El adviento, Santa Bárbara y San Nicolás en la República Checa
El adviento se ha hecho sentir en las familias checas por medio de una tradición casi olvidada hasta hace poco: la de las coronas tejidas de ramitas de coníferas. Ésta es una de las costumbres relacionadas con el Tiempo Santo en la República Checa.
Las coronas de adviento solían ser confeccionadas en el seno familiar a partir de ramitas de coníferas, y debían tener cuatro velitas como símbolo de los cuatro domingos que preceden a la Natividad del Señor. El primer domingo del Tiempo Santo la corona debía ser llevada a bendecir a la iglesia, y luego se encendía la primera vela; cada uno de los tres domingos posteriores, era encendida otra. Según la creencia popular, la corona de adviento hacía que la familia tuviera una buena cosecha y la protegía de enfermedades y catástrofes.
Cabe afirmar que, al igual que la tradición del árbol de Navidad, la de la corona de adviento llegó a Bohemia procedente de Alemania. Después de caer en el olvido a causa de la Segunda Guerra Mundial, esta simpática tradición se reanudó hace unos años y ahora vive su apogeo. Pero la mayoría de la gente desconoce el significado religioso de la corona de adviento y la concibe como parte de la decoración típica del período que precede a la Navidad.
guinda o lila, practicado por las chicas solteras, no sólo para adornar el hogar sino también "y sobre todo- para conocer el futuro amoroso que les espera. Es que se dice que si la rama en cuestión florece antes de la Nochebuena, la chica que la cortó contraerá matrimonio en el curso del año entrante.
Pero es la segunda fiesta del adviento la que pone de cabeza todas las ciudades y aldeas de este país: la de San Nicolás, correspondiente al seis de diciembre, pero celebrada en la noche del cinco. Desde el siglo XIV, en vísperas de la fiesta de San Nicolás, las calles de este país se inundan de "tríos" formados por un San Nicolás, un ángel y un diablo, y del llanto de terror de los más pequeños, y la algarabía de los mayorcitos.
Es que San Nicolás va de casa con su libro-registro de "pecados" a amonestar a los niños que se han portado mal durante el año. Por sus "fechorías" éstos reciben del diablo trozos de carbón... pero el ángel viene en su ayuda y sirve de intermediario, y a la promesa de portarse bien el año próximo, San Nicolás regala al niño alguna fruta, dulce o panecillo. Esta noche millares de San Nicolás, diablos y ángeles regalarán alegría en este país, aunque con las lágrimas de terror de los pequeños inspiradas por la pinta del diablo, puede que se inunde el Vltava... Es que ya sólo de escuchar al diablo quedarán pasmados de miedo...