Lo cortés no quita lo valiente: un lingüista checo se animó a realizar un trabajo comparativo entre las fórmulas de cortesía usadas por los checos y los españoles
Luego de perfeccionar su español, el hispanista Miroslav Slowik decidió hacer una investigación doctoral en la que compara las fórmulas de cortesía utilizadas por los hablantes de Chequia y España, dos países que comparten continente y, sin embargo, muestran en este aspecto una diferencia abismal, tal como él mismo explica en esta gentil entrevista.
El ruso ya no le interesaba a nadie, el francés le parecía muy difícil y el alemán poco atractivo. Ese fue el proceso de descarte no demasiado cortés que, a los quince años, puso en práctica el profesor Miroslav Slowik a la hora de decidir qué idioma extranjero estudiaría en su colegio secundario de Karviná, la ciudad de la región de Moravia-Silesia que queda a casi cuatrocientos kilómetros de Praga y, en los últimos años, empezó a hacerse cada vez más conocida por ese verdadero bestseller que es el libro La Iglesia inclinada (Šikmý kostel) de Karin Lednická.
“Después decidí continuar con esta lengua tan bonita en la universidad y así empecé a profundizar dándome cuenta de que, de verdad, la lingüística es casi matemática porque está todo controlado por reglas y esas disciplinas lingüísticas que tienen algo que ver con fórmulas y reglas, me parecieron siempre muy atractivas.”
En la Universidad de Ostrava estudió lengua checa y española convirtiéndose así en profesor por partida doble. Luego tuvo la posibilidad de viajar a España, donde comprendió que, a pesar de tratarse de dos países europeos y tener varios aspectos en común, a las culturas de Chequia y España las separa un verdadero abismo. Darse cuenta de eso le sirvió para reflexionar sobre distintos aspectos del lenguaje y acercarse, de a poco, a lo que sería su campo de investigacion doctoral, que terminó llevando a cabo en la Universidad Carolina de Praga: una comparación entre las fórmulas de cortesía utilizadas por los hablantes checos y españoles.
“En Chequia venimos muy controlados por la modalidad social germánica: respeto, distancia, mantenemos ciertos modales que en el mercado comunicativo de España no los acepta nadie”.
Miroslav Slowik
“Esa cuestión me ha dado el impulso para meterme en el discurso científico de la cortesía verbal española y checa, y profundicé en la pragmática social, que es la ciencia que se ocupa de este tema, y estuve trabajando unos diez años en la recolección de datos y observaciones acerca de cómo la gente se comporta en situaciones comunicativas”.
Su tesis doctoral se enmarca, entonces, en la lingüística pragmática, una disciplina que, según cuenta, surgió hace unas tres décadas con el propósito de estudiar una escena concreta de habla entre dos personas en un determinado país, y no ya aspectos morfológicos o sintácticos de la lengua en cuestión. Algo a tener en cuenta es que, en realidad, las fórmulas de cortesía son propias de ámbitos urbanos porque se supone que en una comunidad de gente que se conoce perfectamente no son tan necesarias. Es decir que, en cierto modo, la cortesía surge por la necesidad de tratar con desconocidos o con personas de distinto rango jerárquico. En su trabajo doctoral, Miroslaw llegó a la conclusión de que, en comparación con la cultura española peninsular, la cultura checa apunta a lo que él llama un conservadurismo comunicativo.
“Aquí, en República Checa, en Europa Central, venimos muy controlados por lo que es la modalidad social germánica: tenemos el respeto, la distancia, mantenemos ciertos modales que, cuando quieres venderlos al mercado comunicativo de España, no los acepta nadie porque son aspectos de una persona que no está abierta a la comunicación”.
Sonría, le estamos agradeciendo
Agrega Miroslav que, en general, las personas checas requieren cierto tiempo para sentirse en confianza y, recién ahí, se empiezan a abrir con los demás. Aunque no todos sienten la necesidad ni las ganas de modificar su conducta comunicativa, él reconoce que a los checos suelen atraerles mucho más las normas de cortesía españolas que al revés. En ese sentido, un primer rasgo interesante es que, al agradecer, los checos suelen usar la forma verbal děkujeme, lo cual no es un agradecimiento, sino más bien un acto de habla, es decir, la acción de agradecer. Y, a diferencia de los españoles, es algo que hacen constantemente, en cualquier situación comunicativa en la que obtienen algo de otra persona.
“Yo me formé así, me educaron así mis padres y la cultura checa y, cuando entré en territorio español, empecé a formular los mismos actos de agradecimiento y entonces los españoles me miraban con los ojos y la boca abiertos hasta que, en un momento, uno me dijo: ‘oye, yo estoy trabajando aquí, sirviendo a la gente en la barra, y no quiero escuchar todo el tiempo que me des las gracias, no lo hagas, por favor, porque te hace parecer una persona ajena y, como tal, puedes dar la sensación de que no quieres comunicarte a la nuestra’”.
Lejos de ofenderse con semejante intervención, Miroslav agradeció la advertencia porque asegura que lo ayudó a cambiar el chip y darse cuenta de que comunicarse con la gente de otro país iba mucho más allá de tener que hablar un nuevo idioma. Es decir que, además de poner en práctica su español, debía empezar a “españolizarse”. Al mismo tiempo, fue descubriendo también que la propia modalidad comunicativa española había sufrido un cambio muy grande a partir de 1975, cuando el alto índice de formalidad empezó a suprimirse.
“Después de la muerte de Franco, cuando empezó a desencadenarse el proceso democrático yo creo que la gente comenzó a relajarse y esas duras normas de comunicación se ablandaron, las cadenas se rompieron y la gente comenzó a construir otra norma comunicativa”.
En otras palabras, ese cambio dramático en la sociedad llevó al surgimiento de un nuevo código que ponía en juego un nivel de comunicación mucho más llano, a tal punto que incluso comenzó a usarse el imperativo a la hora de pedir o querer obtener algo porque se partía de la base de que ya no había distancia entre las personas. Por supuesto, también en este punto los checos siguen estando en las antípodas.
“Los checos utilizan mucho en las peticiones la indireccionalidad, es decir, utilizamos mucho el ‘podrías hacerme el favor de…’ es decir, el condicional, ‘sería posible que...’ y esas formas, el imperativo que siempre viene debajo de toda esa fórmula está muy claro pero nosotros nunca lo podemos decir, existen como siete niveles de cómo puedes dotar a ese imperativo de un acto indirecto”.
La idea es que toda esa cortesía es lo que un hablante da a cambio de aquello que está pidiendo y, de hecho, favorece su objetivo de conseguirlo. Si bien su investigación solo compara las fórmulas de cortesía entre checos y españoles, la experiencia de Miroslav visitando varios países latinoamericanos como México, Perú y Ecuador lo hizo darse cuenta de que allí influyen otros factores: al ser el idioma en esos contextos un instrumento de dominio, la comunicación estaba controlada por quienes llegaban del viejo mundo y exigían el respeto de los locales.
Usted está aquí
A propósito de respeto, otra marca ineludible de las fórmulas checas de cortesía es el extendido uso de “usted“ para tratar no solo a las personas mayores, sino también a todo el amplio espectro de personas desconocidas. Miroslav asegura que el hecho de que la forma verbal utilizada no sea la tercera persona del singular, como sucede en el español, sino la segunda del plural tiene también sus implicancias.
“Yo trato a una persona desconocida como si fueran dos, como si llevara dos caras: una cara propia y una máscara, y lo que hago es hablar con esa máscara porque a esa persona yo la desconozco, a todas las personas que no forman parte de mi grupo primario, es decir, mi familia y mis amigos, las trato con respeto utilizando la segunda persona del plural”.
Agrega Miroslav que incluso hay una serie de normas muy precisas que indican quién y en qué circunstancias puede solicitar el tuteo, lo cual suele ser un atributo de, por ejemplo, las personas mayores y las mujeres. Desconocer esas reglas o incluso utilizar de antemano el tuteo se considera en Chequia una invasión y, por lo tanto, una falta de respeto.
No tocar, peligro de muerte
Además de su actual trabajo como profesor en la Universidad de Liberec, Miroslav creó un proyecto para ayudar a cambiar la metodología en las escuelas checas mediante seminarios educativos con alumnos y profesores de cada institución. La idea es integrar la mayor cantidad posible de materias durante un día a la semana para incentivar el trabajo interdisciplinario, tan imprescindible en el campo laboral actual. Y en lo que respecta a esas fórmulas de cortesía a las que Miroslav les viene dedicando tanto tiempo y energía, es importante tener en cuenta que no se limitan al plano del lenguaje.
“Los checos estiramos la mano y esa es la distancia mínima que debemos mantener entre las personas, y si nos acercamos más, ya es una invasión, es decir, peligro”.
Miroslav Slowik
“En la comunicación entre españoles la postura es interesante porque los hablantes están muy cerca entre sí, se pueden tocar y se tocan, se besan y se abrazan, lo cual en Chequia es imposible, estiramos la mano y esa es la distancia mínima que debemos mantener entre las personas y si nos acercamos más ya es una invasión, es decir, peligro”.
Proveniente de una zona muy industrial del país, cuenta Miroslav que, al mudarse a la capital checa, él sufrió en carne propia esas diferencias en las fórmulas de cortesía: asegura que los praguenses le hicieron sentir que él les hablaba de un modo demasiado directo. Luego de varios años, ya se siente totalmente adaptado a las modalidades específicas de la ciudad. Ahora mismo está por salir su tesis doctoral en dos tomos y, para hacer honor al tema de su investigación, tendrá la inmensa cortesía de dejar a disposición del público una versión gratuita en formato digital.
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