Los checos en las trincheras de la Primera Guerra Mundial

Cuatro años, tres meses y catorce días. Este tiempo duró la Primera Guerra Mundial, el conflicto más devastador que la humanidad había vivido hasta entonces. Toda esta historia queda retratada en la exposición 'En las Trincheras de la Primera Guerra Mundial', en el Instituto Militar de Praga, y les invitamos a que la visiten con nosotros.

El atentado al archiduque austrohúngaro Francisco Fernando d´Este
Fueron siete los tiros que desataron el conflicto que se cobró las vidas de más de diez millones de personas. El atentado al archiduque austrohúngaro Francisco Fernando d´Este fue la excusa inmediata que encendió el fuego del conflicto armado, cuyas chispas sin embargo se habían estado prendiendo ya desde el año 1870.

Las ambiciones territoriales de las grandes potencias mundiales enfrentaron en los campos de batallas a dos coaliciones; por un lado figuraban los Aliados, que incluían a Gran Bretaña, Francia, Rusia, Italia y los Estados Unidos. Por otro estaban las Potencias Centrales; Alemania, el Imperio Otomano, Bulgaria y el Imperio Austrohúngaro. Este último fue el que apretó el gatillo del conflicto, al declarar la guerra a Serbia, país que se hallaba detrás de la muerte del heredero del trono imperial.

El emperador austrohúngaro, Francisco José II, mandó a los campos de batalla a unos 9 millones de soldados. Al formar entonces las Tierras Checas parte del Imperio, 1,4 millones de estos militares eran de nacionalidad checa.

De 'Belle Époque' a las trincheras'

La exposición 'En las Trincheras de la Primera Guerra Mundial'
El propósito de la exposición 'En las Trincheras de la Primera Guerra Mundial' es aproximar al público cómo eran los sentimientos de los hombres checos que se vieron obligados a marchar a la guerra.

De ahí que la parte inicial de la exhibición lleve a los visitantes a los tiempos tranquilos de 'Belle Époque', un periodo de avance tecnológico, prosperidad económica, florecimiento cultural y una paz relativa. Esta época adquirió su denominación precisamente tras la Primera Guerra Mundial. El científico del Instituto Militar y comisario de la exposición 'En Las Trincheras de la Primera Guerra Mundial', Zdeněk Polčák, ofrece más detalles.

“Los visitantes entran en una calle praguense acompañados de música austrohúngara, fotografías y secuencias de las películas de la época. La parte más exclusiva presenta colecciones de armas y uniformes de Francisco Fernando d´Este. Después se entra junto al heredero del trono austrohúngaro a Sarajevo, donde se pueden ver las armas de los Ejércitos que participaron en el conflicto”.

“No queremos luchar contra nuestros hermanos eslavos”

A diferencia de los soldados de otras nacionalidades, entre los checos no brotaba mucho entusiasmo por participar en el conflicto, según prosigue Polčák.

Los soldados checos en 1915
“Los soldados checos no querían luchar contra los rusos, debido a que al igual que ellos eran eslavos. Antes de que estallara la guerra, la ideología del paneslavismo ya tenía una gran importancia en la sociedad checa, y cuando más salió a la luz fue precisamente en los campos de batalla”.

Según Polčák, los checos fueron mejores guerreros en el frente italiano que en el ruso. En el primero llegó a producirse un número significativamente menor de deserciones, y los checos lograron fama de buenos militares. No era así sin embargo en el frente ruso, donde se debían enfrentar a sus “hermanos” eslavos, según afirma Polčák.

El Buen Soldado Švejk
“Este es un fenómeno que se refleja también en varias obras literarias sobre la guerra. Sobre todo en la novela 'El Buen Soldado Švejk' del escritor checo Jaroslav Hašek, que de hecho también participó en la guerra. En las películas sobre este personaje los soldados cantan el estribillo: “Vamos a luchar contra los rusos y no sabemos por qué”.

Los diarios de los soldados atestiguan que durante los enfrentamientos en territorios eslavos la gente local tenía una actitud diferente hacia los que compartían las mismas raíces. Con los soldados de Alemania o Hungría eran reservados y distantes, mientras que a los checos los trataban como hermanos.

Tres días antes de que comenzara la Gran Guerra, el Imperio Austrohúngaro había suspendido los derechos fundamentales. La abolición de la libertad personal, de reunión, de prensa y de expresión, así como la prolongación de la jornada laboral y la suspensión de los domingos libres provocaron en la sociedad todavía más descontento.

Foto: ČT24
Además de la desgana de luchar contra un pueblo de idénticas raíces, ese también fue un factor más que disuadía a los checos de marchar a la guerra con el uniforme austrohúngaro.

Nadie se imaginaba cuánto tiempo podría durar la guerra. Algunos militares estimaban que para la Navidad de 1914 ya estarían en sus casas. Los acontecimientos de los primeros meses no obstante demostraron que el conflicto se solucionaría a corto plazo.

La exposición 'En las Trincheras de la Primera Guerra Mundial',  foto: Archivo del Instituto de Historia Militar de Praga
Durante la guerra, entre los checos se dieron numerosas deserciones, aunque no siempre por sentirse en la misma barca que sus hermanos eslavos.

“No en todos los casos se trató de deserciones. Muchos soldados checos fueron hechos prisioneros por el enemigo sin intención de juntarse con él. En muchos casos las deserciones pudieron surgir a causa del miedo y la bestialidad de la contienda. Es posible que muchos pensaran que al tirar la pistola y ser cautivados, se librarían de la lucha”.

La exposición 'En las Trincheras de la Primera Guerra Mundial',  foto: Archivo del Instituto de Historia Militar de Praga
Ese fue el caso de un soldado checo que quedó tan atemorizado por las barbaridades surgidas en las trincheras que prefirió autolesionarse.

“Él no sabía cómo seguir adelante, así que se punzó la mano con una bayoneta a fin de poder salir del frente aunque fuese solamente por un momento. Tuvo la suerte de ser atendido por un médico checo, que le diagnosticó una herida provocada por la metralla de una granada. Si le hubiera atendido un médico alemán, no habría ocultado que fue una herida provocada a propósito, lo que entonces se penalizaba”.

Foto: ČT24
Las autolesiones provocadas para escaquearse eran consideradas por el Ejército como muestra de cobardía, lo que en algunos casos se castigaba hasta con la pena de muerte.

Aun así, este tipo de heridas no era excepcional, según documentan los diarios de los soldados que el Instituto Militar tiene a su disposición.

Las armas de la guerra

La exposición 'En las Trincheras de la Primera Guerra Mundial',  foto: Archivo del Instituto de Historia Militar de Praga
Al igual que los soldados, los visitantes de la exposición 'En Las Trincheras de la Primera Guerra Mundial' entran en un vagon para bajar después directamente de él a las trincheras de los frentes bélicos. Allí pueden observar las armas utilizadas en la guerra, así como objetos de uso diario de la tropa.

“Los soldados pasaban en las trincheras largos meses. Para entretenerse hacían todo tipo de cosas, como fabricar naipes con tarjetas postales o tallar pipas, que entonces estaban muy de moda. También se pasaban tiempo manteniendo el armamento”.

La Primera Guerra Mundial fue la época del renacimiento de las armas blancas, objetos para la lucha cuerpo a cuerpo. Su uso en aquella época pasó de ser común, ya que en las trincheras el espacio limitado a menudo no permitía manejar armas de fuego.

La exposición 'En las Trincheras de la Primera Guerra Mundial',  foto: Archivo del Instituto de Historia Militar de Praga
“El combate entre los soldados en las trincheras tenía diferentes reglas que en un campo de batalla abierto, donde salían con un fusil intentando matar al otro. En las trincheras no podían luchar así. Eran como peleas taberneras, pero de vida o muerte”.

La guerra produjo también nuevos tipos de armas, y otras adquirieron un uso nuevo.

“Respecto a las armas nuevas podemos nombrar tanques o armas químicas, pero las demás ya eran conocidas antes de la guerra. En cañones y artillería se había perfeccionado la precisión y el alcance de tiro, y en general fueron adaptados al limitado espacio de las trincheras. Otro uso se dio a los morteros, que hasta entonces se habían utilizado más bien para guardar fortalezas. Para las trincheras eran ideales, ya que lanzaban bombas estando bien resguardados”.

La exposición 'En las Trincheras de la Primera Guerra Mundial',  foto: Archivo del Instituto de Historia Militar de Praga
La Primera Guerra Mundial fue también un sinónimo de guerra química. De hecho, se trata del único gran conflicto bélico en el que se usó extensivamente este tipo de armas, según afirma Polčák.

“A partir de 1915, cuando los alemanes por primera vez utilizaron el cloro, su uso se extendió y se convirtió en un arma corriente. Al final de la guerra el gas ya no se soltaba a través de bombonas y cánulas, sino en proyectiles de cañón más fáciles de transportar”.

La exposición también muestra la mayor y la menor capacidad de los Ejércitos de reaccionar al uso de las nuevas armas en cuanto a la protección de sus soldados.

La exposición 'En las Trincheras de la Primera Guerra Mundial',  foto: Archivo del Instituto de Historia Militar de Praga
“Para protegerse ante el gas, al principio los soldados se ponían botas de goma y se envolvían la caras con pañuelos mojados en un líquido, capaz de contrarrestar el gas. Los soldados no siempre lo tenían a su disposición, así que a veces los mojaban en orina”.

Los que mejor preparados se vieron para afrontar el peligro de las nuevas armas fueron también los alemanes, que desde el mismo principio disponían de máscaras de gas de buena calidad.

“A lo mejor no es que estuvieran preparados con antelación, simplemente sabían reaccionar muy rápido. Alemania era una potencia de armas químicas. En el museo también exponemos las máscaras de gas rusas, que cubren toda la cabeza. Hay otro tipo de máscaras, hechas de varias capas impregnadas con líquidos para contrarrestar el gas. Más bien era un pañuelo perfeccionado, utilizado, por ejemplo, por los italianos. Pero con el tiempo se vieron obligados a adquirir máscaras mejores”.

Checos contra checos

La exposición 'En las Trincheras de la Primera Guerra Mundial',  foto: Archivo del Instituto de Historia Militar de Praga
El anhelo de formar un estado checo independiente se remonta al siglo XVII, tras el fallido levantamiento contra los Habsburgo, un acontecimiento detonante de la Guerra de los Treinta Años.

La realización de este sueño se inició precisamente en las trincheras de la Primera Guerra Mundial. Muchos de los checos que se vieron obligados a marchar a la guerra en uniforme austrohúngaro fueron capturados en los frentes franceses, italianos y rusos.

Conscientes de que la derrota del Imperio Austrohúngaro podría dar paso al nacimiento del Estado Checoslovaco independiente, muchos de los capturados junto a los compatriotas arraigados en el extranjero llegaron a formar unidades, conocidas posteriormente como las Legiones Checoslovacas.

La primera Legión de este país todavía inexistente se formó en Francia ya en agosto del primer año de la guerra y estaba compuesta por patriotas checos residentes en este país. Durante el acontecimiento bélico la patrulla Nazdar llegó a contar con más de 10.000 miembros.

A partir de 1917, los legionarios procedentes de las Tierras Checas lucharon también en los frentes italianos. Allí se enfrentaron a otros checos vestidos con uniformes austrohúngaros. A los frentes italianos el Imperio Austrohúngaro envió a muchos checos, ya que estimaba un menor riesgo de deserción que en los campos de batalla rusos.

Precisamente en Rusia se formó la Legión Checoslovaca más numerosa. Su actuación más importante se dio en la batalla de Zborov, en el territorio de la actual Ucrania, en junio de 1917. Unos 3.500 rusos, checos y eslovacos lograron abatir allí a 5.500 militares del Ejército Austrohúngaro. En el conflicto se enfrentaron checos contra checos y es curioso que en la batalla lucharan uno contra el otro dos futuros presidentes checoslovacos – Klement Gottwald y Ludvík Svoboda.

Esta hazaña dio a conocer el genticilio 'checoslovaco' a lo largo del mundo.

El Tratado de Paz de Brest-Litovsk,  foto: Free Domain
Tras la firma del Tratado de Paz de Brest-Litovsk con el que Rusia salió en 1917 de la guerra, Tomáš Garrigue Masaryk decidió trasladar las Legiones Checoslovacas a los campos de batalla de Francia. La salida de las tropas de Rusia resultó complicada debido a las disputas que los legionarios tenían con los bolcheviques, que llegaron al poder tras la Revolución Rusa.

La raíz del problema radicaba en que los bolcheviques checoslovacos quedaron consternados por la entrada de al menos 15.000 soldados de las Legiones en el Ejército Rojo.

Los legionarios checoslovacos acaparaban la prensa propagandística de los bolcheviques con mucho entusiasmo, sin embargo, solamente con el fin de utilizarlos para su higiene personal.

León Trotski
Las siguientes disputas entre los bolcheviques y los legionarios desembocaron en los muchos obstáculos, que León Trotski, uno de los representantes de la Revolución Rusa, ponía para que los legionarios checoslovacos no pudiesen salir de Rusia y se incorporaran al Ejército Rojo.

Los legionarios checos no se rindieron y paulatinamente fueron tomando el control sobre todo el ferrocarril transiberiano hasta lograr partir en diciembre de 1919 hacia Europa a través de los Estados Unidos.

Esta hazaña de las Legiones Checoslovacas fue un factor importante que contribuyó al reconocimiento de la existencia del Estado Checoslovaco por parte de los Aliados.

“Pueblo checoslovaco, tu eterno sueño se ha hecho realidad,…”

El 6 de julio de 1915, Tomáš Garrigue Masaryk se pronunció en Ginebra por primera vez a favor de la independencia de las Tierras Checas y Eslovacas. Este acto le valió una orden de detención decretada por el Ejército Austrohúngaro.

De allí que Masaryk se marchara junto a Edvard Beneš, el segundo futuro presidente checoslovaco, al exilio a Francia, donde el 14 de noviembre de 1915 fundaron el Comité Extranjero Checo, conocido posteriormente como Consejo Nacional.

Respaldados por el eslovaco Milan Rastislav Štefánik, el grupo llevó a cabo un infatigable trabajo diplomático a fin de convencer a las potencias que reconociesen la autodeterminación de Checoslovaquia. Masaryk se centraba sobre todo en el diálogo con los Estados Unidos y Rusia, y Beneš negociaba con Gran Bretaña y Francia.

Cuando en 1917 los Estados Unidos entraron en la guerra, Masaryk presentó al presidente Woodrow Wilson su proyecto de una Checoslovaquia independiente. En el transcurso del año 1918 se llegó a conseguir el consentimiento de los países del Acuerdo con la independencia de la República Checoslovaca.

El 28 de octubre de 1918 el Consejo Nacional por fin pudo declarar: “Pueblo checoslovaco, tu eterno sueño se ha hecho realidad”.

Las vueltas a casa no siempre felices

La última parte de la exposición está dedicada a los complicados destinos de los soldados que volvían de las trincheras a sus casas. Zdeněk Polčák da más detalles.

Zdeněk Polčák | Foto: Instituto Militar de Historia
“Un gran tema lo conforman las historias de los soldados que en la guerra quedaron discapacitados. Si el hombre que era el sostén de la familia perdió en la guerra la mano o la pierna ya no podía trabajar su familia se quedaba sin recursos. Entonces la gente llegaba a enfrentarse a serios problemas existenciales”.

La exposición también introduce las dificultosas historias de las familias cuyos miembros desaparecieron durante la contienda.

“Hasta que el miembro de la familia desaparecido no fuese declarado como muerto, la familia también se quedaba sin recursos. Aunque el marido tuviese un seguro, no había manera de llegar a cobrarlo. La familia tampoco podía vender las propiedades y si la esposa del soldado desaparecido quería volver a casarse, no podía hacerlo, ya que su estado civil no era ni divorciada ni viuda.

El Armisticio del 11 de noviembre de 1918
La Primera Guerra Munidal llegó a su fin el 11 de noviembre de 1918. Las nuevas ambiciones territoriales, el anhelo de venganza de los países que se sentían omitidos y engañados respecto al repartimiento territorial, así como las consecuencias de la Gran Depresión, dieron paso a otro conflicto que tan solo 21 años después desembocó una masacre todavía más devastadora.


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