“La pandemia está creando condiciones de laboratorio para la violencia doméstica”

La pandemia del coronavirus ha intensificado el problema de la violencia doméstica, al dejar a las víctimas encerradas en los hogares con sus agresores. De acuerdo con Petra Vitoušová, presidenta de la ONG Círculo Blanco de Seguridad, Chequia cuenta con leyes robustas  para la protección de las víctimas pero, no obstante, en la práctica a veces se quedan atrás.

La organización no gubernamental Círculo Blanco de Seguridad (Bílý kruh bezpečí) apoya a las víctimas de crímenes, incluida la violencia doméstica. Tras más de un año de pandemia, los trabajadores registran un incremento en los casos del maltrato que sucede tras las paredes de los hogares.

El confinamiento y las restricciones han creado un ámbito muy difícil para sobrellevar a largo plazo para todos, no solo para los que viven con una pareja violenta, según explicó la presidenta del Círculo Blanco de Seguridad, Petra Vitoušová, a la Radio Checa.

Petra Vitoušová | Foto: Česká televize

“La pandemia se está volviendo muy larga. Las primeras restricciones las llevábamos bastante bien. Todo era nuevo, sentíamos miedo y solidaridad, pero tras la suavización durante el verano resultó muy difícil volver al mismo régimen”.

Las familias ya están agotadas, sin importar que tengan hijos o no, aunque, por supuesto, el cuidado adicional de los niños, el aprendizaje a distancia y la falta de actividades de ocio para distraerlos han dejado su impacto. Y con todas las obligaciones, el ambiente se vuelve intenso, explica Vitoušová.

“Algunos ya están hartos del propio contacto mutuo. Los conflictos e incidentes, y no solo en casos de violencia doméstica, están a la orden del día, porque nos hemos vuelto más sensibles en cuanto a los desencadenantes. Llevamos demasiado tiempo encerrados en un espacio reducido y la carga es enorme”.

Nos preocupamos por la pandemia, por perder el trabajo y también tenemos que ocuparnos de los niños, las compras, preparar la comida, algo a lo que ya no estamos acostumbrados a esta escala, afirma Vitoušová. Añade que el Círculo Blanco de Seguridad está monitoreando la situación y registra que, durante la segunda ola de las restricciones epidémicas, la situación en cuanto a la violencia doméstica se ha vuelto más grave.

“La situación es diferente. La pandemia ha creado condiciones de laboratorio. Las personas están aisladas en un espacio limitado. Fue introducido el toque de queda, las personas no podían salir de casa o mantener contactos con otros. Y la violencia doméstica consiste en imponer control y poder. Así que para las personas violentas es una situación idónea, tienen a las víctimas encerradas en una jaula”.

Todas estas condiciones funcionan como un catalizador para la violencia doméstica. Otros de los ámbitos donde se ha sentido marcadamente el impacto del confinamiento es en internet, donde se registra mayor criminalidad y violencia cibernéticas.

"Pedir ayuda es una muestra de fuerza, no de debilidad"

La República Checa introdujo en 2007 una ley de protección ante la violencia doméstica que ha posicionado al país, de acuerdo con Vitoušová, entre los que no esperan hasta que algo suceda sino que cuentan con una fuerte estrategia de prevención. No obstante, esto requiere que la violencia no se quede sellada detrás de las puertas de los hogares.

Foto ilustrativa: Karolina Grabowska,  Pexels,  CC0 1.0 DEED

"Todo se puede conseguir cuando uno quiere, basta con tener voluntad y al menos intentarlo”. Ese es el lema personal de Vitoušová que se aplica también al trabajo de su equipo. Según cuenta, los trabajadores del Círculo Blanco de Seguridad siempre hacen lo máximo para ayudar a las víctimas, aunque a veces parezca que la situación no tiene salida. Todo con el fin de ayudar a las personas a ‘volver a la vida’.

No obstante, en cuanto a la experiencia de las propias víctimas, es una historia muy diferente, ya que se encuentran en una situación extrema.

“En cuanto a nuestros clientes, la situación es más difícil, porque nos encontramos con ellos con frecuencia justo después del crimen. Y en muchos casos son personas que se encuentran muy afectadas, traumatizadas, que han perdido la competencia de sobrellevar y resolver situaciones”.

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Vitoušová enfatiza la importancia de pedir ayuda e invita a todos a que no tengan miedo de dirigirse a las organizaciones de ayuda y aprovechen las líneas de atención. Estas sirven como una puerta de entrada a todo un sistema de ayuda. Las víctimas pueden llamar repetidas veces, informarse sobre sus derechos y cómo ejercerlos.

De acuerdo con Vitoušová, la propia palabra ‘víctimas’ es problemática.

“En el caso de las víctimas es una muestra de fuerza cuando superan el miedo y deciden buscar ayuda. Siempre les decimos que llamen a la línea de asistencia y no tengan miedo. El mismo término de ‘víctima’ evoca una debilidad. Indica que convertirse en víctima de un crimen es un signo de debilidad o algo que deberían ocultar, algo vergonzoso”.

Una gran mejora desde los años 90

Vitoušová lleva casi 30 años dedicándose al tema de la violencia doméstica y la criminalidad. Curiosamente, lo que la introdujo en el tema fue un programa de la Televisión Checa emitido a principios de los años 90 que se dedicaba a explorar casos criminales no resueltos. De acuerdo con Vitoušová, la experiencia destapó el terrible y poco empático trato que recibían las víctimas por aquel entonces.

“Mi tarea era escribir los guiones para el programa. Y para poder describir no solo lo que aparecía en la pantalla, sino también lo que las personas decían, hacía falta bastante información, y la Policía ofrecía muy poca en los casos en los que el perpetrador no había sido capturado. Por eso solicitamos poder hablar con víctimas de actos violentos cometidos por desconocidos, con los parientes de los difuntos o con familias en las que alguien había desaparecido”.

A pesar de su inicial convicción de que tenía bastantes conocimientos sobre la criminalidad y las víctimas, las situaciones de las que fue testigo le demostraron lo contrario y provocaron en ella un fuerte sentimiento de vergüenza por el poco respeto que recibían las víctimas, según cuenta.

“Su posición en el procedimiento criminal era básicamente la de un testigo. Es decir, mientras tuvieran información que ofrecer y se acordaban de más detalles del crimen, eran de interés para las autoridades policiales y judiciales. Pero después caían en el olvido y probablemente los únicos que las apoyaban eran sus médicos de cabecera, que les prescribían fármacos para dormir, para que pudieran funcionar durante el día”.

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Vitoušová afirma que desde entonces, la situación ha mejorado de manera sustancial. El 65 % de las personas que se dirigen al Círculo Blanco de Seguridad decide denunciar el crimen a la Policía. El 84 % de los casos que requieren de una intervención judicial terminan con éxito.

De acuerdo con Vitoušová, la situación en Chequia en torno a la protección de las víctimas es buena. Gracias a organizaciones como el Círculo Blanco de Seguridad, los derechos de las víctimas de la violencia doméstica y otros crímenes están bien estipuladas en la ley. Vitoušová explica que ayudó asimismo la adhesión de Chequia a la Unión Europea, ya que la legislación comunitaria establece parámetros básicos en cuanto a la protección de las víctimas.

No obstante, de acuerdo con Vitoušová, todavía hay posibilidades de mejora.

“Cuando uno acumula tantos derechos, es difícil llevarlos a la práctica. Hace falta ofrecer capacitaciones, una y otra vez, y familiarizarse con el tema. Sobre todo por parte de la Policía, los fiscales o los jueces. En este sentido, la práctica siempre cojea un poco y se queda detrás de la situación jurídica”.

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Como ejemplo, Vitoušová cita la ley sobre la protección de las víctimas que fue adoptada en Chequia en 2013. Han transcurrido más de siete años, pero su implementación en el día a día sigue quedando por detrás de las expectativas y deseos de las organizaciones.

A pesar de todo, Petra Vitoušová le encuentra también un lado positivo a la pandemia, aunque admite de antemano que probablemente no todos lo vean de la misma manera. Considera que como cada gran cambio o hito, la pandemia está relativizando nuestros problemas. Lo que antes considerábamos catastrófico hoy nos parece marginal. Y según afirma, la situación actual ha ayudado a muchas parejas a decidir si quieren seguir viviendo juntas o no. Mientras que en algunos hogares decidieron enfocarse en los hijos y en otros elementos positivos que tienen en común, en otros el confinamiento les hizo entender que es mejor emprender caminos separados.

Autores: Romana Marksová , David Šťáhlavský
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