Las cárceles checas se encuentran masificadas
Las cárceles checas están ocupadas hasta un 30 por ciento por encima de su capacidad y el Ministerio de Justicia no cuenta con el presupuesto suficiente para construir nuevos centros. Ante el problema se plantea vender la prisión de Pankrác, en Praga, y crear nuevos centros penitenciarios de gestión privada.
El sistema penitenciario checo se encuentra colapsado. El número de internos de las cárceles checas aumenta al ritmo de 1.000 por año y el Estado no tiene espacio para alojar a las más de 30.000 personas que cumplen condena en la República Checa.
Algunas prisiones están al 130 por ciento de su capacidad y las autoridades penitenciarias se encuentran limitadas económicamente para construir nuevos centros.
El caso más claro es el de la cárcel del barrio de Pankrác, en Praga. La prisión se halla en un estado casi ruinoso pero el Ministerio de Justicia no dispone del presupuesto necesario para su restauración y planea derribarla y vender el terreno. Nos lo cuenta el subdirector general de prisiones y director de la cárcel de Pankrác, Petr Dohnal.
“Con el dinero que obtengamos de la venta queremos construir en cierto tiempo una nueva prisión en alguna parte de Praga donde podamos trasladar tanto a los internos como a los empleados que no quepan en los otros centros”.
Otra posible solución es el proyecto PPP, que consiste en la creación de prisiones financiadas y gestionadas por entidades privadas. De esta manera se iniciaría en la República Checa un modelo mixto de administración de los centros penitenciarios, como nos explica Dohnal.
“Se trata de un acuerdo entre el sector privado y el Estado por el que una empresa privada construiría una nueva prisión y la gestionaría durante un periodo de por ejemplo 20 años. El Estado se encargaría de la seguridad y de los especialistas, como psicólogos o pedagogos, y la empresa colaboraría en la administración”.
Al mismo tiempo, las cárceles checas sufren otro problema: la falta de personal. Al parecer los funcionarios de prisiones no soportan las duras condiciones de trabajo y prefieren dimitir. Actualmente el sistema penitenciario checo necesita 500 empleados más para poder vigilar a los presos en condiciones adecuadas.