Mamá Cora en la madre de las ciudades

Afiche de la película Esperando la carroza

En el marco de la Semana Iberoamericana se proyectó en el Instituto Cervantes de Praga la comedia argentina Esperando la carroza, una película de culto que, a casi cuarenta años de su estreno, sigue despertando, además de risas, una verdadera pasión de multitudes.

“Ya en el comienzo de Esperando la carroza se oye una música que acompaña toda la película y es, justamente, una canción checa”.
Jan Rybář

Entre todos los eventos que se han organizado en el marco de la Semana Iberomaericana hubo uno que despertó innumerables carcajadas de embajadores, diplomáticos y espectadores que, el lunes pasado, asistieron a una proyección realizada por la embajada argentina en el Instituto Cervantes de Praga. La gran protagonista fue, ni más ni menos, que la comedia más emblemática y grotesca del cine argentino que, tal vez, se sienta casi en casa con el público checo. Sin ir más lejos, asegura Jan Rybář, crítico y director artístico del Festival de Cine argentino en Praga que, ya desde el inicio y en más de un sentido, los checos pueden encontrar en Esperando la carroza algo muy familiar.

“La primera cosa que puede impresionar al público checo es cuando empieza la película y se ve al personaje principal de la abuela, que es un papel actuado por un hombre, y se oye una música que es, justamente una canción checa que se llama Lástima de amor y luego se escucha durante toda la película, una y otra vez”.

Aunque en Argentina se la suele conocer por su versión alemana y el nombre ‘Barrilito de cerveza’, Lástima de amor es, en efecto, una polka creada en 1927 por el compositor checo Jaromír Vejvoda. No hace mucho fue elegida como la canción checa más popular del siglo XX. Sin embargo, está claro que su fama trasciende el universo local: en la actualidad cuenta con unas treinta versiones, se tradujo a más de quince idiomas y su melodía fue utilizada no solo en Esperando la carroza, sino en más de cien películas y programas de televisión. Rybář dice que encuentra en la película algo del teatro francés de bulevar, que tenía como uno de sus más destacados representantes a Eugène Labiche.

Jan Rybář | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

“Este tipo de farsa grotesca es algo que la gente aquí aprecia porque hay directores y actores checos famosos y famosísimos como Jan Werich y Jiří Menzel que han trabajado con los textos de Feydeau y Labiche. En general, el humor de las películas argentinas funciona en Chequia: en el Festival de Cine Argentino de Praga vimos un montón de películas argentinas y la más exitosa hasta el momento es, sin dudas, Relatos salvajes”.

Agrega Rybář que, incluso, puede pensarse cierta relación entre el desenfado de Esperando la carroza y los elementos más escatológicos del famoso soldado Švejk, quizás el personaje más célebre de la literatura checa. No obstante, aclara que una posible diferencia con ese tipo de familia italiana tan grande y disfuncional que presenta la comedia argentina corresponde, quizás, a otra época de la historia checa o incluso a un ámbito mucho más rural; y, en todo caso, tiene muy poco que ver con lo que es hoy la vida en los grandes centros urbanos del país.

“Es un tipo de vida completamente diferente, en la que, por ejemplo, los hijos suelen irse muy temprano de la casa de sus padres y eso es muy diferente, pero Esperando la carroza es una película de culto, todos la conocen, todos repiten sus frases, se dice que es muy porteña y, quizás, una crítica a la familia, quizás los checos no pueden entender muy bien ese tipo de tema, pero su humor grotesco es más universal y eso sí es lo pueden apreciar”.

Por otro lado, si bien quedaron tal vez fuera de la consideración del público por haber sido filmadas durante el comunismo, hay algunas películas checas muy valiosas y divertidas que también presentan ciertas coincidencias temáticas o de forma con Esperando la carroza, como es el caso, por ejemplo, de Měsíc nad řekou (1953) o, más adelante, de Zítra to roztočíme, drahoušku…! (1976) y su continuación Co je doma, to se počítá, pánové… (1980).

Una reconciliación grotesca

Por su parte, el realizador de animación y docente argentino de Historia del Cine Santiago Slabý, que vive hace casi ocho años en Praga, hace hincapié en un aspecto insoslayable de esta película: el contexto de su estreno, apenas dos años después de recuperada la democracia en Argentina, luego de haber sufrido la más cruenta dictadura militar de su historia.

“Inintencionalmente, la película cumplió casi un papel conciliador a nivel cultural y social en Argentina”.
Santiago Slabý

“Fue una película muy inaugural, respecto al año en que salió sobre todo, que fue en 1985, un momento en el que la democracia argentina todavía estaba fresca y yo creo que fue una película que inintencionalmente cumplió casi un papel conciliador a nivel cultural y social porque tomó un montón de arquetipos de ese presente y los hizo funcionar en conjunto de una manera armónica, aunque a la vez grotesca, porque es una comedia grotesca”.

Esperando la carroza | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

Si bien la obra de teatro de Jacobo Langsner en la que está basada la película también era grotesca, aclara Slabý que tenía también otro tipo de desarrollo dramático, otro ritmo y hasta algún que otro silencio. Apunta que el propio Langsner decía que la película dirigida por Alejandro Doria tenía sus fallos en la traslación, en el sentido de que, en muchas ocasiones, los constantes estallidos de risa no le permitían al público percibir lo que sucedía a continuación. Sin embargo, considera Slabý que uno de los grandes aciertos de la película y uno de los motivos que la han convertido en un film de culto es, más allá del elenco y la actuación antológica de Antonio Gasalla en el papel de la abuela, su aceitado montaje.

“Esa ritmificación que da el montaje es primordial, sobre todo en una comedia, la forma en que se dicen determinadas cosas en determinado momento, cuándo corta la cámara para pasar a otra toma influye muchísimo en el impacto de una comedia”.

¿Dónde está Mamá Cora?

Santiago Slabý | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

Para aquellas personas checas que se hayan perdido la proyección del lunes pasado y aún quieran saber qué pasa en la película en los intersticios de las risas, cuenta Slabý que todo empieza con un matrimonio de personas que solo tienen poco más de treinta años pero, bajo la perspectiva de hoy, parecen mucho más avejentadas. Representantes de una clase media baja que, en su opinión, ya casi no existe en Argentina, deciden pasar un domingo con la suegra, es decir, con la madre del marido a quien todos llaman Mamá Cora. La abuela es una señora muy entrada en años que atraviesa el comienzo de lo que podría ser considerado un Alzheimer: ella hace desastres de todo tipo y ese matrimonio tiene un bebé al que, tal como cuenta Slabý, la abuela casi mata sin querer un par de veces.

Antonio Gasalla en el papel de Mamá Cora | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

“La madre de esa criatura entra en estado de crisis y decide hacer una reunión con los hermanos del padre del bebé para ver qué pueden hacer con esa señora, si la pueden llevar a algún lado y, en realidad, todos esperan un favor del hermano que trabajó en la Policía durante la dictadura militar, que es un tipo que hizo mucha plata durante esa época, algo que se alude constantemente pero que no termina de decirse, y esperan que él abra las posibilidades de llevarla a un hospicio, pero eso no sucede y empieza un tira y afloje entre hermanos que conlleva a una serie de peleas con gritos y situaciones muy patéticas que destapan una olla de un montón de problemas familiares, mientras la abuela, que vive en su propia realidad, desaparece”.

Una comedia argentina de culto | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

Afirma Slabý que, en Argentina, nadie sabe con certeza cuántas veces vio Esperando la carroza, pero es la típica película que, al encontrarla empezada en la tele, nadie podía sacar. Incluso hoy, a casi cuarenta años de su estreno, muchísimas personas siguen plagando las redes sociales de innumerables frases de la película. Y agrega que hasta hay un grupo de fanáticos autodenominados ‘Carroceros’ que realizaron un documental al respecto. Por último, entiende que, en el ámbito local, Pelíšky es una película que se puede comparar a Esperando la carroza por su impacto cultural, por los arquetipos sociales que despliega y, sobre todo, por el hecho de que el público también suele repetir muchas de sus frases. Y aunque a él le encanta esa película checa, reconoce que, aunque la vea mil veces, hay cierto trasfondo que nunca va a lograr entender. Probablemente, lo mismo le suceda al público checo con Esperando la carroza.

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