Estudiantes checos cosechan éxito mundial con un robot cervecero
Tres checos, alumnos del Colegio de Alois Jirásek, de Litomyšl, han triunfado en el concurso internacional de jóvenes talentos científicos y técnicos INTEL ISEF, con su proyecto de un robot capaz de servir cerveza.
La última edición, celebrada el año pasado en Reno, Nevada, Estados Unidos, fue un gran e inesperado éxito para la República Checa. El jurado se mostró a favor de un pequeño robot, construido por el trío Marek Votroubek, Jan Král y Petr Bubeníček. Este último ha compartido con Radio Praga la reciente experiencia.
A continuación, explica qué es lo que hizo el robot EiMSA para impactar al jurado internacional.
“El robot es capaz de reconocer una botella de cerveza por su forma, acercarse a ella, agarrarla y servir su contenido en un vaso. Por supuesto, sabe hacer muchas más cosas, pero hemos optado por la cerveza porque es un típico producto checo. Además, la botella es un objeto rotatorio y por ello fácil de distinguir”, sostiene Bubeníček.
Entre la idea original y el producto final transcurrieron varios meses llenos de experimentos equivocados, continúa el estudiante.
“Fue idea de Marek Votroubek la de construir un robot. Pero su forma y sus cualidades cambiaban constantemente. Por ejemplo, al principio le habíamos puesto orugas pero después nos dimos cuenta de que así perdía mucha energía cinética, por eso las cambiamos por ruedas”, indica Bubeníček.
Los alumnos checos trabajaron de día y de noche para hacer realidad su sueño. Aunque aprovecharon algunos conocimientos de las clases de física, más bien fue un autoaprendizaje, según Petr Bubeníček. Es casi un milagro que durante todo ese tiempo no hubiera ningún choque de opiniones, afirma el joven.
“Antes de hacernos una idea concreta hubo pequeñas discordancias, pero después ya no tuvimos mayores problemas. Al contrario, nos complementamos perfectamente, porque Honza es especialista en hardware y software y Marek y yo nos ocupamos de la parte técnica. Fue un trabajo en equipo”, destaca Bubeníček.
Como suele pasar con este tipo de proyectos, el principal obstáculo lo representaron los límites financieros. Aunque el Colegio de Litomyšl compró algunos componentes, su ayuda no fue suficiente. “La cámara que utilizamos es de baja calidad, por eso el robot tarda tanto en encontrar la botella. Tampoco el ordenador es muy rápido”, reconoce abiertamente Petr Bubeníček.Lo importante sigue siendo que el robot EiMSA supo imponerse entre los más de 1.200 proyectos de 57 países presentados al concurso. Actualmente recorre los diferentes museos técnicos del país y es probable que se quede en alguno para siempre.
“No lo hicimos con ningún objetivo concreto, simplemente disfrutamos construyéndolo”, dice Petr Bubeníček a quien le gustaría dedicarse en el futuro al estudio de los sistemas de baterías.
Marek Votroubek apenas ha comenzado los estudios en la Universidad Técnica de Praga y actualmente está trabajando en un robot que sea capaz de subir escaleras. Jan Král estudia tecnologías informáticas en Brno.