Josef Kajetán Tyl fue diputado a la asamblea constituyente que refrendó la libertad de conciencia
Les ofrecemos la segunda parte del relato sobre la trayectoria del dramaturgo Josef Kajetán Tyl, personaje fundacional del teatro checo y uno de los protagonistas del año revolucionario de 1848, llamado “la primavera de los pueblos”. Tyl acabaría por ser registrado en los ficheros de la policía secreta como elemento antiestatal.
Además de organizar los bailes patrióticos, en los años cuarenta del siglo XIX, Tyl se dedica intensamente al teatro, escribiendo hasta cinco dramas al año. Los escenifica en el Teatro de los Estamentos, en Praga, enfrentando los numerosos achaques que padece la incipiente vida teatral checa.
En aquella época hablaban checo sólo las capas más pobres de las ciudades y del campo. Las capas media y alta hablaban alemán.
En la pieza “Fidlovačka” Tyl ridiculizó a las personas de clase media que habían renegado de su lengua materna y chapurreaban un horroroso alemán. También su checo era deficiente.
La pieza reflejaba la realidad que marcaba negativamente también la vida teatral. Había pocos actores que tuvieran una buena dicción checa. Incluso el elenco profesional del Teatro de los Estamentos no era capaz de montar un espectáculo en que todos los actores hablasen un buen checo.
Estas limitaciones dificultaban al principio el trabajo a Tyl a la hora de seleccionar el repertorio para el escenario del Teatro de los Estamentos. Gradualmente comenzó a crecer en torno al dramaturgo una nueva generación de espléndidos actores. Tyl sabía descubrir talentos y hacía todo para brindarles oportunidades.
Por ejemplo, gracias a Tyl, el aprendiz de sastre, Jan Kaška, pudo convertirse de actor aficionado en el primer gran cómico checo.
A Tyl le ataban las manos también las condiciones económicas. El dueño del teatro exigía que escogiera un repertorio capaz de llenar la platea. Tenía que hacer entonces concesiones al gusto del público.
Tyl acabó entre dos fuegos porque del otro lado le criticaba la nueva generación de hombres de teatro que empezó a despuntar en los años cuarenta.
Un crítico de la joven generación, Josef Jiří Kolár, reprochaba a Tyl que no incluía en el repertorio del Teatro de los Estamentos obras de los grandes dramaturgos mundiales, como Shakespeare y Schiller.
Tyl pertenecía a la generación fundacional y abogaba por un teatro popular, accesible a las capas más amplias del público. Kolár era partidario de un repertorio mundial.
Ambos formaban parte del único elenco checo existente. El choque entre ellos no se hizo esperar.
Como director teatral, Tyl se adjudicó en una escenificación el papel de un personaje noble mientras que Kolár debía interpretar el rol de un villano. El actor protestó. Se enzarzaron en una violenta discusión y llegaron a las manos. Tyl hirió a Kolár en la cara y después lo arrojó al foso de la orquesta.El actor presentó contra Tyl una demanda judicial por agresión física y ultraje al honor. Y lo que era peor, delató a Tyl a la dirección de la policía que éste se dedicaba al teatro, aunque era empleado del Ejécito. Exigía que a Tyl se le prohibiera el trabajo en el Teatro de los Estamentos.
Tyl pasó unos días en la cárcel pero acabaron por ayudarle sus amigos. Consiguieron de un médico militar un certificado sobre su mal estado de salud gracias al cual solicitó la baja en el Ejército, donde había trabajado como modesto oficinista. No tardó en venir otro golpe.
Un jurado, del que formaban parte personalidades de tanto prestigio como el lingüista Josef Jungmann, otorgó a Tyl un premio por su novela “El último checo”. En la prensa apareció en el verano de 1845 una demoledora crítica de la obra.
El autor de la reseña, Karel Havlíček Borovský, un periodista de 22 años de edad, rechazó, en términos contundentes, lo que consideraba el patriotismo sentimental del libro.
La sociedad capitalina se burlaba de Tyl a sus espaldas. Él se sintió tan dolido que se marchó de Praga. Durante su estancia en el campo consideró la posibilidad de no volver al teatro, dejar de escribir piezas teatrales y no regresar jamás a la capital.
Pero después de muchas reflexiones y tras superar una profunda depresión, decidió recuperar su prestigio literario y teatral con trabajo intenso.
Tyl cambió de temas y de estilo y después de 1846 escribió piezas que pertenecen al fondo de oro de la literatura checa.
Tyl destaca en sus obras dramáticas la dignidad de las personas pobres y desfavorecidas, ridiculiza el apego al dinero y critica la insistencia de los padres en querer casar a sus hijos con parejas adineradas. Además, inculca a su público popular que todas las personas son iguales ante la ley.
Uno de los éxitos del autor es el drama rural “La hija del incendiario”, estrenado en 1846. Sería filmado casi cien años después, en 1941.Han alcanzado una gran popularidad las piezas de Tyl en las que intervienen a favor de los personajes del pueblo seres de las leyendas populares, como las hadas o Krakonoš, rey de la sierra de Krkonoše. La popular hasta la actualidad es “El gaitero de Strakonice”. Las hadas insuflan una fuerza mágica a la gaita de Švanda a cuya música nadie resiste.
La pieza fue filmada en 1937 y en 1955. Veinte años después insipiró a los autores del guión de la película “La estrella cae hacia arriba”, protagonizada por Karel Gott.
En 1847 Josef Kajetán Tyl escribió el drama histórico “Los mineros de Kutná Hora”. La censura lo intepretó como un llamado a la revolución y la obra fue prohibida.
En la atmósfera de la efervescencia revolucionaria de los años 1848 y 1849, Tyl creó sus mejores dramas históricos:”Jan Hus”, “El bautizo sangriento” y “Jan Žižka”.
Josef Kajetán Tyl creó sus mejores obras al asumir el compromiso político, desempeñándose como diputado a la asamblea constituyente que deliberó en la ciudad morava de Kroměříž desde noviembre de 1848 hasta marzo de 1849. De día Tyl tomaba parte en los trabajos de la asamblea, y de noche escribía sus dramas históricos.
Convocada como resultado de la movilización de la ciudadanía y de sus luchas en las barricadas en el año revolucionario de 1848, la asamblea se proponía elaborar una Constitución que transformara el imperio de los Habsburgo de un Estado absolutista en una moderna democracia parlamentaria.La ley fundamental, redactada en Kroměříž, estipulaba la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley. Refrendaba la libertad de reunión y asociación, la libertad de conciencia, culto y opinión, así como la garantía de libre desarrollo de todos los pueblos que formaban el multinacional imperio de los Habsburgo.
En marzo de 1849, las autoridades de Viena, centro del imperio, mandaron disolver la asamblea constituyente. En vez de la constitución liberal, elaborada en Kroměříž, fue impuesta otra, preparada en la corte de Viena que conservaba muchos aspectos del absolutismo imperial. La reacción triunfó.
Josef Kajetán Tyl regresó a Praga con la marca de rebelde y subversivo. Mientras que muchos patriotas se hacían “invisibles” después de la derrota de la revolución, Tyl trató de luchar. Intentó publicar un nuevo “Periódico rural” pero por estar lleno de alusiones políticas, acabó por ser prohibido. Tyl fue inscrito en el registro de la policía secreta como “persona peligrosa para el Estado”.
Regresó entonces al teatro. Organizaba funciones teatrales checas en la recién construida arena Pštroska, para tres mil espectadores. Fue inaugurada con la pieza de Tyl “El sueño de Jiřík”, que alcanzaría gran popularidad. El dramaturgo subió en aquella oportunidad al escenario para lanzar un valiente llamamiento a construir el edificio del Teatro Nacional.
En noviembre de 1850 fue publicado un nuevo Reglamento Teatral. Tenía fuerza de ley y estaba firmado por el nuevo ministro del Interior, Alexander Bach, que encarnaba a la reacción política. El Reglamento reintroducía la censura, suprimida en el año revolucionario de 1848.
En 1851 el director del Teatro de los Estamentos despidió a todos los actores y trabajadores checos. La medida afectó también al dramaturgo Josef Kajetán Tyl.
Su situación era difícil porque tenía a su cargo cinco hijos naturales. El matrimonio con Magdaléna Forchheimová no logró apagar su pasión por la hermana menor de su esposa, Ana. Los tres vivían bajo el mismo techo. Tyl tendría con Ana siete hijos.
Tyl solicitó a las autoridades una licencia para formar una compañía de teatro itinerante. Jamás la obtuvo. Tuvo que comprarla a un empresario teatral quebrado. Se endeudó para dotar a la compañía de bastidores y vestuario. Fue un error fatal porque viviría agobiado por las deudas hasta su muerte prematura.
La compañía acabó por desintegrarse y Tyl y su familia actuaron en otro grupo de teatro itinerante. A menudo no tenían dinero para comprar pan.
Cinco años duró la penosa peregrinación. En la primavera de 1856 el envejecido dramaturgo y actor interpretó su último papel, en la pieza “El comediante pobre” que él mismo había escrito. Falleció el 11 de julio de 1856, a la edad de 48 años.