Remoska: la reina de la cocina checa
Creado en la década del cincuenta, el mini horno portátil Remoska es tan práctico como original porque concentra el calor en su propia tapa. Amada por varias generaciones de checos, la Remoska logró salir indemne de la invasión de electrodomésticos de última tecnología y, en la actualidad, sigue fabricando nuevos modelos y expandiendo aún más su fama.
Tal vez no resulte tan fácil identificar una típica comida checa como sí decir con certeza qué producto no falta en la cocina de cualquier familia del país: la Remoska, un mini horno portátil más checo que la cerveza que, paradójicamente, se le ocurrió a su inventor durante un viaje, tal como afirma Jan Pesat, director comercial de la compañía.
“La Remoska fue inventada por Oldřich Homuta, inspirado durante un viaje a Suecia: en una tienda vio una especie de olla eléctrica para cocinar y, a partir de eso, se le ocurrió crear un sistema similar que también sirviera para hornear la comida. Así fue que, al llegar a Checoslovaquia, creó el primer prototipo de un pequeño horno portátil conocido como Remoska que se viene produciendo en Chequia desde 1957”.
Pesat afirma que los checos sienten debilidad por las soluciones prácticas e inteligentes. Y estos hornos portátiles que solo tienen un botón de encendido y una temperatura que oscila entre 160 y 180 grados combinaban a la perfección ambas características. Quizás por eso, la Remoska empezó a transmitirse de generación en generación. Pero, además, cuenta con un consumo de energía muy bajo de tan solo 400 watts, lo cual resulta atractivo incluso para otros países como Reino Unido donde, según cuenta Pesat, la empresa vende miles de estos hornos por año.
“Por supuesto seguimos desarrollando y mejorando la idea de la cocción en cacerola. Actualmente nuestros mercados más importantes son Chequia, Eslovaquia y Reino Unido. El año pasado presentamos nuestro nuevo modelo Remoska Tria que combina cocción, horneado y guisado. Además, fuimos premiados en Ambiente, una de las ferias más importantes de Frankfurt, Alemania, como mejor producto del 2020. En la actualidad, estamos fabricando sartenes y cacerolas Remoska de lujo y modelos originales para hornear llamados Remoska Prima”.
Jan Pesat se siente contento de trabajar en una compañía que, no solo constituye una marca emblemática en la historia del país, sino que también tuvo una presencia importante a lo largo de su vida. Como si, en algún punto, para promocionarla fuera suficiente con hablar de su propia experiencia como usuario.
“Yo uso todos los días la Remoska Tria: como no suelo contar con mucho tiempo pongo en la Remoska lo que tenga en la heladera, soy un claro ejemplo de que con Remoska todo el mundo puede ser chef, como casi todas las personas aquí en Chequia. Tengo muchos recuerdos de mi infancia, por ejemplo de mi abuela usando la Remoska en una pequeña cabaña en el bosque, cocinaba prácticamente todo: pollo, papas, tortas y muchas cosas más”.
Por su parte, Milan Harmáček, que ha trabajado muchos años como director de Relaciones Exteriores de la agencia CzechTrade, entiende que el enorme éxito de este mini horno se debe a que, además de ser tan simple y fácil, significó en su momento un verdadero cambio de paradigma respecto a los productos que, por entonces, se utilizaban para cocinar.
“La Remoska es una cazuela eléctrica pero no clásica, cuya fuente de calor no está abajo sino arriba, en la tapa. Y ese es el secreto: como el calor va hacia abajo no quema tanto y, además, trabaja en un espacio muy limitado, no como el horno, que es grande. Por ejemplo, el pollo en la Remoska es algo incomparable. Prácticamente todo el mundo, ahora y desde siempre, quiere hacer pollo en la Remoska porque queda mucho más rico”.
Además de resistir la llegada de electrodomésticos de última generación, Harmáček asegura que la Remoska también tuvo que competir con una especie de imitación de una marca checa que, sin embargo, se fabricaba en China. Cuenta que durante el comunismo se vendieron unos dos millones y medio de hornos Remoska por lo que casi cada familia tenía uno en su casa. Pero también recuerda que, poco antes de la Revolución de Terciopelo, se implementó un nuevo sistema de recuento de la población y, para volverlo más atractivo, decidieron recurrir nada menos que a esa verdadera marca registrada.
“El nombre Remoska es tan famoso que, en los años ochenta, se preparó una reforma de numeración de la gente y, naturalmente, era necesario ponerle algún nombre. Y, aunque parezca increíble, se usó el nombre de Remoska como sigla de Reforma del Sistema de Numeración y, con ese nombre, se aceptó mucho mejor la medida”.
Al igual que el director comercial de la compañía, Milan Harmáček también mantiene un vínculo muy personal con estos hornos eléctricos a tal punto que no podría imaginarse viviendo sin ellos.
“En toda mi familia somos unos locos de Remoska: en casa tenemos tres unidades fabricadas hace cuarenta o cincuenta años y a este producto no le hace falta prácticamente ningún servicio técnico, no se rompe nada ni hacen falta repuestos, y los seguimos utilizando aunque tenemos todo lo moderno también. Pero la Remoska es el rey de nuestra cocina”.
Si a la hora de viajar a cualquier país del mundo, uno de los primeros deseos consiste en degustar alguna comida típica, en el caso de República Checa parece ser suficiente con probar cualquier plato siempre y cuando haya sido hecho en la famosa Remoska.
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