Marco Berger: “Si tengo que filmar una película con sexo explícito, no me quitará el sueño”
Marco Berger, el famoso director de cine argentino, acudió a Praga para presentar su nueva película "Los amantes astronautas" dentro del ciclo retrospectivo que ha organizado el festival de cine Mezipatra en su honor.
El famoso director de cine argentino Marco Berger acudió a Praga como invitado especial del festival de cine queer Mezipatra, que ha organizado un ciclo retrospectivo en su honor. Dentro de la propuesta, Berger presentó su última película, Los amantes astronautas, que trata de la relación íntima que se desarrolla entre dos hombres jóvenes, antiguos amigos de la infancia. Conversamos con él sobre esta historia, el desarrollo de los temas homoeróticos a lo largo de su obra, y su relación con el cine checo.
Has presentado en el festival Mezipatra tu nueva película Los amantes astronautas, que se categoriza como una comedia romántica. En otra entrevista leí que tu película favorita de todas las que habías grabado hasta ese momento era Hawaii, estabas filmando Los amantes astronautas y mencionaste que quizás se convertiría en tu nueva favorita. ¿De momento cómo lo percibes?
A mí por suerte me gusta mucho todo mi trabajo. Hawaii fue una película muy especial que vino en un momento muy importante de mi carrera. Y de hecho, hoy diría que mi película favorita es una que todavía no se estrenó y que se llama Perro Perro. Es una película en blanco y negro que, para mí, le gana a Los amantes astronautas y le gana a Hawaii, pero eso lo tengo que ver en el tiempo. Para ser honesto, tendría que esperar 10 años más y ver si en el tiempo me gusta más una o la otra. Lo que es verdad, es que Los amantes astronautas es la película más soñada de todas las que he hecho. Siempre quise hacer una película que represente todo lo que soy, que sea una comedia romántica de manual, porque aparte en el cine queer no hay comedias románticas, hay muchas love story, historias de amor, pero no hay comedias románticas, tan habladas con tanto humor. Por eso se volvió una película tan especial.
En tus películas aparecen repetidamente temáticas homoeróticas, especialmente relaciones entre hombres más o menos heterosexuales, y muchas veces se te enuncia como representante de la cinematografía queer. ¿Cómo percibes esta denominación?
Sí, es queer, porque LGBTQ+ significa la representación de un amor diferente a lo normativo. Una relación normativa es una mujer y un hombre que podrían tener tensión y podría ser una relación de poder, o de clase social, o de raza o lo que sea, pero, en mi caso, siempre son dos hombres.
Y bueno, obviamente todos los hombres gays en algún momento fueron heterosexuales. Un alcohólico también, si vos haces una película de un alcohólico, nadie nace tomando alcohol… en un momento aparece el alcohol y ahí se transforma en alcohólico. En mi caso no es que yo cuente una historia de un heterosexual, sino que cuento una historia de un hombre que nunca descubrió su lado homosexual, pero esa homosexualidad siempre estuvo en algún lugar, siempre estuvo escondida. Es un error pensar que es una película sobre un heterosexual que cambia su vida, al contrario, es una película sobre una persona que nunca encontró la forma de llevar adelante un deseo, y en mis películas se pone en juego eso, pero no son heterosexuales. Son hombres que descubren en algún momento eso que siempre tuvieron adentro.
Este aspecto homoerótico ha ido apareciendo progresivamente a lo largo de toda tu obra. ¿Cómo dirías que ha cambiado tu punto de vista sobre el tema, o cómo has cambiado tu forma de abordarlo frente a la pantalla?
Yo creo que me acomodé a cada película. Ya en mi primer cortometraje El reloj y en Plan B había mucho homoerotismo. Está lo que se llama el famoso plano Berger, donde yo pongo en primer plano los genitales dentro del calzoncillo, de la ropa interior de los hombres. Focalizo sobre los cuerpos, focalizo sobre las piernas, los pelos, el deseo… entonces siempre estuvo trabajado. Después con el tiempo, lo que pasó es que ese sello lo fui soltando y me acomodaba más a lo que necesitaba cada película, por eso en Los amantes astronautas no hay tanto homoerotismo. No hay tan tanto cuerpo, tanta desnudez… no es necesario.
En la película Taekwondo sí, allí todo gira alrededor del cuerpo de uno de los protagonistas, que el otro lo desea mucho y tiene un cuerpo muy grandote y muy trabajado… es un actor que hacía natación todo el tiempo. Entonces, siempre que creo que con el tiempo se fue acomodando la temática a la película.
La erotización de lo masculino y el aspecto político de Berger
Siempre me ha gustado trabajar sobre el deseo y sobre lo masculino. En toda mi carrera siempre traté de poner en primer plano el hombre, porque sentí que cuando yo era chico y veía películas el objeto de deseo siempre era femenino. Siempre la desnudez era alrededor de lo femenino y la forma de mostrar los cuerpos era alrededor de lo femenino… el erotismo era el pelo sobre la almohada, sobre la cama… todo alrededor de lo femenino. Entonces yo lo trasladé al mundo masculino. Cosifiqué al hombre también para reírme de la sociedad, como una postura política, como diciendo, no siempre es el hombre el que manda y desea a la mujer, sino que también el hombre puede ser deseado. Pero creo que sí, que siempre me fui acomodando a lo que necesitaba cada película. Seguiré haciendo películas con desnudos, otras que no y haré otra con sexo explícito también, si tengo que hablar de pornografía o de prostitución, puede ser que en alguna haya sexo explícito. No me quita el sueño. Lo que sí que decidí en un momento de mi carrera fue enfocar ésta en mi propio deseo, que es el deseo homoerótico.
Ha habido críticos y periodistas que relacionan tus películas al género documental, quizá por el hiperrealismo presente que hay en ellas. ¿Cómo lo consigues, que se mantenga esa verosimilitud de las relaciones tan íntimas que tienen tus personajes?
Yo lo tomo como un alago, porque en realidad no tiene nada de documental. Ninguno de los actores de mis películas si los conocieses son iguales a sus personajes. Sucede un poco con la película Los agitadores, que a simple vista no queda tan clara si es documental o no. Pero la verdad si conocieras al actor real que es el protagonista de la historia, es un chico que tuvo que ir mucho al gimnasio para estar en la película y se bronceó y creó todo un personaje, pero si lo ves, es un hippie flaquito que no creerías que tiene algo que ver con ese personaje.
Entonces, lo tomo con un halago. A veces la gente cree que no hay guion. La gente cree que hay una improvisación en los diálogos, pero no es así, todo está guionado, todo está escrito. Si ves la puesta de cámara te das cuenta que no hay nada librado al azar, no es que la cámara se mueva y va siguiendo algo… las cámaras son totalmente fijas, entonces lo tomo con un halago también.
¿Ficción, documental o marca personal?
Por otro lado, siento que es un error de un crítico sentir que una película es tan natural que directamente digan que no es una película, sino que es un documental. Pero al mismo tiempo habla muy bien de la pieza. Por ejemplo, nadie le critica eso a los hermanos Dardenne. Los hermanos Dardenne hacen un tipo de cine que vos todo el tiempo sientes que la vida es como ellos la representan. No se ve la puesta de foto, no se ve ni la ropa, parece que hubiesen documentado algo y no: son ficciones absolutas. Entonces por un lado sí que me puede dar bronca, porque digo: “No subestimes mi trabajo”, mi trabajo es justamente lograr eso. Pero no puedo hacer nada al respecto. Además, siempre va a haber críticos y siempre se le puede encontrar el error a todo. Y a veces el error tiene que ver con la con la obra también, por ejemplo, si uno quiere que Frida Kahlo tenga el trazo de Miguel Ángel no lo va a tener, pero si tuviese el trazo de Miguel Ángel deja de ser Frida Kahlo, entonces me parece que los puntos personales de los directores y los autores hacen justamente eso.
Yo creo que lo bueno que tienen mis películas, que por lo menos me pasa en Argentina, no sé en otros países, pero en Argentina me pasa que la gente me dice que encuentra una película en la televisión y se da cuenta que es mía sin saber que es mía, y la terminan y al final aparece mi nombre y dicen, “Sabía que era de Marco”. Entonces como que reconocen ese universo natural, la forma de moverse de los personajes, hay como un encuentro ahí.
Por último, ¿Tienes alguna relación con el cine checo? ¿Hay alguien que te haya inspirado en tu obra?
Bueno, por supuesto Miloš Forman. Además, tuve mucha suerte que con mi primera película Plan B, cuando yo fui a Roma a presentarla él era jurado y le gustaba mucho la película. Eso me llegó a mis oídos, y para mí fue como el regalo más grande que tuve en mi vida, que en ese momento Miloš Forman se haya fijado en mi película y que allí fuera una de sus favoritas.