La última función
Con una gran variedad de temas y paisajes, la duodécima edición del Festival de Cine Argentino de Praga se inaugurará este jueves con la proyección de la película Argentina, 1985 y también incluirá un cortometraje sobre la comunidad checa en Buenos Aires. Se trata, además, del último evento que tendrá a cargo el embajador Roberto Salafia que, en esta entrevista, nos presenta los films más destacados y comparte también sus emociones en pleno cierre de su gestión.
“Presentaremos varias películas muy relacionadas con el tema de derechos humanos”.
Ya instalado como un clásico praguense del mes de octubre, el Festival de Cine Argentino contará, en su duodécima edición, con caras muy reconocidas para el público local como, por ejemplo, las de Ricardo Darín y Natalia Oreiro, pero también ofrecerá varias sorpresas a los espectadores checos. Tal como cuenta el embajador Roberto Salafia, la Semana del Cine Argentino ha mantenido una gran continuidad que solo se vio interrumpida, como tantos otros eventos, por la pandemia del Covid.
“Esta edición se realizará desde el 26 de octubre en el cine Lucerna de Praga y presentaremos nueve películas: siete largometrajes y dos cortometrajes”.
Agrega el embajador que una de las características fundamentales de la edición de este año es la diversidad de temas, producciones y escenarios que, en su opinión, van a permitir a los espectadores checos tener una idea un poco más abarcadora de la geografía y los distintos paisajes que existen en Argentina.
“Otra característica de la semana de cine argentino es que presentaremos varias películas muy relacionadas con el tema de derechos humanos. Iniciaremos la presentación el día jueves con Argentina, 1985, una película muy premiada que incluso ha competido por el Oscar a mejor película extranjera y que da cuenta del juicio a los responsables de la dictadura militar, el tema de los derechos humanos aparece también en la película Almamula, que es la historia de un joven que huye del odio homofóbico que se encuentra en algunas ciudades y que, en un paisaje fantástico en el medio de la Argentina encuentra una nueva realidad y luego el corto Twakana Yagán que cuenta la historia de una comunidad de pueblos originarios que vive en el extremo sur de la Argentina, en Tierra del Fuego”.
También podría pensarse que aborda una temática muy vinculada al tema de los derechos humanos la película El sustituto, dirigida por Diego Lerman y protagonizada por Juan Minujín. La historia se centra en un joven profesor de literatura que empieza a dar clases en un colegio del conurbano bonaerense en el que los estudiantes padecen serias problemáticas vinculadas, incluso, al narcotráfico.
“Tenemos thrillers como Un crimen común, comedias como Casi muerta con Natalia Oreiro, que es una actriz muy conocida y querida aquí en República Checa y también tenemos una película que se llama El camino eterno: en busca del cielo estrellado, sobre las oportunidades que existen en Argentina para los científicos que quieren analizar las estrellas y el espacio, lo cual es muy interesante porque hay una gran cooperación entre Argentina y República Checa en este ámbito, donde los científicos checos aprovechan el hemisferio sur, donde el cielo se ve de forma diferente, para poder ampliar sus estudios”.
En cuanto a la relación entre argentinos y checos, una de las sorpresas es que, en el contexto del festival, tendrá finalmente su estreno en Praga el cortometraje Viva Česko! del joven realizador Wenchi Hayzuz, una historia que sucede en el cuerpo de danzas folklóricas de la comunidad checa en Buenos Aires, durante la tradicional celebración de la noche de brujas. Por otro lado, la inaguración del jueves constituirá el último evento oficial de Roberto Salafia como embajador argentino en República Checa. De hecho, pocas horas después, regresará a su país, tras cinco años de una gestión en la que acompañó los distintos emprendimientos de sus compatriotas en Chequia y concentró sus esfuerzos en hacer acercar dos países muy alejados a nivel geográfico.
“Es una gran satisfacción cuando encuentro checos que han estado en Argentina y que han tenido tan buena impresión de mi país. Igualmente cuando aquí los argentinos se van maravillados de lo que encuentran en República Checa. Entonces, cada país tiene para ofrecer al otro muchas cosas, una gran diversidad y hay una agenda aún muy amplia de cooperación y creo que, en la medida de que la tecnología nos vaya ayudando a acercarnos, vamos a poder aprovechar más lo que cada país puede ofrecer al otro”.
En su caso particular, el embajador Roberto Salafia se ha preocupado, además, por conocer no solo las distintas regiones del país en el que permaneció más de cinco años sino también su cultura, a tal punto que, en muchos actos, sorprendió al pronunciar algunos discursos en checo. Por otro lado, cuando se le pregunta qué es lo que más lo atrajo de República Checa, asegura que fue el equilibrio.
“Es una gran satisfacción cuando encuentro checos que han estado en Argentina y han tenido tan buena impresión de mi país, y también cuando aquí los argentinos se van maravillados de lo que encuentran en República Checa”.
“Equilibrio en varios sentidos: el equilibrio de una sociedad muy homogénea, en tamaño de ciudades muy vivibles como el caso de Praga que, a pesar de ser la capital, concentra posiblemente solo el quince por ciento de la población del país, equilibrio entre la vida urbana y la vida rural, el equilibrio de la sociedad checa en lo que hace a trabajar y divertirse, el equilibrio que también la sociedad checa tiene en el amor a la naturaleza, el hecho de vivir en forma urbana pero al mismo tiempo cuando llega el fin de semana correr a la chata o a la chalupa y después caminar por las montañas”.
De hecho, como suele suceder en estos casos, cuenta el embajador que, en este último tiempo, aprovechó todo lo que pudo para saldar algunos asuntos pendientes. Uno de ellos era, por ejemplo, poder visitar de una vez por todas el parque nacional Krkonoše que, además de cautivarlo, le permitió vivir una experiencia muy especial.
“Y pude subir a la cima del Sněžka, la montaña más alta de República Checa. y fue como un corolario, un resumen de mi permanencia en República Checa. El teleférico en la segunda parte no estaba funcionando, así que había que hacer el esfuerzo de subir a la cima, y ver familias enteras, abuelos con sus nietos, padres cargando a los niños en sus espaldas, perros, niños caminando con sus padres y todos subiendo a la cima de la montaña en un día de sol sin una nube, me pareció un lindo resumen y una imagen que voy a llevar para siempre. Es decir, como un ejemplo de toda la sociedad checa buscando la cima de una montaña para disfrutar de la belleza del país y con gran esfuerzo pude llegar a la cima. Me pude juntar con toda la ciudadanía checa que estaba ahí admirando la belleza de su país. Eso no lo voy a olvidar nunca”.
Probablemente, el embajador argentino Roberto Salafia recuerde también, en el futuro, algunas escenas fugaces de la inauguración de la duodécima edición del Festival de Cine Argentino que, paradójicamente, marcará el cierre de su gestión.