Resistencia armada contra el régimen comunista fue legítima
¿Cómo nos hemos reconciliado con el pasado comunista? ¿Por qué no fue prohibido el Partido Comunista en Checoslovaquia tras noviembre de 1989, a pesar de que fuera señalado como una organización criminal? ¿Es el comunismo peor que el nazismo? ¿Fue legítima una resistencia armada contra el comunismo? Estas y otras preguntas vuelven a abrirse dieciséis años después del inicio de los cambios democráticos en este país. Se oyeron también en una conferencia organizada en el pasado mes de noviembre en la capital eslovaca de Bratislava por el Instituto de la Memoria del Pueblo, institución que todavía hace falta en la República Checa.
"El nuevo régimen democrático amnistió políticamente a los crímenes del comunismo", sostuvo al inicio de la conferencia en Bratislava el director del Instituto de la Memoria del Pueblo, ex disidente y posterior ministro del Interior checoslovaco, Ján Langos.
"El primer error que cometimos fue el hecho de admitir la continuidad del derecho con un régimen y Estado sin derecho. El segundo error fue que no insistimos en que se señalara y castigara a los culpables, ya que la sociedad coincidió en que el Estado, dirigido por el Partido Comunista, había perpetrado crímenes. Las personas concretas que tuvieron la responsabilidad por los muertos, encarcelados, deportados, asesinados en las fronteras ni fueron por lo menos señalados como culpables. No se restauró la justicia".
El 23 de abril de 1990 la Asamblea Federal de Checoslovaquia aprobó la Ley sobre la Rehabilitación Judicial, que permitió rehabilitar a las víctimas del comunismo, sin embargo, no puso en duda la legitimidad del antiguo régimen. Además, los diputados comunistas rechazaron entonces el párrafo que anulaba las sentencias pronunciadas por la justicia comunista, proponiendo en vez de ello una revisión judicial o la aplicación del indulto presidencial. Lo justificaron con el argumento de que se intervendría políticamente en la independencia de los tribunales, alegando la continuidad jurídica.
Dicha ley tampoco legalizó la resistencia contra el comunismo. Los presos políticos de los años 50 fueron considerados como víctimas y no como ejecutores de la resistencia. La ley imponía al tribunal de rehabilitación estipular una pena adecuada por actos delictivos a los que no se refería la rehabilitación. Como delitos la ley consideraba también los casos de resistencia contra el régimen en los cuales se haya actuado con violencia. En base a esta disposición fueron impuestas hasta mediados del año 1992 unas 25 mil así llamadas penas restantes, de hasta 15 años de cárcel y concernientes incluso a las víctimas ejecutadas del régimen.El historiador militar Eduard Stehlík está convencido de que la resistencia armada contra el régimen comunista fue legítima.
"En febrero de 1948 llegó al poder una dictadura que inició una guerra civil contra su propio pueblo. Empezó a ejecutar a ciudadanos, encerrarlos en campos de concentración y fusilarlos en las fronteras cuando intentaban abandonar la República. Cuando se asesina a sus propios es absolutamente legítimo oponerse a ello con un arma en la mano. Y no es sólo legítimo, sino digno de elogio, es lo básico que uno debería hacer".
No obstante, según sondeos, cerca de la mitad de los ciudadanos checos opina lo contrario. Lo demuestran, por ejemplo, las controversias que despierta el destino del grupo de resistencia de los hermanos Masín."Se desprende un poco de ese comportamiento tradicional checo a la manera de Schwejk. En la primera Guerra Mundial tuvimos unos cien mil legionarios, en la Segunda Guerra Mundial había diez mil, y a la tercera resistencia no se lanzó ya casi nadie. No sé si tiene algo que ver con que somos demasiado cómodos o porque pensamos que lo hará por nosotros el otro. El caso de los Ma"ín refleja nuestra mala conciencia. Representan un cierto espejo que nos muestra que era posible hacerlo de otra manera y si se hubiera hecho de otra manera no tendríamos que vivir en ese régimen tanto tiempo. Esa gente optó por una resistencia activa porque le importaba la libertad, la democracia que se violaba, y por la libertad se paga. Ellos estaban dispuestos a pagar con lo más caro que tenían: con sus propias vidas".
También Ján Langos opinó que la resistencia armada contra un régimen totalitario es legítima, aludiendo al nazismo.
"La resistencia armada contra el régimen nazi adquirió legitimidad después de acabarse la Segunda Guerra Mundial a finales de los años 40 mediante diferentes resoluciones de la Organización de las Naciones Unidas. La palabra ´resistencia´ entró en la Carta de los Derechos y Libertades Fundamentales, aparece en Constituciones de países democráticos. Por haber sido el régimen comunista totalitario, la resistencia armada contra el régimen comunista es legítima".
¿Tiene sentido buscar y penalizar a los culpables de los crímenes del comunismo dieciséis años tras la Revolución de Terciopelo?
"Nunca es tarde. Aunque algunos de los culpables ya han muerto y no se puede procesarlos, hay que declarar públicamente a qué delitos se prestó el Estado y quién tuvo la responsabilidad directa por los crímenes contra la humanidad, por los crímenes contra los civiles. También desde el punto de vista del derecho penal es importante describir los actos concretos del Estado con conceptos del derecho penal y señalar a los culpables. Es inevitable. No es inevitable encarcelar a ancianos, pero hay que hablar públicamente de la cuestión de la culpabilidad".
Según Ján Langos, uno de los primeros pasos que deberían emprenderse al inicio de la transición democrática es la disolución de la policía política y la ocupación inmediata de los archivos por órganos independientes, por ejemplo, por el Parlamento.
"No dejar destruir los documentos e investigar en los archivos de la policía política para averiguar sobre cómo era el régimen, en qué se basaba, cómo se organizaban y dirigían las represiones. Se trata de conocimientos valiosos para el futuro de la libertad y la democracia. Los archivos deberían abrirse inmediatamente también al público. Lo que era secreto durante un régimen no democrático, no puede serlo en una democracia".
Por la plena apertura de los archivos de la Seguridad de Estado comunista se pronunció en la conferencia de Bratislava su invitado más esperado, Josef Masín, quien volvió al territorio de la antigua Checoslovaquia por primera vez después de abandonarlo en unas circunstancias dramáticas hace 52 años.
"Los mismos comunistas dicen cómo nuestras actividades influyeron en el pensamiento de los checos en los años 50. Es un testimonio. La gente puede averiguar que no eran los tribunales, un Estado de derecho, sino el Partido Comunista el que tomaba las decisiones judiciales que luego leían los jueces. Es importante que los archivos sean accesibles, por lo menos a los maestros".
Josef Masín se siente decepcionado por la evolución en su país natal tras el año 89 y por el momento no piensa retornar.
"En el año 1989 me decepcioné al ver que en Checoslovaquia permaneció el Partido Comunista, y, en efecto, la gente, que había sido miembro del Partido, se quedó en sus puestos. Para mi el comunismo sigue existiendo en la República Checa. Consideré como un crimen que el pueblo checo haya sido engañado tras 89. Se decía que había una Revolución de Terciopelo y que se vivía en una democracia, pero no es verdad. Miren lo que pasa hoy, dónde están los comunistas, su fuerza y sus actividades se están ampliando. Es cada vez peor. ¿Por qué? Porque el pueblo checo no conoce la historia. Lo que eran los años 50, qué crímenes cometieron los comunistas, crímenes que fueron mayores que los de los nazis".