia de los ordenadores en los 90 se pudo sentir en la estética de las películas. Porque antes se había establecido una categoría concreta que definía qué aspecto tendrían las obras, aunque fuera algo simple, había una estética de lo que era bonito y lo que no. Pero esa democratización permitió hacer animación a gente que no tenía formación artística. Y otro punto es que se utilizaba mucho el programa Flash, donde lo que mejor salían eran animaciones fáciles y primitivas. Eso provocó que mucha gente, entre los que me incluyo, comenzara a adaptar su estilo visual y de contenido para hacer vídeos cómicos cortos. Porque si querías hacer algo más profundo, necesitabas una imagen más trabajada cuya profundidad pudiera llegar al público. Además, en internet la gente no se concentra tanto, así que algo cómico corto es lo que más funcionaba”.
Animación contemporánea
La animación checa mantiene su encanto y en la actualidad siguen saliendo numerosas obras que beben de ese surrealismo que caracterizó la época dorada de la animación checoslovaca.
En festivales europeos de renombre como Cannes o la Berlinale no es raro encontrar entre las nominaciones cortos de animación checos. Y en 2020, la película checa “Hija” fue nominada al Óscar al Mejor Cortometraje Animado.
Según Michaela Pavlátová, algo que caracteriza el estilo actual es que las tecnologías permiten mezclar todo tipo de técnicas y los directores jóvenes no tienen miedo de probar cosas nuevas.
“Creo que hoy en día hay una mezcla de todo. Surgen nuevas técnicas, de las que llego a saber gracias a mis estudiantes, que son muy hábiles y rápidos para descubrir nuevas formas de hacer las cosas más simples. Ahora está de moda hacer animación en la que se usa 3D pero con la intención de que no se note que es 3D. El 3D lo usan sobre todo los grandes estudios de Estados Unidos y grandes producciones de largometrajes para niños. Pero luego hay una gran cantidad de cortometrajes donde se hace de forma más tosca a propósito, o usan 3D para que parezca 2D”.
Además de los festivales, la animación checa contemporánea se difunde gracias a instituciones como CEE Animation, que apoya la animación producida en los países del Grupo de Visegrado y en Eslovenia. Pero por supuesto, Pavlátová considera que la labor de los festivales es imprescindible, y comentó las que, en su opinión, son las mejores iniciativas relacionadas con animación en Chequia.
“El mayor festival en Chequia es Anifilm, que desde el 2020 se celebra en Liberec. Es un festival de animación internacional y en su página web suele haber enlaces a muchas películas. También hay una actividad interesante que se llama Aniont, una iniciativa que surgió a partir del festival Anifilm. Y en su página web también es posible encontrar películas de muchos creadores checos, aunque también hay directores internacionales. Y a veces, cuando tengo hambre de animación, busco en la web Vimeo, donde si el autor te llama la atención, puedes encontrar más cosas de él y uno puede buscar cosas ahí hasta el infinito”.
Algunas de las obras a las que vale la pena prestar atención próximamente son “My Sunny Maad”, de la propia Michaela Pavlátová, con un tema que no deja indiferente a nadie: el amor entre una mujer checa y un afgano. O el corto “Ant Hill”, de Marek Náprstek, con una estética psicodélica.
Dentro del uso de 3D e imagen generada por computadora se espera “Even Mice Belong in Heaven”, de Denisa Grimmová y Jan Bubeníček, que también hace uso del stop motion con marionetas, una de las especialidades checas.
Hay, asimismo, directoras jóvenes como Kateřina Karhánková y Bára Anna Stejskalová con trabajos interesantes que no hay que perder de vista.
Podríamos hacer una lista infinita en un país tan ligado a la animación, donde de instituciones como FAMU surgen cada año nuevo talentos, pero estas son algunas pinceladas con las que, sin duda, los extranjeros interesados en la animación checa, podrán introducirse y hacer nuevos descubrimientos.