Martina Krupičková, la pintora checa que se inspira en los tranvías de Praga

Tranvía 6

Originaria de la región de Vysočina, luego de vivir un tiempo en Londres, Martina Krupičková decidió mudarse a esa verdadera meca para los artistas de todo el mundo que es Praga. Inspirada en los paisajes, la naturaleza y, sobre todo, los pintorescos tranvías de la capital checa, sus atractivos cuadros conjugan el neoimpresionismo con el arte contemporáneo.

"Voy e intento captar la esencia del lugar y camino un buen rato, observando los tranvías que pasan”.
Martina Krupičková

Aunque ya se sabe que Praga suele inspirar a artistas de todo el mundo, no es menos cierto que también constituye un centro muy fuerte de atracción para creadores checos que, si bien provienen de otras ciudades del país, terminan recalando en la capital checa con el objetivo de desarrollar su carrera. Ese es el caso, por ejemplo, de Martina Krupičková, una artista plástica que estudió en Brno y, luego de vivir seis meses en Londres, se instaló en Praga, una ciudad en su opinión fascinante y atractiva sobre todo en invierno, cuando la nieve persiste y la ciudad se cubre de blanco, ya que asegura que, en esas ocasiones, aparecen los matices que la obligan a ir en busca del pincel.

Terminando un cuadro | Foto: archivo personal de Martina Krupičková

“Praga es, en realidad, mi segundo hogar, porque originalmente soy de Vysočina, aquí en la República Checa. Y Praga se convirtió para mí en un lugar muy importante, porque todo lo que adquirí aquí, tanto en términos de experiencia laboral como en lo que refiere a la pintura, comenzó a conectarse. Y una gran ciudad como Praga en ámbitos como este es como una meca, en comparación con lo que pudo haber sido quedarse en una ciudad más pequeña de la República Checa”.

Stromovka | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

En cuanto a su método de trabajo, revela Martina Krupičková que, a la hora de retratar los distintos paisajes de Praga, suele tomar primero algunas fotos con el propósito de capturar cierta esencia o un tema que muchas veces ni siquiera planea pero simplemente aparece y la cámara la ayuda a verlo. De esa serie de fotos suele elegir una: la que más ganas le inspire de convertirla en un cuadro y así es como van surgiendo sus hermosas visiones de Praga. De Stromovka, por ejemplo, tiene unos diez cuadros, uno de los cuales se llama El secreto del otoño. Martina Krupičková asegura que hoy puede vivir de la pintura porque casi todos los meses vende, por lo menos, una obra.

La paseante de Praga

“Cuando camino por Praga, por sus diferentes rincones, me concentro sobre todo en Vinohrady, en Karlín o en el centro histórico. Pero también salgo un poco de la ciudad para detenerme en la naturaleza. Y dentro de Praga también suelo ir mucho a Stromovka, que me parece un parque muy inspirador, sobre todo en otoño con esos colores tan vibrantes. Pero mi trabajo depende un poco de hacia dónde sople el viento. O si viene alguien que quiere un encargo y me dice: ‘¿sabes qué?, ¿sería posible pintar un cuadro en este lugar?’ Y entonces voy e intento captar la esencia del lugar y camino un buen rato, observando los tranvías que pasan”.

Una tarde | Foto: archivo personal de Martina Krupičková

Martina Krupičková comenzó a pintar en 1999. Aunque en los comienzos se centraba, sobre todo, en algunas calles y en la naturaleza, cuenta que un día su marido, que es inglés, le preguntó si no sería interesante que intentara retratar tranvías, por tratarse de uno de los elementos de Praga que más llaman la atención a los extranjeros. Reconoce Martina que, al principio, la idea no la convencía y hasta le parecía demasiado kitsch.

Arte con espátula | Foto: archivo personal de Martina Krupičková

“Pero, por otro lado, empecé a pensar que el tranvía es parte de Praga y parte de la ciudad, además de un gran desafío, porque en ese momento no había pintado nada parecido. Así que pinté el primer tranvía histórico, que se vendió. Luego tuve, creo, una pausa de dos años hasta que pinté otro. Y así, con el tiempo, seguí evolucionando. Luego pinté tranvías, principalmente, al sol y comencé a agregar lentamente otras atmósferas como algunas escenas justo después de la lluvia. Así que comenzaron a aparecer calles lluviosas, donde hay agua, donde hay reflejos. Y así es como todo surgió y encajó como un rompecabezas”.

"Comenzaron a aparecer calles lluviosas, donde hay agua, donde hay reflejos. Y así es como todo surgió y encajó como un rompecabezas”.
Martina Krupičková

Si bien reconoce que se trata de un vehículo muy especial, ella siente especial debilidad por los tranvías históricos, a los que considera una verdadera reliquia de la ciudad. Lo cierto es que ese medio de transporte tan pintoresco está más que presente en su obra y marca, de algún modo, su evolución como artista. En efecto, ella misma define su estilo como un tipo de arte moderno y contemporáneo que proviene del neoimpresionismo y puede llegar a mezclar cosas muy diversas.

La inspiración de las influencias

Además de motivarla a pintar tranvías, Martina Krupičková le debe a su pareja el hecho de hacerle conocer la obra de uno de sus grandes referentes artísticos: el pintor checo-ucraniano Alexandr Onishenko ya que, en el apartamento en el que vivía en Praga, tenía una pintura de él.

Vltavská  | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

“Eso me llamó mucho la atención y empecé a visitar su galería regularmente, admirada con su estilo, el juego de colores, la atmósfera que le daba a esos cuadros hechos con espátula sobre lienzo negro. Me dije a mí misma que también quería intentarlo. En ese momento, mi pareja estaba a punto de dejar Praga y quería hacerle un regalo para Navidad que podía ser también un regalo de despedida en caso de que no termináramos juntos. Compré un libro sobre cómo pintar al óleo y una postal de un cuadro de Onishenko e hice una copia. No salió bien, era mi primera obra, pero se lo di como regalo”.

Kamenická  (2021) | Foto: archivo personal de Martina Krupičková

Más allá del resultado, esa primera experiencia la motivó a irse metiendo cada vez más a fondo con la pintura hasta que, en el año 2004, llegaría su primera exposición. Revela que, al principio, sus cuadros eran muy pastosos, pero de a poco comenzó a suavizar su estilo y cambió la espátula grande que usaba en sus comienzos por una más pequeña, lo cual le permitió difuminar más las capas y suavizar los tonos. Agrega que, en términos generales, cuando pinta paisajes naturales recurre más al impresionismo y, en el caso de trabajar con tranvías o calles, mezcla un poco la abstracción y el realismo. Pero volviendo a los maestros, hubo otro encuentro que marcaría un antes y un después en su carrera y fue haber asistido a un curso del conocido artista estadounidense Jacob Dhein.

Výtoň | Foto: archivo personal de Martina Krupičková

“Fue hermoso, porque yo venía pensando en la idea de aprender de los mejores y probar el estilo de pintura con lienzo blanco. Venía pintando mucho con espátula sobre lienzo negro y nunca había probado el óleo sobre lienzo claro y con pincel. Y cuando leí que Jacob Dhein, cuyo estilo me encanta, iba a dar un curso en Sevilla, no lo dudé y me inscribí, y fui a Sevilla a su curso de pintura”.

Aunque solo duró una semana, ese curso fue muy importante en su carrera no solo porque le permitió conocer una ciudad que considera hermosa, sino también porque terminó de convencerla de seguir utilizando la espátula, un instrumento que, en su opinión, se adapta a su estilo mucho mejor que el pincel. También recuerda que, aunque el curso ni siquiera había sido en verano, la temperatura llegaba casi a los treinta grados.

Vista a Vyšehrad | Foto: archivo personal de Martina Krupičková

Pintando en la televisión inglesa

En el Pasaje del Diseño | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

Otro punto bisagra en la carrera de Martina Krupičková fue su participación en una serie del canal cultural Sky Arts de la televisión británica, en el que la convocaron para pintar en diferentes lugares, con el agregado de que los artistas nunca sabían de antemano en qué locación debían grabar ni qué tipo de cuadro les iban a pedir, por lo que no podían prepararse de ninguna forma.

“Y cuando llegabas allí, no sabías qué ibas a pintar ese día. Así que comenzaba a las siete de la mañana y tenías que estar en un lugar específico. Y, a partir de las diez, comenzaba la grabación. Y mientras te filmaban y te hacían entrevistas tenías que concentrarte en la pintura y en lo que estuvieras viendo frente a ti, que en ese momento podía ser un castillo o un fuerte. Aunque luego el tiempo neto del programa eran solo cuatro horas, trabajábamos durante todo el día y terminábamos exhaustos porque ni siquiera llegabas a ir al baño”.

En la galería del Banco Nacional Checo | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

Aunque no está segura de volver a resistir ese grado de exigencia, asegura Martina Krupičková que está contenta de haber tenido esa experiencia. En la actualidad, los paseantes que, como ella misma, recorran las calles de Praga podrán descubrir algunos de sus cuadros en el Pasaje del Diseño que tiene el Banco Nacional Checo, un pasadizo que conecta el centro y la zona de Jindřišská ofreciendo una inesperada pero interesante galería de obras de creadores locales.

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