La pandemia agudiza el problema de la violencia doméstica
El número de personas que se dirigen a las organizaciones de ayuda a las víctimas de la violencia doméstica ha aumentado un 40% durante la pandemia. Un nuevo estudio advierte también de los obstáculos que impone a las víctimas el sistema estatal.
La pandemia ha incrementado el número de casos de violencia doméstica tratados por las organizaciones no gubernamentales. Las condiciones que sufren las víctimas también se han vuelto más dramáticas, sobre todo cuando se comparte hogar con el agresor.
Las conclusiones de desprenden de un estudio realizado por las sociólogas Dana Moree y Blanka Nyklová en el marco de una cooperación entre la Facultad de Estudios Humanísticos de la Universidad Carolina de Praga y el Instituto de Sociología de la Academia de Ciencias.
Moree y Nyklová iniciaron su investigación hace más o menos un año y el efecto de la pandemia se había manifestado ya para junio. No solo creció el número de casos de violencia doméstica, sino también su intensidad.
De acuerdo con Nyklová, el sistema, formado por la Policía, los Departamentos de Protección Social y Legal de los Niños (OSPOD) y los centros de intervención para las víctimas se centran principalmente en las agresiones físicas, pero omiten otros aspectos frecuentes del maltrato, como la violencia psicológica o la violencia sexual.
“Si no se toman en serio las manifestaciones de comportamiento violento precoces, es lógico que se cree una demora de hasta varios años y las personas en peligro tarden más en empezar a buscar una solución para la violencia doméstica. Si es que empiezan”.
Por un lado, el aislamiento en los hogares ha causado que se manifestara con mayor rapidez el carácter violento de algunas relaciones, con el estrés de la pandemia sirviendo como catalizador. Por otro, las medidas antiepidémicas introducidas han complicado el trabajo de las instituciones que deben intervenir.
Las investigadoras afirman que el sistema checo de ayuda a las víctimas no es uniforme: cada organización percibe de manera un poco diferente lo que es la violencia doméstica. Por lo que Moree y Nyklová sugieren ampliar su definición, aplicando principalmente una tolerancia cero hacia la violencia, una estrategia que deberían seguir las organizaciones activas en el sector al igual que la administración pública.
“Dentro del sistema trabajan personas muy profesionales. Están bien capacitadas e intentan ayudar a las víctimas. Hemos encontrado a estos profesionales entre los policías, en los Departamentos de Protección Social y Legal de los Niños (OSPOD) al igual que en diferentes organizaciones. Estas personas existen, pero hay que buscarlas. El problema es que el sistema no es consistente y no es seguro que, cuando una víctima vaya a la comisaría por primera vez, sea bien tratada. Y eso es bueno saberlo”.
Mientras que las organizaciones que ayudan a las víctimas de la violencia doméstica registraron un crecimiento de hasta un 40% en el interés en sus servicios, el número de perpetradores expulsados de los hogares ha sido el más bajo en los últimos diez años, de acuerdo con estadísticas de la Policía. Dana Moree considera que se trata de una ‘pseudo atenuación’. También representantes de la Policía confirmaron para la Radio Checa que el número de expulsiones no puede considerarse como un indicador relevante del estado de la violencia doméstica en Chequia.
Dana Moree explica que el sistema hace falta imaginárselo como una red de rescate. Y lo que sucede en la actualidad es que algunas de las mallas de la red son demasiado grandes para ‘sostener’ a las víctimas. O la ayuda proporcionada no es adecuada.
De acuerdo con Blanka Nyklová, uno de los problemas es que algunas de las formas de abuso pueden no ser evidentes.
“Lo que casi en todos los casos está presente es la violencia psicológica. Es decir, un comportamiento manipulador, comportamiento controlador, la manipulación a través de los hijos. Son elementos que aparecen casi siempre. Adicionalmente, sobre todo cuando las víctimas son mujeres, forma parte del abuso también la violencia sexual”.
El estudio de las sociólogas ofrece asimismo una serie de recomendaciones para hacer la ayuda a las víctimas más eficiente. En cuanto a infraestructuras, figura entre ellas aumentar el número de refugios, casas de asilo y viviendas sociales. De las conclusiones se desprende también que hace falta mejorar la posición de las víctimas y de sus hijos dentro del sistema, incrementar su protección y crear una guía práctica que les permita orientarse mejor en el trabajo de las diferentes organizaciones que forman el sistema.
Uno de los mayores problemas es la posición de los niños que, de acuerdo con el estudio, incrementa la demora en la resolución de la violencia doméstica. Ocasiona que las madres, por ejemplo, se resistan a tratar la situación por temor a perder a sus hijos.
En caso de sufrir maltrato doméstico, las investigadoras recomiendan contactar a alguna de las organizaciones sin ánimo de lucro que ayudan a las víctimas, como Profem, Rosa o Acorus. Las organizaciones se han adaptado también a la pandemia y, además de sus servicios habituales, ofrecen, por ejemplo, chats en línea, que facilitan una comunicación predominantemente segura.
Dana Moree y Blanka Nyklová planean presentar su estudio ante el Comité para la Prevención de la Violencia Doméstica y la Violencia de Género del Gobierno checo y apelan a todas las personas y organizaciones involucradas a que se unan al diálogo.